Sin embargo, el 27 de junio de 1941, Hungría declaró oficialmente la guerra a la Unión Soviética. No lo hizo para anexionarse nuevos territorios en el este, sino para conservar el norte de Transilvania.
Esta vasta región, con una población mixta rumano-húngara, formó parte del Imperio Austrohúngaro hasta el final de la Primera Guerra Mundial. Rumania se la anexionó en 1918 y, el 30 de agosto de 1940, durante el Segundo Arbitraje de Viena, los alemanes obligaron a Bucarest a entregársela a Hungría.
Cuando, el 22 de junio, las tropas rumanas invadieron la URSS junto con la Wehrmacht, los círculos dirigentes de Budapest se preocuparon seriamente: si Hungría se quedaba de brazos cruzados, ¿reconsideraría Hitler el destino del norte de Transilvania en favor de los rumanos que le apoyaban?
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