La historia de Alexéi Leónov, el primer hombre en el espacio exterior

Alexéi Leónov.

Alexéi Leónov.

Artiom Korotáiev/TASS
En 1965 el cosmonauta Alexéi Leónov se convirtió en el primer ser humano que salió al espacio exterior, demostrando una vez más la supremacía soviética en la carrera espacial.

Alexéi Leónov (1934 - 2019), cosmonauta soviético que, en el marco de la misión de la nave espacial Vosjod-2, realizó el primer paseo espacial de la historia de la humanidad.

Leónov tenía una larga carrera a sus espaldas. Entre 1970 y 1991 trabajó como jefe adjunto del Centro de Entrenamiento de Cosmonautas. Mientras tanto, en 1975 participó en el proyecto de prueba Apolo-Soyuz, el primer vuelo espacial realizado conjuntamente por las dos superpotencias, en el que se acoplaron el módulo de mando y servicio estadounidense y la cápsula soviética. En aquella ocasión, el comandante Leónov encabezaba la tripulación soviética.

Tras jubilarse en 1991, Leónov trabajó con estructuras comerciales y dedicó tiempo al arte, a la pintura, predominantemente espacial. Pero siempre será recordado ante todo como el primer ser humano que visitó el espacio exterior y regresó. Y este viaje, que más tarde sirvió de base para el drama de 2017 Spacewalker (o Tiempo de pioneros, en América Latina) no fue precisamente como un paseo por el parque.

El candidato perfecto

Cadete de la escuela de aviación Alexéi Leónov.

“Un vuelo espacial requiere toda tu energía, todo tu conocimiento, toda tu habilidad”, solía decir Leónov años después de su aventura. “Sólo pasé 12 minutos en el espacio exterior. Pero ahora puedo decir que cada uno de esos minutos requirió un año de preparación en la Tierra”.

Su camino hacia el espacio fue bastante típico de la Unión Soviética: nacido en las afueras de Siberia, cerca de la ciudad de Kémerovo (a 3.600 km al este de Moscú), a base de trabajo duro se convirtió en piloto, con la experiencia y el valor suficientes para unirse al primer cuerpo de cosmonautas soviéticos de la historia, en 1960, un año antes de que Yuri Gagarin, se convirtiera en el primer hombre en órbita.

Por aquel entonces, la URSS avanzaba paso a paso hacia la conquista del espacio. 1961 - la primera misión tripulada al espacio (Yuri Gagarin). 1963 - la primera mujer en el espacio (Valentina Tereshkova). 1964 - primer vuelo espacial tripulado que transporta a más de una persona. El siguiente paso fue dejar salir a un cosmonauta al espacio exterior, dejándolo solo y expuesto en el vacío infinito.

“Durante las reuniones con posibles nuevos candidatos para el vuelo, me acordaba más de Leónov”, recuerda Borís Chertok, diseñador de cohetes que trabajó en el programa espacial soviético, en sus memorias, Cohetes y gente. “Tenía algo muy parecido a la destreza de Gagarin... y su mirada era muy atenta”. Chertok no fue el único impresionado, así que los soviéticos eligieron a Leónov para la misión.

Estrellas y emergencias

Leónov en el espacio exterior.

“Las estrellas estaban a mi izquierda y a mi derecha, por encima de mí y más allá de mí”, recuerda Leónov, una vista impresionante que se le abrió tras su primer paso en el vacío del espacio y que le seguiría el resto de su vida. No estaba solo en el dramático viaje de marzo de 1965: la nave espacial Vosjod-2 estaba comandada por un compañero cosmonauta, Pável Beliáiev, cuya misión incluía, entre otras cosas, ayudar a Leónov a volver a la nave espacial si las cosas iban mal.

Y así fue. Como era imposible imitar totalmente las condiciones del espacio exterior en la Tierra, durante los 12 minutos que Leónov pasó flotando cerca de la nave espacial, conectado a ella con una cuerda de 5,3 metros, su traje espacial empezó a hincharse, haciendo que sus movimientos fueran más lentos. Con el traje espacial hinchado, Leónov apenas consiguió volver a Vosjod-2, moviéndose muy lentamente y sufriendo una grave sobrecarga. Las posibilidades de que se quedase abandonado en el espacio eran muy altas.

Leonov girando alrededor de su nave espacial.

“[Tras volver a la nave espacial] me quité el casco e intenté secarme los ojos del sudor y no pude; era como si alguien me hubiera echado agua por la cabeza”, recuerda Leónov. Pero sus aventuras no terminaron allí: el sistema de aterrizaje automático se averió, por lo que tuvieron que realizar un aterrizaje manual. Para no dañar ningún objeto en tierra, Beliáiev condujo la nave espacial hasta los Urales del Norte, donde ambos se lanzaron en paracaídas.

Largo camino a casa

Leónov y Beliáiev en los bosques del norte de los Urales, donde aterrizaron.

Debido a que los sistemas de comunicación no funcionaban (lo que más tarde se reconoció como un gran fallo), durante dos días los cosmonautas tuvieron que sobrevivir en el bosque, a cientos de kilómetros de la ciudad más cercana. “Estuvimos sentados allí con nuestros trajes espaciales durante dos días, no llevábamos ninguna otra ropa”, declaró Leónov. Finalmente, fueron salvados y trasladados a Moscú.

“Pudimos morir tres o cuatro veces durante nuestra misión”, resumió Leónov más tarde. Pero él (a diferencia de Pável Beliáiev, que murió en 1970, con sólo 40 años), tuvo una vida larga y plena, sobreviviendo al país que le envió a las estrellas.

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