Las manifestaciones de mujeres trabajadoras que sacudieron Rusia a principios del siglo XX no fueron una parte menor de la Revolución Rusa. Por eso, en parte, la Rusia soviética fue uno de los primeros países del mundo en los que las mujeres estaban plenamente equiparadas a los hombres.
Los bolcheviques se dieron cuenta de que las mujeres eran un importante capital social y que había que dirigir a ellas la propaganda y la formación.
Era importante erradicar en las mujeres las ideas "anticuadas" de que eran el "sexo débil" y que tenían que quedarse en casa con los niños, sirviendo a sus maridos, en la "esclavitud de la cocina" y en constantes tareas domésticas.
En los primeros meses tras la revolución de 1917, se aprobaron decretos que igualaban los derechos de las mujeres con los de los hombres en salarios y en asuntos familiares y matrimoniales. Las mujeres tenían derecho a una jornada laboral de ocho horas, así como a vacaciones y a una paga por maternidad. Debido a que se adoptó por "decreto" soviético, este permiso sigue llamándose "permiso de maternidad" en Rusia.
Las mujeres y Lenin
El líder de la revolución, Vladímir Lenin, defendió personalmente la posición de las mujeres (y al parecer contó con su apoyo). Apoyaba las ideas de los congresos y conferencias de mujeres, y estaba en estrecho contacto con mujeres revolucionarias apasionadas por los derechos de la mujer.
En 1919, en su artículo "El poder soviético y la condición de la mujer", Lenin escribió: "En dos años el poder soviético en uno de los países más atrasados de Europa ha hecho más por la liberación de la mujer y por su igualdad con el sexo 'fuerte' que todas las repúblicas avanzadas, ilustradas y 'democráticas' del mundo entero juntas en 130 años”.
También creía que en los países burgueses con propiedad privada "la posición de la mujer no se ha igualado del todo en ninguna parte del mundo, en ninguno de los países más avanzados". E incluso la Revolución Francesa no logró hacer frente a esta cuestión, "no dio ni la plena igualdad con el hombre ante la ley, ni la libertad de la tutela y la opresión del hombre".
El Departamento Femenino del Partido
Ya antes de la revolución, el Partido Bolchevique contaba con una comisión de agitación y propaganda entre las mujeres obreras y campesinas. En 1919, el Departamento de la Mujer, o simplemente Zhenotdel, fue creado bajo el Partido Comunista "para trabajar entre las mujeres trabajadoras con el fin de educarlas en el espíritu del comunismo e implicarlas en la construcción socialista", como dice la Gran Enciclopedia Soviética.
La primera directora del departamento fue Inessa Armand, colaboradora (y posiblemente amante) de Lenin y ardiente revolucionaria. Organizó conferencias de mujeres comunistas y luchó contra la visión tradicional de la familia entre las mujeres.
En 1920 la sucedió en el cargo Alexandra Kollontái, otra famosa revolucionaria (y primera ministra rusa y, más tarde, mujer diplomática). Luchó activamente por la educación femenina, así como por la agitación entre las mujeres, para concienciarlas de que el orden había cambiado y ahora había nuevas condiciones de trabajo y nuevas distribuciones de las responsabilidades familiares.
Las principales tareas del Departamento de la Mujer eran:
- Combatir el analfabetismo entre las mujeres, organizando escuelas del partido.
- Protección de los derechos de la mujer y elaboración de decretos relativos a esos derechos.
- Propaganda y agitación entre las mujeres, animándolas a trabajar.
- Crear un movimiento de delegadas y alas femeninas en las células del partido en todo el país.
Además, el Departamento Femenino participó en una amplia gama de asuntos sociales: creó comités para ayudar a los soldados enfermos y heridos del Ejército Rojo, y durante la Guerra Civil organizó puntos de evacuación. Las mujeres de la División se ocuparon de los niños sin hogar, abrieron internados para niños, crearon comedores comunitarios y organizaron subbotniks. A finales de los años 20, el Departamento Femenino contaba ya con más de 600.000 delegadas, que organizaban el trabajo del departamento en todo el país y participaban en congresos.
Bajo la supervisión personal de la esposa de Lenin, Nadezhda Krúpskaia, comenzaron a publicarse revistas especializadas: Rabótnitsa, Mujer campesina y Comunista.
El objetivo de la nueva prensa era "atraer a las obreras y campesinas a la lucha por el comunismo y por la construcción soviética". Era importante que las mujeres se convirtieran en miembros iguales de la sociedad y del elemento laboral.
El feminismo sesgado y el cierre del departamento
La compleja cuestión del trabajo con las mujeres también fue controvertida en el propio entorno del Partido. El Departamento de la Mujer fue suprimido en repetidas ocasiones, y sus funciones pasaron al Departamento de Agitación y Propaganda.
En 1923, en el XII Congreso del Partido, en el que Lenin ya no estaba presente por enfermedad, se expresó el temor de que surgieran "desviaciones feministas". "Estas desviaciones podrían fomentar la creación de sociedades especiales que, bajo la bandera de la mejora de la situación doméstica de la mujer, conducirían de hecho a una separación de la parte femenina de la clase obrera de la lucha de clases general", decía en la transcripción del Congreso el bolchevique Piotr Smidovich.
Sin embargo, se propuso entonces integrar más a las mujeres en el trabajo del Partido, esforzarse por crear sindicatos femeninos y crear un instituto de instructoras comunistas para implicar a las mujeres en el trabajo y la defensa del trabajo.
También en sus discursos, Stalin abordó repetidamente la cuestión femenina, diciendo que las mujeres eran los trabajadores más oprimidos y, al mismo tiempo, las mujeres eran la mitad de la población, por lo que era importante que fueran la reserva de mano de obra y tomaran la palabra por la clase obrera, y sólo entonces triunfaría ésta sobre la burguesía.
Sin embargo, a finales de los años 20, Stalin creía que "la cuestión de la mujer estaba completa y definitivamente resuelta", y ordenó la disolución del Zhenotdel. Los consejos de mujeres permanecieron en las empresas, y continuaron las reuniones y conferencias de mujeres, incluidas las internacionales.
En 1941, se creó el Comité antifascista de mujeres soviéticas, que siguió trabajando después de la guerra, y su principal tarea era mostrar a los invitados extranjeros la igualdad que existe en la URSS. Después de la guerra, las mujeres que habían luchado junto a los hombres contra los nazis y habían hecho gala de un heroísmo increíble dejaron ciertamente de ser consideradas el "sexo débil".
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