Unos 200.000 chinos vivían en Rusia cuando estalló la Guerra Civil en 1917. Muchos de ellos realizaban trabajos forzados en la industria y la agricultura y se unieron gustosos a la lucha contra la ‘opresión de los terratenientes y capitalistas’.
Los chinos del Ejército Rojo estaban considerados entre los combatientes más disciplinados y firmes. No podían desertar ni perderse entre la población foránea de un país extranjero, por lo que su lealtad no admitía dudas.
“Un chino es estoico, no teme a nada. Su propio hermano morirá en batalla y no pestañeará... Si se da cuenta de que hay un enemigo contra él, es malo para ese enemigo. Luchará hasta el último hombre”, escribió el comandante soviético Iona Yakir en Memorias de un viejo militar del Ejército Rojo.
No es de extrañar, por tanto, que los soldados chinos fueran utilizados en los teatros de guerra más importantes y participaran en la protección de los líderes del Estado, incluido Lenin. El mandatario soviético valoraba mucho su servicio: después de que Ren Fuchen, comandante del 225º Regimiento Internacional Chino, fuera asesinado en los Urales, visitó personalmente a su viuda y a sus hijos.
Debido a su rendimiento y a su incuestionable obediencia a las órdenes, los chinos participaban a menudo en ejecuciones y acciones punitivas. Donde los rusos podrían haberse acobardado, ellos actuaban con claridad y sin emociones.
Síguenos en nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes
LEE MÁS: ¿Quiénes eran los guardaespaldas y escoltas que protegían a los zares rusos?