“¡Paulus! ¡Avergüénzate de respirar el aire alemán! <...> ¡Eres tan canalla que ni un perro te quitaría un trozo de pan!”. - Tal fue una de las decenas de cartas anónimas enviadas a Friedrich Paulus desde distintos rincones de Alemania durante los juicios de Nuremberg. Durante el proceso judicial, Paulus fue testigo de la acusación por parte de la URSS. Las autoridades soviéticas no le permitieron permanecer en Alemania, temiendo también por su vida.
En la primavera de 1946, el mariscal de campo regresó de Núremberg a la URSS. A partir de ese momento, no se le consideró prisionero de guerra, sino huésped del gobierno soviético.
Tras su llegada, Paulus fue alojado en una dacha del Ministerio del Interior en el pueblo de Tomilino, en la región de Moscú. Tenía un médico personal, un cocinero, el oficial de ordenanza Erwin Schulte y el ayudante Wilhelm Adam. También vivían con él los generales Walther von Seydlitz-Kurzbach, Vincenz Müller y Walther Schreiber, que fueron capturados durante la batalla de Stalingrado.
Las condiciones de detención del ex mariscal de campo eran mucho mejores de las que disfrutaban muchos ciudadanos de la URSS. Tenía una casa de madera, sus propios sirvientes y también la posibilidad de ir a Moscú a una exposición o a un concierto. Sin embargo, Paulus echaba de menos poder hablar con su familia.
Sólo casi un año después del final de la guerra, el 20 de abril de 1946, consiguió escribir una carta a su esposa Elena Constance. El 10 de junio recibió una respuesta, en la que ella le escribía que sabía que ya no estaba en cautividad y que se alegraba de que le trataran bien. Decía que esperaba su regreso. En la carta también decía: “Si lo deseas, iré contigo al fin del mundo”.
Elena-Constance murió en 1949, sin haberse reencontrado con su marido. A Paulus se le ofreció la oportunidad de reunirse con ella después de su declaración o en el juicio, pero se negó vehementemente “para que nadie creyese de que este encuentro era la recompensa por mi testimonio ante el Tribunal Internacional”.
Tratado en Crimea
En la primavera de 1947, la salud de Paulus se deterioró. El 8 de julio, Serguéi Kruglov, ministro del Interior de la URSS, dirigió una nota a Viacheslav Mólotov, ministro de Asuntos Exteriores, en la que informaba de que la tuberculosis de Paulus había empeorado y “según la conclusión de la comisión médica, Paulus, por razones de salud, necesita tratamiento en Crimea”. Kruglov pedía permiso para “trasladar a Paulus durante un mes y medio o dos meses a un centro preparado en la costa sur de Crimea, cerca delos altos de Oreanda”. Mólotov escribió encima del memorándum: “Deberíamos organizarlo”. Junto con Paulus, Müller y Schreiber también fueron a Crimea.
El tratamiento de Paulus se mantuvo en secreto. Le pagaban 26 rublos diarios, lo que, con las comidas y el alojamiento gratis era una buena asignación para las vacaciones. Por ejemplo: un kilo de pan blanco costaba entonces 5,5 rublos, diez huevos costaban 12 rublos, y un salario medio al mes ascendía a 500-600 rublos.
En Crimea, el antiguo oficial alemán se sintió mucho mejor. Aproximadamente a las dos semanas de estar en la orilla del Mar Negro, dirigió una carta de agradecimiento al teniente coronel Gueorgadze, miembro del personal de la Dirección Operativa de la Administración Principal para Asuntos de Prisioneros de Guerra e Internos (GUPVI), en la que escribía que el baño diario le beneficiaba y esperaba que se alcanzara el objetivo de su estancia en Crimea. Firmó esta carta con un “lleno de gratitud dedicada a usted, P. Paulus”.
Actividades de Paulus en la URSS
En el verano de 1946, el representante de GUPVI, Fiódor Párparov, visitó a Paulus para ofrecerle la oportunidad de preparar el proyecto de una nueva organización: la Unión Democrática de Prisioneros de Guerra Alemanes en la URSS, que el propio alemán debía dirigir. Paulus realizó un trabajo minucioso y formuló de forma muy detallada los principios básicos según los cuales debía crearse el Movimiento SUPG entre los prisioneros de guerra. Sería una parte del Partido Socialista Unificado de Alemania (SUPG). Sin embargo, eso no coincidía con las ideas del gobierno soviético. Paulus editó su proyecto, pero, al final, la organización no se creó.
En Tomilino, en la región de Moscú, Paulus comenzó su labor académica. La Oficina Histórico-Militar del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la URSS les encargó a él y a Seydlitz, independientemente el uno del otro, que escribieran sus memorias sobre el transcurso de las hostilidades de Stalingrado. En otoño de 1947, el antiguo mariscal de campo de la Wehrmacht consultó a un equipo de producción que trabajó en una película de dos episodios titulada: La batalla de Stalingrado. Llegó a la gran pantalla en 1949.
Paulus escribió una serie de manuscritos que, sin embargo, han pasado desapercibidos para los estudiosos tanto en Rusia como en Alemania. Realizó un análisis crítico del folleto del coronel general Franz Halder Hitler como comandante, publicado en Múnich en 1949. En él, el autor trataba de desenmascarar a Hitler como único responsable de la derrota de Alemania. Como se escribió en el número de mayo de 1962 de la Revista Histórico-Militar, “Paulus no realiza un análisis detallado del folleto de Halder <...>, sino que se centra en refutar las principales leyendas propuestas por el autor, criticando su método de investigación unilateral, con el que se ignoran los aspectos más importantes y definitorios de la guerra.”
Paulus rechazó la propuesta de Halder de que sólo el Führer era responsable de la derrota alemana: “Lo principal que impidió a Alemania obtener la victoria en la guerra y que Halder ignora es el poderío de la Unión Soviética en el más amplio de los sentidos que demostró en el transcurso de la guerra”.
En su análisis, publicado en la misma revista, Paulus escribió que “Hitler no era un dictador revolucionario”, como lo pinta Halder, sino que era “un frenético ejecutor de la voluntad de los peces gordos de la industria y las finanzas alemanas e internacionales, cuyos intereses defendía implacablemente”.
La repatriación de Paulus
El ex mariscal de campo pidió repetidamente a las autoridades soviéticas que consideraran su posibilidad de regresar a Alemania, pero sus súplicas quedaron sin respuesta.
Para Paulus estaba claro que su destino dependía de Stalin, así que el 18 de diciembre de 1948, junto con el teniente general Rudolf Bamler, escribió una carta de felicitación por el 70 cumpleaños del “Señor Generalísimo”. “Nuestro camino hasta esta felicitación de Stalingrado fue espinoso”, escribieron los antiguos mandos militares alemanes. “Irrumpiendo en la URSS como enemigos en obediencia ciega”, expresaron a Stalin sus “sinceras felicitaciones como a un benévolo amigo del pueblo alemán”.
Cabe destacar que la carta fue firmada por Paulus como “General Mariscal de Campo del antiguo Ejército Alemán", no como "Ex General Mariscal de Campo del Ejército Alemán”. Rudolf Bamler la firmó como “Rolf Bamler, Teniente General del antiguo Ejército Alemán”.
Bamler fue repatriado a Alemania Oriental en 1950. Paulus sólo pudo regresar tras la muerte de Stalin en otoño de 1953, con la condición de vivir en Alemania Oriental. El 24 de octubre abandonó para siempre la capital de la URSS en un coche cama de primera clase del tren correo №3 Moscú-Berlín. Antes de su partida, el mariscal de campo escribió una declaración al gobierno soviético, al final de la cual señalaba que no quería abandonar la Unión Soviética sin decir al pueblo soviético que una vez llegó a la URSS como enemigo, pero que ahora la abandonaba como amigo.
La vida bajo el control de la Stasi
Tras regresar a Alemania, Paulus se trasladó a Dresde. En el suburbio (“Ciervo Blanco”) de la ciudad, le dieron una villa de tres plantas con algo de terreno, así como sirvientes. Sólo la élite del partido podía contar con condiciones así en Alemania Oriental.
Todas las personas que trabajaban en la mansión eran miembros del personal e informadores de la Stasi, el Ministerio de Seguridad del Estado de Alemania Oriental. Según las palabras de Torsten Dietrich, biógrafo de Paulus, el chófer del antiguo mariscal de campo estaba siempre cerca y era informador de la Stasi, incluso sus vecinos informaban de todo lo que ocurría en la villa, ya que también estaban contratados por el Ministerio para la Seguridad del Estado. Había aparatos de escucha por toda la casa, lo sabían todo sobre las palabras y acciones de Friedrich Paulus. En los informes de la Stasi, el nombre en clave de la villa era “Objeto Terraza”.
Paulus disponía de coche personal, ayudante y derecho a llevar armas personales. Lo que más le gustaba era desmontar y limpiar su pistola. Existe la leyenda de que lo hacía tan a menudo que, en una ocasión, uno de los agentes expresó a sus superiores su preocupación de que Paulus pudiera suicidarse. Los superiores de la Stasi respondieron: “Si no se suicidó en Stalingrado, ¿por qué iba a hacerlo ahora?”.
En Dresde, Paulus leyó informes sobre la batalla del Volga en la Escuela Superior de Oficiales. Como escribió Wilhelm Adam, que sirvió con Paulus en la URSS, en su libro La catástrofe del Volga. Memorias del asistente F. Paulus, para el discurso, Paulus “de memoria, así como sobre la base de registros de conversaciones con generales y oficiales del Estado Mayor alemán <...> realizó mapas esquemáticos”.
Por iniciativa de Paulus, el 29 de enero de 1955 se organizó una reunión entre antiguos oficiales alemanes de Alemania Oriental y Occidental. Como recordaba Adam, al son de la canción del soldado alemán Yo tenía un camarada, honraron la memoria de los caídos. El discurso de Paulus en aquella reunión afectó profundamente a todos los presentes. Tenía previsto escribir una historia de la batalla de Stalingrado, pero no pudo terminarla: su salud se estaba deteriorando.
Friedrich Paulus, general mariscal de campo de la antigua Wehrmacht, murió el 1 de febrero de 1957, justo antes del 14º aniversario de la capitulación de su ejército.
El cuerpo de Paulus fue incinerado. La urna con sus cenizas fue enterrada en el cementerio de Baden-Baden, en Alemania Occidental, junto a su cónyuge.
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