A Stalin no le gustaba mucho volar, por eso se subía a un avión sólo en casos excepcionales. Prefería viajar en tren tanto por la URSS como cuando estaba en el extranjero.
Por ejemplo, el líder soviético iba regularmente de vacaciones a Crimea y al Cáucaso en tren. Subía al vagón por la mañana temprano, y por la tarde ya estaba en su lugar de destino. Desde la Guerra Civil se mantuvo fiel a su costumbre de viajar en tren de día: la tripulación de la locomotora y los guardias podían ver todo lo que pasaba alrededor del tren.
El tren del líder contaba con tres o cuatro vagones y seguía un horario especial. El vagón en el que viajaba el propio Stalin, se diferenciaba de los vagones habituales sólo por el blindaje de las paredes y el suelo. Y por eso pesaba más: 80 toneladas en lugar de 60.
En este vagón el “padre de los pueblos” tenía a su disposición un compartimento privado y un aseo personal. Además, había una cocina, un compartimento para las personas que le acompañaban, guardias de seguridad y una sala de reuniones.
Pese al alto cargo de Stalin, el interior de su vagón no se puede calificar como lujoso. Comparado con el tren de la familia Romanov, era extremadamente modesto y moderado en decoración.
En otros vagones se alojaban los ferroviarios, guardias, mandos militares de diversos niveles y funcionarios. Había un restaurante con una sala para almacenar alimentos. Durante la Segunda Guerra Mundial se adosaron al tren dos plataformas con cañones antiaéreos para proteger al jefe de Estado de posibles ataques de aviones.
En 1943, Stalin viajó en tren a la Conferencia de Teherán (llegó a Bakú, desde donde voló a Irán en avión). En 1945 viajó en tren a las conferencias de Yalta y Potsdam. El viaje a la Alemania de posguerra fue preparado con especial cuidado.
“17 mil soldados y oficiales de las tropas del NKVD garantizan la seguridad del trayecto, ( apuntó en un informe del comisario del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) Lavrenti Beria, ) 1515 agentes de seguridad. En cada kilómetro de vía férrea tenemos de 6 a 15 guardias. 8 trenes blindados de las tropas del NKVD recorren el mismo trayecto”.
El tren fue impulsado por una potente locomotora diesel americana ALKO, que EE UU suministraron a la URSS en el marco de la ley de Préstamo y Arriendo. Hasta el punto de destino circulaba por la vía ancha (1520 mm), también llamada “vía rusa”, que las tropas del 1º y 2º Frentes Bielorrusos habían cambiado por la vía europea (1435 mm) en el curso de su ofensiva.
El viaje de Stalin a Potsdam no estuvo exento de incidentes. Al acercarse al Óder el tren tuvo que frenar durante mucho tiempo, a consecuencia de lo cual las zapatas de freno empezaron a echar humo. El ayudante del maquinista Vasili Ivanov se asomó para averiguar qué ocurría, se enganchó al mástil de un semáforo y cayó al suelo. El tren se detuvo, Vasili fue levantado y enviado al hospital de la estación más cercana.
“Llegó el día de la salida de Potsdam, (recordaría el maquinista Víktor Lión) Stalin llegó a la estación de ferrocarril y se dirigió directamente a nuestra locomotora diesel. Su primera pregunta iba dirigida a mí: ¿cómo se encuentra Vasili Ivánovich? Pero le respondío el propio Ivanov, que en ese momento se asomaba desde la locomotora: ‘Bien, Iósif Vissariónovich’. Stalin le miró y movió el dedo: ‘Deberías tener más cuidado”.
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