Estas iglesias fueron construidas en la atea URSS (Fotos)

Historia
ALEXANDRA GÚZEVA
En época soviética, muchas iglesias fueron destruidas o convertidas en almacenes, pero hubo casos en que esas mismas autoridades comunistas permitieron la construcción de nuevas iglesias. ¿Cómo y por qué ocurrió eso?

Las autoridades soviéticas fueron conocidas por su feroz lucha contra la religiosidad: Lenin y Stalin estaban construyendo un Estado absolutamente laico. Los monasterios y conventos fueron cerrados y convertidos en prisiones; las iglesias fueron voladas o adaptadas a las necesidades económicas.

Sin embargo, la construcción de la iglesia de San Nicolás, cerca de Tverskáia Zastava (en la foto de arriba), casi en el corazón de Moscú, finalizó en 1921. Los bolcheviques debían de estar entonces demasiado preocupados por la Guerra Civil, y la iglesia permaneció abierta hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

En la segunda mitad de la década de 1920 se construyeron varias iglesias de madera en las regiones de Pskov, Vladímir y Arcángel. Muchas se cerraron posteriormente como lugares de culto, pero sus edificios han sobrevivido hasta nuestros días.

Esta iglesia (en la foto de abajo), construida en 1872 por el famoso arquitecto Nikolái Shojin, se conservó probablemente porque la consideraron demasiado hermosa para demolerla. El pueblo de Liublinó, en la región de Moscú (ahora un distrito de la ciudad de Moscú llamado Liublinó), donde se encontraba la iglesia, se convirtió en el emplazamiento de una fundición y una planta mecánica.

Por ello, en 1927 la iglesia fue trasladada lejos de Moscú y montada de nuevo en el pueblo de Rizhiovo, también en la región de Moscú.

En la década de 1930 no se construyeron nuevas iglesias, y las existentes fueron objeto de una campaña de persecución: sus cúpulas y campanas fueron desmontadas y fundidas para convertirlas en munición, y sus objetos sagrados fueron destruidos. Los sacerdotes eran asesinados o enviados a campos de prisioneros por las autoridades bolcheviques, y sus hijos tenían que ocultar sus orígenes, pues de lo contrario también podían ser condenados y exiliados como familiares de “enemigos del pueblo”. En la década de los 30, más de 100.000 personas fueron condenadas por tener relación con la Iglesia.

¿Qué cambió?

Stalin fue uno de los enemigos más implacables de la religión, y bajo su mandato se voló la catedral original de Cristo Salvador de Moscú y se cerraron miles de iglesias y monasterios. Sin embargo, como alguien que estudió en un seminario, Stalin comprendía lo importante que era la religión para la gente y puede que él mismo fuera creyente, nadie puede asegurar lo contrario. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, rehabilitó la Iglesia ortodoxa rusa, permitiendo los servicios de Pascua y las procesiones de la cruz, e incluso reabrió algunas iglesias.

La mayoría de los historiadores creen que sus acciones estuvieron motivadas por el pragmatismo: la medida pretendía levantar la moral de la población durante la guerra. En 1943, Stalin incluso se reunió con líderes religiosos. En esa reunión se eligió un Patriarca y se llegó a un acuerdo de cooperación entre la Iglesia y el gobierno soviético.

Ya en 1944 se aprobó la construcción de la iglesia de San Simeón de Verjoturie en la ciudad de Saraktash, en la región de Orenburgo. Pronto se formó allí una comunidad religiosa. En la década de 1960, la iglesia se cerró, pero en la década de 2000 se construyó en su lugar una nueva catedral de la Santísima Trinidad.

Después de la guerra, se construyeron varias iglesias más en la URSS, aunque sólo en provincias. Por ejemplo, en 1946 se erigieron dos en la ciudad industrial de Magnitogorsk, en los Urales.

También se construyeron iglesias en Asia Central y Kazajistán, adonde se trasladó a gente de toda la URSS.

Deshielo político y tensiones entre el Estado y la Iglesia

Tras denunciar el culto a la personalidad de Stalin, el líder soviético Nikita Jrushchov decidió luchar contra todos los demás “cultos”, entre los que consideraba la religión. En un esfuerzo por volver a la doctrina original de Lenin, decidió volver a “apretar las tuercas” en el ámbito religioso: se volvieron a cerrar iglesias y los sacerdotes fueron vigilados de cerca por el KGB. Jrushchov también presionó a los líderes religiosos de las distintas confesiones para prohibir a los creyentes peregrinar a los lugares sagrados. Muchos edificios religiosos fueron entregados a organizaciones culturales laicas. En 1964 se creó un Instituto de Ateísmo Científico, mientras que comisiones estatales especiales se ocupaban de los asuntos de los creyentes.

Aun así, se construyeron nuevas iglesias en el país, incluidas aquellas cuya construcción fue sancionada cuando Stalin aún vivía.

En 1956, los feligreses de Moscú recaudaron dinero y construyeron ellos mismos una nueva iglesia de madera para sustituir a otra que se había incendiado.

Dada la dura política de las autoridades, la construcción de nuevas iglesias dependía a menudo de la comunidad religiosa local y de la personalidad del obispo local. Por ejemplo, Yermoguén Gólubev, arzobispo de Tashkent y Asia Central en 1953-60, recurrió a una estratagema y, tras recibir permiso para restaurar una antigua iglesia en Tashkent, comenzó rápidamente a reconstruirla y ampliarla. Antes de que las autoridades se dieran cuenta, la nueva catedral estaba lista.

Utilizando la misma táctica, Yermoguén consiguió construir iglesias en varias otras ciudades de Asia Central. Sin embargo, pronto fue destituido de su cargo por sospechas de sentimiento antisoviético (en la década de 1930 había servido casi 10 años en los campos).

Una nueva fase en las relaciones

Cuando Leonid Brézhnev llegó al poder, suavizó la dura política de Jrushchov hacia la Iglesia y decidió utilizarla en su beneficio. Permitió que se devolvieran las iglesias a los creyentes y legalizó los ritos eclesiásticos durante los funerales y el uso de símbolos religiosos en las tumbas.

Sin embargo, bajo Brézhnev las relaciones con la Iglesia se vieron empañadas por la lucha de las autoridades contra los disidentes. Se obligaba a los sacerdotes a cooperar con los servicios de seguridad y a romper el secreto de confesión. Además, los sacerdotes eran vigilados de cerca por su dudosa lealtad al régimen.

Al mismo tiempo, se concedían permisos para ampliar, completar e incluso, si era necesario, construir nuevas iglesias. Así, en los años setenta y principios de los ochenta, se construyeron varias iglesias nuevas en distintas ciudades de la URSS.

Durante la perestroika de Gorbachov, se revisó la política religiosa del Estado y, desde finales de la década de 1980, se devolvieron a los creyentes las iglesias previamente cerradas. En 1990 se aprobó una ley de libertad religiosa.

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