El audaz ruso que contribuyó al éxito de la bomba atómica estadounidense

Administración Nacional de Seguridad Nuclear; Archivos de la Institución Hoover
El coronel estadounidense Borís Pash (1900-1995) era el típico ‘malote’ estadounidense del siglo XX: odiaba a muerte a los comunistas, tomó ciudades alemanas casi en solitario en la Segunda Guerra Mundial y se hizo con los recursos de energía nuclear de los nazis. Ah, por cierto… y era ruso.

Una crónica de guerra de 1945 muestra a un grupo de soldados estadounidenses y británicos, sonrientes y saludando con la mano, mientras avanzan hacia el este desde la Francia liberada hacia las ciudades alemanas. Pertenecían a una unidad muy específica: el equipo conjunto estadounidense y británico de la “Misión Alsos”, cuyo objetivo era hacerse con los secretos atómicos de Alemania antes que los soviéticos, en beneficio de los programas nucleares estadounidense y británico. Y la Misión Alsos fue un gran éxito.

“El uranio capturado, los documentos y los científicos valían su peso en oro para el Proyecto Manhattan y para la futura Guerra Fría”, explica el historiador británico de la Segunda Guerra Mundial Mark Felton en el documentalHunting Heisenberg: Capturing Germany's Atomic Secrets.

Borís Pash

En este documental se puede ver a la persona que dirigió la Misión Alsos: un hombre algo bajito pero fornido y con gafas, el coronel Borís Pash. “No habría habido ni Hiroshima ni Nagasaki de no ser por Borís Pash”, señala (enlace en ruso) el historiador ruso Iván Kurila, de la Universidad Europea de San Petersburgo. No cabe duda de que Pash hizo todo lo posible por dejar atrás al Ejército Rojo en la carrera por el proyecto atómico alemán; al fin y al cabo, él, originalmente Borís Pashkovski, odiaba a los rojos que le robaron su país.

Pash contra los bolcheviques

Aunque de etnia rusa, Borís Pashkovski nació en suelo estadounidense en 1900. Su padre era Fiódor Pashkovski, un sacerdote que servía en la misión estadounidense de la iglesia ortodoxa rusa. Criado en las tradiciones de la ortodoxia y bilingüe en ruso e inglés, en 1913 Borís, de diez años, siguió a su padre cuando éste regresó al Imperio ruso, pero consiguió conservar su ciudadanía estadounidense, que le resultaría extremadamente útil.

Petrogrado, octubre de 1917.

En 1916-1917, padre e hijo se unieron a las filas del ejército ruso en su lucha contra Alemania y el Imperio Austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial: Fiódor, como capellán militar, y Borís, de 16 años, como soldado raso de artillería. Los Pashkovski, devotos cristianos y monárquicos, no aceptaron la revolución comunista de 1917 y Borís sirvió en el Ejército Blanco, que intentó impedir que los bolcheviques se hicieran con el control de Rusia. Sin embargo, fue en vano.

“Al abandonar Rusia en un barco de la Cruz Roja, Pashkovski recordaba las caras de miles de personas que se agolpaban en el muelle con la esperanza de poder salir. Durante largos años, los que partieron entonces soñarían con volver a casa y vengarse”, escribió Oleg Bėĭda, historiador militar especializado en la emigración rusa (enlace en ruso). Tras varios años en Europa, Borís regresó a Estados Unidos, donde abandonó la terminación eslava de su apellido: a partir de entonces, fue Borís Theodore Pash. Como muchos emigrantes blancos, se convirtió en un anticomunista de línea dura.

Pash en el contraespionaje

Durante un tiempo, Pash vivió como un ciudadano corriente: esposa, hijos, iglesia los domingos (ortodoxa, por supuesto). Se trasladó de Springfield a Chicago y luego a Los Ángeles para trabajar como profesor de gimnasia en escuelas. En 1930, se alistó de nuevo en el ejército, esta vez, en la Reserva del Ejército de Estados Unidos. El mando se fijó en sus conocimientos de ruso y su capacidad de comunicación y, en caso de movilización, se esperaba que trabajara en contrainteligencia. Además, como el propio Pash afirmaría más tarde, desde 1925 trabajó con el FBI como reservista.

“Nunca fue oficialmente un empleado del FBI, pero es posible que cumpliera algunas tareas ad hoc e informara al Buró sobre algunas cosas”, sugiere Iván Kurila. En cualquier caso, en 1940, Pash, que ya era capitán, ingresó en el ejército activo. Durante la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de su carrera fue rápido: en 1942, el comandante Pash fue nombrado jefe de contraespionaje en el cuartel general de zona del IX Cuerpo de San Francisco. A lo largo de 1942-1943, estuvo volando por todos los EE.UU. luchando contra “enemigos internos”, en primer lugar. Es decir, “esos malditos comunistas”.

En este trabajo, se mostró como un oficial persuasivo y con talento. Kurila, citando impresiones de oficiales americanos que conocían a Pash, concluye que era “un manipulador, propagandista y reclutador nato. Parecía imposible engañarle”. Sin embargo, no todo el mundo estaba contento con Pash. George Kistiakowski, un científico físico del Proyecto Manhattan, se refirió a él de esta manera: “Un ruso realmente salvaje, de extrema derecha, una especie de entusiasta del Ku Klux Klan. Realmente era todo un personaje, este Borís Pash”.

Pash no era muy cortés con los científicos con los que se cruzaba mientras coordinaba la seguridad del programa nuclear estadounidense. Robert Oppenheimer el futuro “padre de la bomba”, le caía especialmente mal por sus opiniones izquierdistas, sospechaba que era un espía de Moscú e incluso exigió su despido del proyecto, pero el general Leslie Groves, jefe de Pash, insistió en que Oppenheimer se quedara.

Pash en Europa

Aunque quizás no fuera un “Sr. Buen Tipo” para sus compañeros de trabajo, Pash se mostró como un oficial sobresaliente durante toda la Misión Alsos (1943-1945), que dirigió como comandante militar. Los científicos y soldados de Alsos actuaron con valentía: no sólo fueron los primeros de los Aliados en entrar en las ciudades capturadas a los alemanes, sino que en 1945 trabajaron tras las líneas enemigas para impedir que los soviéticos se hicieran con las capacidades nucleares de Alemania.

Borís Pash al final de la Segunda Guerra Mundial en Alemania.

Borís Pash fue un buen ejemplo. Por ejemplo, en abril de 1945, su grupo descubrió un almacén secreto de radioactivo en la ciudad de Weida, horas antes de que los soviéticos tomaran la ciudad; por desgracia, sin protección (y, por tanto, muy peligroso). Pash, no deseoso de arriesgar la vida de sus soldados, metió el mineral de radio en su bolsa y condujo él mismo en su coche de vuelta a la zona de control de los Aliados, con la bolsa radiactiva literalmente a su lado. Como resultado, según recordaba en los años 90 un visitante de Pash, de 92 años, incluso 50 años después de la guerra “sufría una dolorosa quemadura de guerra por radiación en la pierna derecha”.

El otro ejemplo de la audacia de Pash lo describe Oleg Bėĭda: tras las líneas enemigas, en lugar de esperar a que el ejército estadounidense viniera a capturar la ciudad alemana de Tannheim, Pash simplemente llamó por teléfono al burgomaestre desde el hotel cercano a la ciudad y le dijo: “Soy coronel del ejército de EE.UU., tiene 15 minutos para izar la bandera blanca”. Tannheim capituló inmediatamente, aunque Pash ni siquiera tenía gente suficiente para asaltarla: los alemanes se creyeron su audaz farol. No es de extrañar que sus soldados fueran extremadamente leales a su carismático líder, como relataron los colegas de Pash.

Pash y los secretos

Las actividades del coronel después de la guerra no están tan bien documentadas (para ser más precisos: siguen siendo clasificadas). En 1948-1951, trabajó como representante militar ante la CIA, a cargo del controvertido programa PB-7, estrechamente relacionado con actividades anticomunistas en Europa.

Borís Parsh en Tannheim, 1945.

”Los documentos recientemente desclasificados afirman que Pash obtenía grandes cantidades de información que el PB-7 utilizaba para socavar los regímenes prosoviéticos”, escribe Oleg Bėĭda. Por ejemplo, un breve memorándum dirigido a Pash por su adjunto demuestra que en 1949 los estadounidenses habían tramado un intento de golpe de Estado en Albania, sin éxito. La magnitud del trabajo del PB-7 en Europa sigue siendo desconocida para las masas: durante toda su vida, Borís Pash afirmó que no recordaba nada del programa PB-7, y lo mismo decían sus colegas.

Se jubiló en 1963 y pasó los 42 años restantes de su vida escribiendo memorias, viajando y a veces comentando vagamente los pormenores de su trabajo en conferencias Borís Pash murió en 1995, y aunque la Unión Soviética se disolvió en 1991, Borís Pashkovski nunca consiguió volver a visitar Rusia, la tierra de sus antepasados.

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