Cómo un niño pilotando un Airbus provocó una tragedia en Siberia

Anatoli Kuziarin/TASS
El 23 de marzo de 1994, una terrible tragedia sacudió la región de Kémerovo: un Airbus A310-308, que se dirigía de Moscú a Hong Kong, se estrelló a pocos kilómetros de Mezhduréchensk. Murieron las 75 personas que iban a bordo.

Vuelo sin retraso

Avión accidentado un año antes del accidente.

Todo transcurrió como de costumbre. El vuelo SU593 de la compañía aérea RAL, que formaba parte de Aeroflot, partió del aeropuerto Sheremétievo de la capital rusa: a bordo del avión, que tenía el nombre del compositor Mijaíl Glinka, viajaban a bordo ciudadanos de Rusia, China, Hong Kong, Taiwán. India, Estados Unidos y Gran Bretaña. Entre los pasajeros se encontraban los hijos del comandante de reserva de la aeronave, Yaroslav Kúdrinski.

El vuelo transcurrió sin incidente, unas horas más tarde, cuando el avión ya se encontraba cerca de Novokuznetsk, se permitió a los chicos entrar en la cabina. Yana, de 13 años, y Eldar, de 15, se turnaron en el asiento del comandante: la chica respondió con una negativa a la pregunta de su padre de si quería pilotar el avión. Tras ver las luces de la ciudad por la ventanilla, se apresuró a abandonar la cabina. En cambio, su hermano mayor ejerció un poco más de fuerza sobre la palanca de mando: debido a ello, sin que la tripulación se diera cuenta, el piloto automático se desconectó. Sin embargo, no sonó ninguna alarma que avisase sobre el funcionamiento incorrecto del A-310. No pasó mucho tiempo y Eldar notó que el avión se inclinaba fuertemente hacia la derecha. Sin saber que la técnica les estaba fallando, los pilotos no entendían por qué el avión parecía tomar el rumbo para el aterrizaje.

El copiloto intentó salvar la situación, Kúdrinski daba las órdenes y Eldar, permaneciendo en el asiento de piloto, intentó cumplirlas. Debido a las fuertes sobrecargas, el chico no pudo abandonar el asiento y dar paso a un adulto. Todo sucedió al instante: el avión perdía altura rápidamente y descendía. Cuando la caída se detuvo, los pilotos no se dieron cuenta rápidamente de dónde se encontraban.

“¡Gira a la izquierda! ¡Izquierda! ¡Derecha! ¡Izquierda! ¡Ahí está el suelo! ¡Eldar, sal! ¡Sal, Eldar! ¡Sal! ¡Sal! ¡Sal! ¡Sal! ¡Sal, te digo! A toda máquina!”, fueron prácticamente las últimas palabras de la tripulación que quedaron en las grabadoras de la caja negra tras el accidente.

El avión con el nombre de Glinka se estrelló contra las copas de los árboles que crecían en una ladera en las estribaciones del Kuznetski Alatau. Quedó completamente destruido y el incendio acabó con el resto. Murieron todos los pasajeros y la tripulación.

Destello en el cielo

Región de Kémerovo. Mezhduréchensk. Lugar donde se estrelló el avión de pasajeros A-310 que cubría la ruta Moscú-Hong Kong, el 23 de marzo de 1994.

En tierra, en seguida se sospechó que algo iba mal: después de sobrevolar Novokuznetsk la tripulación no volvió a ponerse en contacto. La policía de tráfico nocturno vio un avión en llamas sobrevolando la ciudad. Y un poco más tarde, en la colonia-asentamiento de Mali Maisás observaron un destello en el cielo y decidieron ir hacia él. La zona no era la muy accesible: bosques y terreno pantanoso, además, todavía era invierno en Siberia Occidental, la temperatura media en ese momento era de -20ºC.

Región de Kémerovo. Mezhduréchensk. Restos del avión en el lugar del accidente en la ladera norte del Kuznetski Alatau , 23 de marzo de 1994.

Los equipos de rescate no llegaron al lugar del accidente hasta las 6h de la mañana. Les impactó lo que encontraron al llegar: los restos calcinados y destrozados del avión estaban cubiertos de una costra. Era en la que se había convertido la nieve, empapada de combustible de aviación, había astillas de árboles por todas partes, fragmentos de cuerpos y pertenencias personales. Los restos del avión siguieron ardiendo durante otros cuatro días.

El último Glinka

El Escuadrón Aeromóvil Central de Rescate del Comité Estatal Ruso de Situaciones de Emergencia trabajando en el lugar donde se estrelló un avión.

Los registros de las cajas negras se descodificaron en Francia, lo que permitió reconstruir la cronología de los trágicos acontecimientos y comprender cómo pudo ocurrirle algo así a uno de los aviones más seguros. Tardaron un año en investigar las causas del accidente: hubo una fatal coincidencia de circunstancias. Niños a los que no sólo se permitió entrar en la cabina, sino también tomar la palanca de mando, acciones incorrectas y descoordinadas de los pilotos, falta de atención (nadie se percató de la señal luminosa que avisó sobre la desconexión del piloto automático), falta de preparación de la tripulación para trabajar en situaciones extremas. La situación de emergencia que surgió en el avión fue repetida en simuladores y se demostró que si los pilotos no hubieran tomado el control de la nave, el piloto automático podría haber devuelto el avión a la posición correcta.

Han pasado treinta años desde el accidente. En los manuales de uso del A-310 apareció una advertencia de que el piloto automático podía desconectarse en determinadas circunstancias. Desde entonces, Aeroflot no ha asignado el nombre de Mijaíl Glinka a ninguno de sus aviones.

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