Cómo una rusa se convirtió en la PRIMERA capitana del mundo

Historia
KSENIA ZUBACHOVA
Anna, una chica soviética corriente de familia sencilla, tuvo que enfrentarse a muchos retos para perseguir su sueño. A los 27 años dirigió su primer viaje de larga distancia, que atrajo la atención mundial.

Si hay algo que la gente corriente sabe sobre ser marinero, es que creen que las mujeres traen mala suerte a bordo de un barco. Sin embargo, hubo una mujer que no sólo no estaba de acuerdo, sino que demostró al mundo entero que no era cierto.

“Pasé por todas las penurias de ser marinero, desde el principio hasta el final, y si soy capitán de un gran buque oceánico, ¡cada uno de mis subordinados sabe que no salí de la espuma del mar!”. Así reza una de las frases más célebres de Anna Shchetínina, la primera mujer capitana del mundo.

Elegir el mar

Nacida en 1908, en la estación de Okeanskaia, cerca de la ciudad rusa de Vladivostok, Anna se “enamoró” del mar cuando tenía 16 años. Su padre, Iván Shchetinin, era guardagujas ferroviario y trabajaba en barcos pesqueros durante la temporada. Anna subió una vez a uno de esos barcos y enseguida se interesó por todo lo que había en él.

Pronto tuvo claro que quería seguir una carrera marítima, así que envió una carta de solicitud a la Escuela de Marina de Vladivostok. Su director quedó muy impresionado con la chica, pero hizo todo lo posible por desanimarla, advirtiéndole de las muchas dificultades que tendría que soportar. Aun así, Anna persistió y, a pesar de la feroz competencia (200 personas para 40 plazas disponibles), fue aceptada.

Pero esto no fue más que el principio. Aunque tenía buenos resultados académicos, la única chica del colegio fue incluida inmediatamente en la lista de estudiantes “poco prometedores” y no recibió beca. Para mantenerse, a veces tenía que trabajar por las noches como enfermera, limpiadora e incluso descargando barcazas con algunos chicos.

Es más, durante sus prácticas a bordo, a Anna le tocaban los trabajos más sucios y duros (eliminar el óxido, limpiar la bodega, lavar botes de pintura). Sin embargo, nunca intentó discutir: entendía que si se negaba, nunca sería tratada como una igual por los demás marineros.

Primeras aventuras

Tras graduarse en 1929, Anna comenzó su carrera como simple marinera. Rápidamente se convirtió en ayudante principal del capitán. El punto de inflexión llegó en 1935, cuando la Unión Soviética compró 12 vapores de carga en Europa. Cuatro de ellos fueron asignados a la compañía naviera Kamchatka y necesitaban bastante gente con experiencia marina para transportar los buques al Lejano Oriente.

“En aquella época trabajaba como ayudante del capitán con casi cuatro años de experiencia y tenía el título de capitán de barco desde hacía más de un año. He trabajado en la Sociedad Anónima Kamchatka desde que me gradué en la Escuela de Marina, así que no es de extrañar que me consideraran apto para el puesto... Estaba de vacaciones, pero no fue difícil convencerme para que aceptara el trabajo. El trabajo siempre fue una prioridad para mí”, recordaba en su libro En mares y más allá.

Con el tiempo, se convirtió en la primera mujer capitán de barco, gracias a una cadena de imprevistos. Debido a la falta de capitanes disponibles, en lugar de convertirse en ayudante principal, le ofrecieron dirigir ella misma uno de los buques. “Por supuesto, no sólo me sentí inmensamente feliz por el nombramiento, sino también un poco orgullosa”, comentó.

Pocos días después, una mujer de 27 años con “un sombrero de seda azul claro y un abrigo gris” llegó a Hamburgo para aceptar el vapor de carga ‘Chavicha’ (antes ‘Hohenfels'). La joven “dama capitana” no sólo impresionó a los marineros alemanes, sino que rápidamente se convirtió en una sensación en los periódicos internacionales. En su viaje de Hamburgo a Petropavlovsk-Kamchatski, Anna hizo escala en Odesa y Singapur, donde ya la esperaba la prensa. 

“(De los periodistas) me enteré de que soy la primera capitana del mundo”, escribió más tarde. “Tengo que decir que fue todo muy inesperado y raro para mí. A lo largo de los 10 años de mi carrera en la marina, nadie había hecho nunca alboroto por mi trabajo... Por un lado, tengo que admitirlo, me alegró la autoestima, pero por otro me molestaron mucho las preguntas de la prensa.”

Durante los años siguientes al primer viaje, Anna y su barco transportaron carga a lo largo de la costa de Kamchatka, soportando tormentas y un frío glacial. En el invierno de 1936, el Chavicha quedó bloqueado por el hielo y estuvo a la deriva durante 11 días, con las reservas de comida y agua agotadas. Finalmente, Anna vio una grieta en el hielo y consiguió sacar el barco. Por ello fue condecorada con la Orden de la Bandera Roja del Trabajo.

Durante la guerra

En 1938, Anna Shchetínina fue nombrada jefa del puerto pesquero de Vladivostok, que en aquella época era prácticamente inexistente. Las autoridades querían que lo organizara desde cero, cosa que hizo en sólo seis meses. El puerto pesquero sigue funcionando hoy en día.

Ese mismo año también ingresó en la Facultad de Navegación del Instituto de Transporte Acuático de Leningrado, pero el comienzo de la Segunda Guerra Mundial le impidió completar sus estudios. Los primeros años de la guerra los pasó en el Báltico, evacuando a la población de Tallin bajo los bombardeos y transportando cargamentos estratégicos.

En 1943, Shchetínina regresó a Vladivostok, donde recibió un flamante vapor de fabricación estadounidense, el "Jean Zhores". Durante los cinco años siguientes, cruzaría el Pacífico 17 veces transportando suministros y equipos militares de Canadá y Estados Unidos en el marco del programa Préstamo y Arriendo.

Los buques de la serie “Liberty” a la que pertenecía el “Jean Zhores” eran excelentes, pero tenían un inconveniente importante: podían desmoronarse literalmente en caso de fuertes tormentas y, en 1943, el buque de Anna se enfrentó a ese destino. El casco del Jean Zhores se partió por la mitad, a 500 millas de la costa, y la tripulación no tenía a nadie que la ayudara, salvo ellos mismos. Taladraron agujeros a los lados de la grieta y los unieron. Esto permitió que el barco llegara con éxito a la costa.

Formar a la próxima generación

Aparte de su vida en el mar, Anna dejó una huella importante dando clases en Leningrado y Vladivostok. Sus antiguos alumnos la recuerdan como una mujer muy estricta, que rara vez sonreía. “Era muy exigente, se esforzaba por formar a los cadetes no sólo para que fueran buenos especialistas, sino también personas decentes”, recuerda el capitán de navío Evgueni Klimov. “Nos examinaba con mucha dureza, pero siempre era justa y defendía a los cadetes”. Anna Ivánovna era muy respetada por todo el instituto".

Mujer de muchos títulos y galardones, Anna Shchetínina nunca tuvo una familia propiamente dicha. En 1928, de vuelta en la escuela de marina, se casó con un compañero marinero y radiógrafo Nikolái Kachimov, pero, tras graduarse, sus carreras les separaron, en barcos diferentes. Después de la guerra, en 1950, Nikolái murió y Anna no volvió a casarse.

Al final de su vida, la “dama capitana” escribió dos libros con sus memorias En mares y más allá y En diferentes rutas marítimas y transfirió todos los documentos al museo local.

Pasó toda su vida en Vladivostok, navegando y enseñando, por lo que no es de extrañar que las autoridades locales bautizaran en su honor una plaza, una calle y una escuela donde estudió. Además, se dio su nombre a un cabo de la costa de la bahía de Amur y a una de las islas Kuriles. Anna Shchetínina falleció en 1999, pero su legado sigue inspirando a las mujeres de Rusia y de todo el mundo.

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