Rusia y México: consolidar 90 años de relación a golpe de industria

Rubén Beltrán, embajador de México en Rusia. Fuente: servicio de prensa

Rubén Beltrán, embajador de México en Rusia. Fuente: servicio de prensa

Esta semana, México y Rusia celebran estos días el 90º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas. Y lo hacen en un momento bastante convulso para la imagen de Rusia en el mundo, y con el convencimiento de que cada vez más, México es un país razonablemente relevante para Rusia desde el punto de vista comercial y económico.

Ni México es el país latinoamericano que más interesa a Rusia en lo político ni es su principal socio comercial en la región, pero la relación es estrecha y, por lo que se aprecia de las declaraciones de representantes de ambos países, muy sólida.

En entrevista a RTBH, Eduard Malayán, embajador de la Federación Rusa en México, dijo: “Consideramos que este país es una de las economías emergentes más importantes de América Latina, y como tal, Rusia le presta gran atención por las oportunidades y posibilidades que están surgiendo”.

En plena resaca de su propia revolución, México fue el primer país latinoamericano que reconoció diplomáticamente a la Rusia soviética salida de la Revolución de Octubre. Desde entonces, la historia de la relación diplomática entre México y Rusia está plagada de hitos. 

Desde la historia de Alexandra Kollontái, la primera mujer en embajadora de la historia, que en 1926 fue nombrada embajadora en México hasta los 12 años (1930-1942) en los que Rusia y México no tuvieron relaciones diplomáticas. 

En general, Rusia y México son dos países gigantescos que se llevan bien y que siempre han tenido interés el uno en el otro. Durante la Guerra Fría, la cercanía de México con Estados Unidos era el factor clave. Hoy en día, el interés es principalmente comercial, industrial y económico.

El tercer socio de Rusia en la región

Actualmente México es el tercer socio comercial de Rusia en América Latina, con un volumen unos 1.020 millones de euros anuales, por detrás de Argentina y de Venezuela. En entrevista, el consejero económico rusa en México, Shkolyar Nikolái Andreyevich, explicaba que las inversiones mexicanas en Rusia han crecido a más del 10% de promedio desde el año 2008.

México quiere atraer inversores rusos con motivo de su reforma energética y su relación industrial es pequeña pero consistente. Empresas rusas como Power Machines participan en la construcción de centrales hidroeléctricas en el país e incluso en el estado de Veracruz, en el Atlántico, se encuentra el centro de servicio y reparación de helicópteros de fabricación rusa más grande de América Latina. En sentido contrario, por ejemplo, Omnilife tiene 300 puntos de venta en Rusia, donde tiene presencia desde el 2005.

Desde Baikonur se lanzaron en el 2001 y el 2013 satélites de comunicación mexicanos y la inmigración rusa en México es reconocida históricamente como una de las más ricas. Y por supuesto, Cancún y la Riviera Maya son algunos de los destinos favoritos por los rusos a nivel mundial y el turismo ruso a México pasó de 27.000 en el año 2012 a 77.000 en el 2014. Varias aerolíneas operan vuelos directos desde Moscú a México D.F.

En la región, Rusia ha declarado socios estratégicos a Cuba, Ecuador, Venezuela y Argentina, pero no a México.

Hoy en día, debido a la enorme influencia de Estados Unidos sobre México, la relación bilateral entre ambos no ha pasado de una balanza comercial sólida y buenas palabras. 

En una entrevista reciente hecha por la agencia de noticias RIA Novosti con motivo de la última reunión del G-20, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto reconoció el valor de la agenda de su homólogo ruso, Vladímir Putin: “la agenda para el crecimiento y la generación de empleos que propone el presidente Putin es, en el fondo, una auténtica agenda social: el crecimiento es esencial para combatir la pobreza y el hambre que, en mayor o menor medida, viven economías emergentes y avanzadas”. “Coincido plenamente con su visión”, añadió.

Literatura soviética y tequila

La relación, a lo largo de estos años, ha tenido sus luces y sus sombras. Ante una aparente máscara de total normalidad y total amistad, algunos conflictos más que relevantes tuvieron lugar y ocupan su espacio en la historia.

En 1971, pocos meses después de ser nombrado presidente de México, el gabinete de Luis Echeverría descubrió que un grupo guerrillero mexicano estaba siendo apoyado directamente desde la embajada de la URSS. 

En tiempos de la Guerra Fría, Rusia trató de influir sobre el vecino más cercano a Estados Unidos, en un momento en que toda la propaganda política soviética encontraba eco en un México que mostraba un fuerte recelo contra Estados Unidos. 

Aún hoy, en las librerías de viejo de Coyoacán y del Centro del Distrito Federal se pueden encontrar miles de copias polvorientas de las obras de Lenin y panfletos de propaganda política soviética que se imprimían para atraer al país hacia su causa. Acumulando polvo, parece que nadie las compra.

Prefieren el tequila, uno de los productos estrella de México en el mundo. Como dijo el propio Peña Nieto en una entrevista, “Uno de los resultados más destacados de este diálogo ha sido el reconocimiento de la denominación de origen del tequila, otorgado por la Federación de Rusia en octubre de 2012”.

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