El 26 de diciembre del 2020, George Blake falleció a la edad de 98 años. Fue uno de los agentes dobles más célebres de los años de la Guerra Fría. Operativo del MI-6, trabajó para la inteligencia soviética durante casi 10 años, convirtiéndose en uno de los agentes más valorados de su historia.
Al servicio secreto de Su Majestad
Blake nació como George Behar en 1922 en los Países Bajos. Pero tras trasladarse al Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, cambió su apellido por Blake. Tras alistarse en la Royal Navy, pronto fue descubierto y reclutado por la inteligencia exterior británica, el MI-6.
El área de especialización de Blake fue la Unión Soviética. Tras aprender ruso, fue destinado a Seúl como vicecónsul de la embajada británica. Su verdadera tarea, sin embargo, era la de recopilar información de inteligencia sobre el Lejano Oriente soviético, Siberia y Manchuria.
El espía residente británico se vio entonces atrapado en la Guerra de Corea. Cautivo del ejército norcoreano, Blake fue encarcelado y tuvo que esperar a que terminara el conflicto para ser finalmente liberado.
Durante sus tres años de cautiverio, tuvo la oportunidad de leer El Capital de Karl Marx. “El libro cambió profundamente mi conciencia, casi tuvo el mismo efecto que en su día tuvo LaBiblia. Desarrollé un apasionado deseo de marcar el comienzo del brillante futuro del que hablaba Marx”, recordaría Blake. “Ahora comprendo lo ingenuo que fui, lo conmovido que me había vuelto bajo la presión de ideales románticos, pero así es como me convertí en un devoto comunista...”.
Conmocionado por la campaña de bombardeo estadounidense en Corea del Norte, George Blake decidió cooperar con la Unión Soviética, pero su lealtad vino con una condición: que ofrecería a Moscú sólo la información que perteneciera a los países miembros del Pacto de Varsovia. Se negó a recibir dinero por sus servicios.
Agente soviético
George Blake regresó a Gran Bretaña convertido ya en agente. Tras ocupar el puesto de subjefe del departamento de operaciones técnicas del MI-6, fue destinado a Berlín, donde empezó a informar a Moscú de lo que los británicos y estadounidenses sabían de los agentes secretos soviéticos y de sus identidades. Durante este periodo, Blake consiguió divulgar los nombres de unos 400 agentes del MI-6 que trabajaban en Europa del Este. Esta lista también incluía a las personas a las que habían delatado.
A principios de los años 50, los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos llevaron a cabo la “Operación Oro”, que consistió en cavar un túnel subterráneo bajo Berlín Occidental, que los llevase hasta el Este con el fin de instalar escuchas telefónicas para interceptar las comunicaciones de los cuarteles generales soviéticos con sus fuerzas en Alemania. Gracias a Blake, los soviéticos se enteraron de la operación antes incluso de que empezara la construcción. Sin embargo, para evitar que se descubriera la tapadera de su valioso agente, se permitió que la operación siguiera adelante. Durante casi un año, la CIA y el MI-6 recibieron desinformación cuidadosamente preparada, hasta que en abril de 1956 el túnel fue descubierto “accidentalmente” por soldados soviéticos.
La tapadera de Blake fue descubierta por un agente de inteligencia polaco que escapó a Occidente: Mijaíl Golenevski. En 1961 fue detenido y condenado a 42 años de prisión.
Nueva vida
Cinco años después de aquellos sucesos, George Blake consiguió escapar de la prisión de HM Wormwood Scrubs y llegar a la RDA, desde donde fue trasladado a la Unión Soviética, un lugar donde podría empezar de nuevo. Dejó tres hijos y una esposa, que se divorció de él poco después.
“Siempre me sorprendió la facilidad con la que se adaptaba”, dijo Silvie Breban, pariente de Blake. “A diferencia de otros agentes británicos -Philby y Maclean, que lo habían pasado mal en Rusia-, George nunca experimentó ninguna dificultad”. Tras llegar a Moscú, se dirigió a un bar, donde pudo tomar un poco de vodka y un bocadillo de caviar. Todo ello por unos céntimos. Entonces se dijo a sí mismo: “Un país donde todo el mundo puede permitirse caviar es, de hecho, el hogar del comunismo”.
Blake había recibido un nuevo nombre en la URSS: Georgui Ivánovich Bejter. Convertido en coronel del KGB, se dedicó a entrenar operativos soviéticos y fue galardonado con varios premios honoríficos, entre ellos la Orden de Lenin y la de la Bandera Roja.
Muchos años después, el legendario espía se reunió con sus hijos. No aprobaban sus acciones; sin embargo, habían comprendido los motivos de su padre. Según Blake, lograron arreglar su relación bastante bien.
Tras sobrevivir a la Guerra Fría y a la disolución de la Unión Soviética, George Blake siguió siendo un devoto comunista hasta sus últimos días. “Anhelo la victoria del comunismo”, decía. “Lo que se construyó en la URSS y en China dista mucho de los ideales que yo propugnaba. Es cierto que la URSS asumió el peso de este gran experimento, pero no acabó bien... Pero pasarán décadas y el mundo llegará a saber que no puede haber otro modelo de sociedad que el comunismo (simplemente no puede haberlo) y cesarán las luchas...”
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