La historia ocurrió en el pequeño pueblo de Vulcan, en el estado de Virginia Occidental, en 1977. En aquella época sólo vivían allí unas 200 personas, casi completamente aisladas del resto del país.
Vulcan no tenía conexiones de transporte con otras ciudades. La gente tenía que cruzar un puente sobre el río Tug Fork, entrando así en el estado de Kentucky, antes de seguir su camino.
Sin embargo, en 1975, el viejo puente se derrumbó. Ahora, la única forma de llegar a la “civilización” era tomar un estrecho camino de grava a lo largo de las vías del ferrocarril, que se utilizaban exclusivamente para el transporte de mercancías.
Esto no sólo era incómodo, sino también extremadamente peligroso. Un escolar llegó a perder una pierna cuando pasaba por debajo de los vagones de mercancías. Además, la compañía ferroviaria prohibió el uso de sus infraestructuras.
Durante dos años, los habitantes de Vulkan pidieron a las autoridades que les construyeran un puente, pero invariablemente les decían que no había dinero para ello.
Entonces, la gente, enfadada y desesperada, tomó medidas extraordinarias. En septiembre de 1977, hicieron un llamamiento a los gobiernos de la URSS y la RDA para que les ayudaran a construir el puente que tanto necesitaban.
El llamamiento provocó un verdadero escándalo en Estados Unidos y la Unión Soviética aprovechó la oportunidad para avergonzar a su rival de ultramar. Anunció que por supuesto ayudaría al pequeño pueblo y, el 16 de diciembre de 1977, el corresponsal de prensa soviético Jonah Andrónov visitó Vulcan.
Las autoridades estadounidenses ya no podían soportar semejante humillación. Pocas horas después de la partida del periodista, los dirigentes de Virginia Occidental y Kentucky anunciaron una asignación conjunta de fondos para la construcción, y el puente se reabrió en 1980.
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