El futuro presidente de Egipto fue comandante de un cazabombardero soviético. Fue en los años 60 del siglo pasado. Fue una época dorada para las relaciones amistosas entre la URSS y Egipto. El apogeo de la alianza con el “socialismo árabe”. Los soviéticos ayudaron a los egipcios a construir fábricas, escuelas, hospitales y hasta la famosa presa de Asuán.
Miles de especialistas de habla rusa altamente cualificados prestaron sus servicios en instalaciones civiles y militares a lo largo de las orillas del Nilo y del mar Rojo. Gamal Nasser fue condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética. La futura élite cultural y política de Egipto acudió a estudiar al país. Entre ellos, Hosni Mubarak.
En 1957, Mubarak fue recalificado como piloto para aviones multimotor para ayudar a entrenar y graduar a más de 50 futuras tripulaciones de bombarderos Iliushin Il-28.
Esto dio lugar a su especialización definitiva: después de ayudar a poner a punto la Academia de la Fuerza Aérea, en 1959 fue enviado a la base de Kant, en la URSS, para recibir entrenamiento de conversión a Il-28.
En 1959-1960, Mubarak y los Il-28R de su unidad volaron una serie de salidas nocturnas de reconocimiento sobre Israel: las últimas salidas de este tipo realizadas por una fuerza aérea árabe desde entonces. Normalmente, despegaban de Egipto, sobrevolaban Israel y aterrizaban en Siria; luego regresaban. Ninguno fue interceptado nunca por los israelíes, pero cuatro de los Il-28R del Grupo Aéreo 61 se "perdieron" a causa del golpe antiegipcio de Damasco de septiembre de 1961, cuando Siria se separó de la República Árabe Unida. Así es como Siria consiguió sus únicos cuatro Il-28.
Mientras tanto, lo que desde 1958 se denominaba oficialmente Fuerza Aérea de la República Árabe Unida (UARAF) buscaba un cazabombardero capaz de lanzar 3.000 kg de bombas a una velocidad de 1.000 km/h (es decir, un avión de la clase del F-4 Phantom o el F-105 Thunderchief). Los soviéticos no tenían ninguno en servicio: el Tu-16 era el que más se acercaba a esa necesidad y, por ello, en 1961, Moscú ofreció este tipo a Egipto en su lugar. Ya durante el mismo año, Mubarak regresó a la URSS para realizar un curso de conversión a bombarderos Tupolev Tu-16,
Como puede leerse en Málaia Ródina en 1961. Hosni Mubarak estudió durante 4 meses el pilotaje del TU-16.
Alto, elegante y pulcro, Mubarak era recordado por los pilotos rusos de Diáguilevo por su infalible amabilidad. Se comentó del futuro líder egipcio que su comportamiento era muy positivo. Su sonrisa sincera predisponía a la gente hacia él. Mubarak se distinguía por su deseo de estudiar el arte del control de aviones lo más a fondo posible.
Al futuro presidente le gustaba la cocina rusa. “No exigía cocinar nada especial. Comía shchi, gachas, kisel, coteletas: lo mismo que se daba a los demás pilotos. Vestía el uniforme de vuelo soviético, pero sin charreteras” recordaría su instructor de vuelo Borís Ivánovich Pogozhev.
“Por encima de todo, a Mubarak le encantaba volar. Pilotaba con sinceridad y pasión una máquina alada, siendo un piloto nato”.
Entonces la tripulación de Mubarak aprendió a pilotar los TU-16 para su uso en combate.
“Al mismo tiempo, parte de la tripulación árabe (especialmente el sargento Mujtar), como corresponde a su tradición, rezaba asiduamente. Ya fuera por la ayuda de Alá o por un buen entrenamiento, pronto aprendieron a bombardear objetivos de forma competente. Tras completar el curso de formación, Mubarak y su equipo partieron hacia su patria”.
Como regalo de despedida, Mubarak regaló a su instructor una caja oriental de piel de cocodrilo.
En marzo de 1964, Mubarak ingresó en un curso de Estado Mayor en la Academia Militar Frunze Frunze, en la URSS. Tras graduarse en abril de 1965, regresó a Egipto para crear la primera unidad de la UARAF equipada con Tu-16: el Grupo Aéreo 65.
Antes de que transcurriera mucho tiempo, los Tu-16 egipcios volaron por primera vez sobre objetivos en Yemen, pero también en Arabia Saudí. Estas misiones fueron dirigidas personalmente por Mubarak.
En el futuro, al aprendiz que estudió en Riazán le esperaba un lugar en la Historia Grande. Ascendió por la escalera del poder, encontrándose en 1981 en lo más alto: se convirtió en el 4º presidente de Egipto. Y logró permanecer en el pesto durante 30 años. En 2011 fue derrocado en una revolución, declarado culpable y condenado a cadena perpetua el 2 de junio de 2012.
Finalmente, Mubarak fue puesto en libertad el 24 de marzo de 2017, después de que la justicia desestimara las acusaciones más graves que pesaban contra él.
Falleció el 25 de febrero de 2020, a los 91 años.
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