Había muchos rumores sobre el hombre santo de la provincia de Tobolsk: se le consideraba un espía alemán, un hipnotizador, un estafador. Y todos coincidían en que el Emperador y la Emperatriz confiaban incondicionalmente en él, sin aceptar crítica alguna. En el aire flotaba una sensación de catástrofe: había que hacer algo. Así que hubo una conspiración, cuyos participantes decidieron matar al favorito real. Hicieron su trabajo sucio, ¡y por ello no fueron castigados!
El heredero de una de las familias más ricas estaba casado con la hermana de Nicolás II Irina. Tras la revolución, los Yusúpov emigraron y fundaron en París la casa de modas IRFE. En 1928, el príncipe Félix publicó unas memorias en las que describía el asesinato de Rasputín.
Primo de Nicolás II, deportista (en 1912 encabezó el equipo del Imperio ruso en los Juegos Olímpicos de Estocolmo). Debía casarse con la Gran Duquesa Olga, pero la Emperatriz prohibió su compromiso: Dmitri Pavlovich tenía una mala actitud hacia Rasputín. Después de la revolución vivió en Europa y EE.UU., tuvo un romance con Coco Chanel.
Fundador de la Unión Popular Rusa Mijaíl Arcángel, diputado de la Duma. Durante la Primera Guerra Mundial organizó un tren sanitario y viajó él mismo al frente para evacuar a los heridos, repartir alimentos y ropa. En enero de 1920 murió de tifus en Novorosisk.
El médico jefe del tren sanitario de Purishkevich, tuvo que envenenar unos pastelitos para Rasputín con cianuro potásico y luego confirmar la muerte del monje.
Comandante de compañía del 1er Regimiento de Fusiles de Su Majestad de los Guardias de la Vida. Tras la revolución, ayudó a organizar el museo Yásnaia Poliana de Lev Tolstói y se casó con Sofía, nieta de éste. Tras sufrir una apoplejía, Sujotin fue enviado a Francia, donde fue atendido por Félix Yusúpov.
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