Cuáles eran los rituales de las campesinas rusas sobre la menstruación

'Mujeres de pueblo', 1894, de Serguéi Vinográdov.

'Mujeres de pueblo', 1894, de Serguéi Vinográdov.

La sociedad campesina consideraba que una mujer menstruando era peligrosa y tenía poderes mágicos.

“He empezado a sangrar”. Una niña de pueblo corre hacia su madre y ésta le responde dándole una bofetada. La niña, por supuesto, rompe a llorar. Pero esta crueldad se debía a tradiciones populares.

La regla como ‘iniciación’ de la mujer

'Chicas de pueblo', de Serguéi Vinográdov, 1938. Las dos muchachas llevan ropa de color rojo, lo que significa que ya han empezado a menstruar. La chica de la derecha lleva un delantal sobre la camisa, que también es signo de una mujer joven.

Los campesinos rusos del siglo XIX asociaban con razón el comienzo de las menstruaciones con la aparición de la potencia fértil en una muchacha. La bofetada en la cara se daba a la chica para que se sonrojara y así “siempre tuviera colores” (la menstruación, que también se llamaba “la cosa de la camisa” o simplemente “las hemorragias”).

Como escribe la historiadora Natalia Mazálova, en la provincia de Smolensk, para preservar la capacidad de procrear de las niñas después de su primera menstruación, se ponían la camisa que su madre llevaba cuando sufrió su primera descarga de sangre.

Entre los eslavos del sur de Serbia, el ritual era más duro: “para que la niña sea feliz, después de la primera regla, su madre le unta ligeramente la frente y las cejas con sangre menstrual”.

¿Por qué sabemos tan poco sobre la menstruación entre las campesinas rusas? Una familia campesina siempre necesitaba trabajadores. Las muchachas que entraban en la menstruación se casaban pronto para formar una nueva familia, que produciría nuevos jornaleros. Los niños morían jóvenes, lo que provocaba que las mujeres dieran a luz más a menudo y, tras varios partos, combinado con el trabajo duro y la baja nutrición, la menstruación podía cesar antes de tiempo. Por eso, la mayoría de las mujeres no tenían la regla durante un tiempo duradero.

¿Qué utilizaban las mujeres durante la menstruación en lugar de los actuales tampones higiénicos? No hay mucha información al respecto, pero se sabe que en los siglos XVIII-XIX las mujeres cultas y adineradas podían utilizar cinturones menstruales. Las campesinas utilizaban trapos o simplemente se sujetaban la parte inferior de una camisa larga entre las piernas.

¿Qué estaba permitido y prohibido durante la menstruación?

'Un hogar en la región de Vologda', 1925, de Nikolái Terpsijórov. Esta mujer está sola en casa durante un día de verano. Probablemente, esté con la regla, ya que las mujeres tenían prohibido trabajar en el campo durante esos días. Pero la limpieza no estaba prohibida.

La llegada de la menstruación convertía oficialmente a la niña en mujer y le otorgaba nuevos derechos. Por ejemplo, el derecho a llevar ropa de doncella: una enagua y una poneva (una falda de lana normalmente cosida de varias piezas), así como toallas y delantales sobre su camisa básica.
La aparición de la menstruación significaba que una niña ya podía saludar a los adultos del pueblo como una adulta, inclinándose ante ellos, ir a fiestas con jóvenes y buscar a su futuro marido.

Sin embargo, la Iglesia ortodoxa, siguiendo el Antiguo Testamento (Levítico 15:19-33), declaraba impuras a las mujeres que menstruaban, prohibiéndoles asistir a la iglesia, besar la cruz y los iconos.

¿Y si la menstruación llegaba de repente coincidiendo con el día de la boda? Entonces, la boda se posponía o los recién casados se casaban, y a la novia sólo se le permitía besar la cruz simbólicamente, sin llegar a tocarla con los labios. Y en la región de Pskov, escribe Natalia Mazálova, “el sacerdote preguntaba alegóricamente a la novia: ‘¿Pino o abeto?’ La respuesta ‘abeto’ significaba que la chica estaba menstruando y el sacerdote leía una oración purificadora antes de comenzar la ceremonia”.

'Muchacha moscovita del siglo XVII', de Andréi Riábushkin, 1903. Esta muchacha es soltera, lo que podemos deducir por su trenza sencilla, y es madura como mujer, lo que indican sus ropas rojas.

Las creencias populares también decían que una mujer durante la menstruación poseía una energía oscura. Las mujeres durante la menstruación tenían prohibido plantar nada, ni participar en los trabajos del campo, tocar la harina, la masa, el grano... de lo contrario se consideraría que lo estaban echadas a perder. Tenían prohibido estar presente en bautizos y nacimientos, funerales, bodas o ser madrina de un niño. Una mujer menstruante también se consideraba especialmente vulnerable; por ejemplo, no debía ir sola al bosque a recoger setas y bayas, porque un oso podría matarla, al haber “olido sangre” (lo cual, por supuesto, era sólo una creencia popular).

Tampoco se recomendaba a las mujeres cocinar durante este periodo, pero no se les prohibía realizar tareas domésticas, como lavar la ropa y limpiar, aunque se les aconsejaba tener cuidado y no realizar grandes esfuerzos físicos.

Menstruación y magia

'La lavandera', 1889, Jaritón Platónov.

Pero en los pueblos rusos, la menstruación no sólo se consideraba “mala”. La menstruación permitía a las mujeres realizar rituales mágicos, profundamente paganos en esencia. Los historiadores Shúmov y Chernij escriben: “La percepción de la regla como centro de la naturaleza femenina... a veces resultaba más fuerte que las prohibiciones, superando el aislamiento cultural, social y económico de la mujer... hacía deseable su condición y recordaba su exclusividad”.

Los eslavos de Polesie pensaban que era mejor plantar patatas para una mujer menstruante, ya que rendiría más. En Serbia, “una mujer que quisiera tener un hijo varón después, durante el primer periodo tras el parto, tenía que teñir granos de maíz con su sangre y dárselos de comer de un delantal a un gallo; si quería tener una hija en el futuro, entonces debía alimentar a una gallina”.

La propia sangre menstrual se consideraba un “veneno mágico muy potente”. Poniendo unas gotas en la comida o la bebida, supuestamente era posible embrujar a un hombre y “ungir” a una persona, especialmente a un niño, con dicha sangre podía llevarla a la tumba.

Muchos trucos mágicos estaban destinados a aliviar los dolores menstruales, pero no estaban relacionados con la “sangre” en sí, como sustancia impura, sino con el agua que quedaba después de lavar la ropa sucia. El truco más popular consistía en “dividir” esta agua (que simbolizaba la menstruación) en varias partes y deshacerse de todas ellas excepto de una, que se dejaba “para uno mismo”.

'La lechera', 1826, Alexéi Venetsiánov.

En la región de Nizhni Nóvgorod, para aliviar el dolor, una mujer vertía agua de un abrevadero tres veces a derecha e izquierda mientras lavaba la ropa, acompañando sus acciones con las palabras: “Agua extraña a la izquierda, mi agua a la derecha”.

En Siberia, en caso de mucho dolor, un curandero popular cogía una vasija de agua después de lavar la ropa interior sucia y la vertía por distintos lados en la encrucijada. También existía una magia más sencilla: había que verter el agua sobre un abedul o sobre los bajos de una choza campesina.

Otra forma conocida de suprimir las menstruaciones era utilizar astillas de madera de las presas de los molinos o postigos de los molinos de viento, es decir, barreras y sellos simbólicos. Las mujeres las quemaban y luego bebían la ceniza disuelta en el agua.

Sin embargo, era importante que la ropa con restos de menstruación no se enterrara ni se quemara y que el agua después de lavarse no se vertiera en el suelo: supuestamente era una forma de volverse estéril. El agua sólo se volvía a verter en el agua (la colada se hacía sobre todo en ríos y estanques) y la ropa con la que una mujer tenía la primera regla se guardaba en la familia, para pasarla a las hijas.

Para evitar tener hijos, había un encantamiento conocido en la región de Smolensk: Una mujer arrojaba su camisa con restos de sangre de la regla sobre una estufa caliente o sobre las piedras de la casa de baños y vertía agua sobre ella diciendo: “Así como esta sangre se cuece en la estufa, así se cuecen mis futuros hijos en mi vientre”. Según las creencias populares, todos los futuros hijos de una mujer se concentraban en sus sangrados menstruales.

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