El increíble incidente tuvo lugar el 24 de junio de 1941 cerca de la ciudad de Raseiniai, en Lituania. Hacia las dos de la tarde, en la retaguardia del grupo de combate del coronel Erhard Raus, de la 6ª División de Tanques de la Wehrmacht, apareció un tanque pesado soviético KV-1.
El vehículo se situó en medio de la carretera a Raseiniái, aislando de hecho al grupo de Raus de las fuerzas principales, y comenzó a disparar sistemáticamente a los camiones alemanes con alimentos y municiones. Los cañones antitanque de 50 mm intentaron penetrar el potente blindaje del "monstruo ruso" en vano y fueron destruidos por el fuego de respuesta.
Archivo de Maxim Kolomiets
Los alemanes decidieron utilizar un cañón antiaéreo de 88 mm, capaz de minar al KV-1. La tripulación soviética esperó a sangre fría a que el cañón se acercara y comenzara a prepararse para disparar, y lo destruyó junto con su tripulación.
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También fracasó el intento de volar el tanque con la ayuda de un grupo de zapadores. Como resultado, el KV-1 soviético paralizó durante veinte horas el movimiento y abastecimiento de las tropas alemanas en esta zona, ya que era imposible esquivarlo en el terreno pantanoso.
En la mañana del 25 de junio los alemanes buscaron un truco. Mientras los tanques ligeros Pz.35(t) daban vueltas alrededor del KV pesado, distrayendo su atención, otro cañón antiaéreo de 88 mm fue arrastrado en secreto hasta él. Hicieron falta siete disparos para poner finalmente fuera de combate al tanque soviético.
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Los soldados de la Wehrmacht estaban asombrados por el heroísmo de la tripulación soviética fallecida. Resultó que el tanque estaba atascado en la carretera porque se había quedado sin combustible. Sin embargo, los tanquistas no abandonaron su vehículo de combate, decidiendo emprender una lucha desigual. Todos ellos fueron enterrados por los alemanes con los debidos honores militares.
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