1. El caballo del príncipe Oleg y la serpiente
A finales del siglo IX y principios del X, este príncipe gobernaba Nóvgorod y las entonces tierras de Kiev de la antigua Rus (su imagen aparece en la sexta temporada de Vikingos interpretada por el actor ruso Danila Kozlovski). Se le consideraba un hombre sabio y recibió el apodo de “Profeta”, ya que se creía que predecía el futuro. Pero lo único que no podía predecir era su propia muerte.
Según la leyenda, al príncipe se le predijo que moriría por culpa de su caballo favorito. Oleg ordenó que el caballo fuera desterrado muy lejos. Al cabo de varios años, el caballo murió y Oleg se burló de los adivinos. Decidió visitar la “tumba” del caballo. Y una vez que llegó hasta sus huesos, una serpiente venenosa se deslizó fuera del cráneo del caballo y mordió fatalmente a Oleg.
2. Palomas y gorriones de la princesa Olga
Hay otra historia épica que nos cuenta Crónica primaria sobre los antiguos gobernantes rusos. Una vez, en el siglo X, el príncipe Ígor fue asesinado mientras cobraba impuestos a las tribus eslavas, por lo que su esposa Olga decidió vengarse. Acudió a la tribu y sitió su ciudad principal. Al no conseguir tomarla, Olga se puso un poco nerviosa.
Prometió que se iría con su ejército una vez que la tribu le diera un pequeño impuesto o, mejor dicho, un regalo: tres gorriones y tres palomas de cada casa. Una vez que estuvieron a su disposición, ordenó que les ataran a las patas un material inflamable. Por la noche, soltó a los pájaros y todos volvieron a sus casas de madera con tejados de paja... haciendo que toda la ciudad ardiera en llamas al instante.
3. El caballo de Pedro el Grande
A diferencia del caballo que mató al príncipe Oleg, el caballo Lizetta salvó la vida de su dueño. Pedro el Grande la montaba durante la Batalla de Poltava dentro de la Guerra del Norte entre Rusia y Suecia. Cuando los suecos empezaron a disparar contra Pedro, Lizetta pivotó hacia un lado. Las balas sólo consiguieron alcanzar la silla de montar y el sombrero del emperador.
4. Los elefantes de Nicolás II
Los zares rusos, desde Iván el Terrible hasta Pedro el Grande y muchos otros, poseían elefantes... simplemente como entretenimiento. Nicolás II, conocido por su amor a los animales, ¡tenía varios! Trajo su primer elefante de su viaje por Asia en 1891 y luego le regalaron otro de África. Este último vivió una larga y cómoda vida en Tsárskoie Seló. Al Emperador le encantaba ver nadar al elefante en un estanque local y a menudo traía a todos sus hijos para que lo vieran. El elefante fue matado durante la Revolución de 1917, precisamente porque los bolcheviques lo consideraban un símbolo de la vida real y lujosa.
5. Los perros de Pávlov
El famoso científico ruso y Premio Nobel Iván Pávlov tenía varios perros con los que hacía sus experimentos. Pero, no te preocupes, no todos sufrieron y muchos murieron de muerte natural. Gracias a estos perros, Pávlov examinó los reflejos y los dividió en condicionados e incondicionados.
Cada vez, antes de dar de comer a un perro, Pávlov encendía una bombilla. Al cabo de un rato, encendía la luz, pero no daba comida. Sin embargo, resultó que el perro salivaba de todos modos.
6. Los gatos del Hermitage
Estos esponjosos gatos aún habitan en el museo Hermitage de San Petersburgo y son su símbolo y un bonito detalle extra. Incluso en su honor se celebra el Día del Gato del Hermitage, cuando todas las miradas están puestas en ellos.
Por supuesto, no pasean por los pasillos de la galería, sino que viven en los sótanos, donde cazan ratones y ratas con éxito desde 1745. La emperatriz Isabel ordenó una vez que “37 grandes y temibles gatos” combatieran a los roedores en el sótano de su Palacio de Invierno (donde ahora se encuentra el Hermitage), porque ningún producto químico podía hacer el trabajo que hacían los gatos.
Durante el asedio de Leningrado y la gran hambruna, no quedaron gatos en la ciudad y las ratas la inundaron, lo que supuso un peligro, no sólo para el Hermitage, sino para todos los ciudadanos, ya que las ratas pueden ser portadoras de muchas enfermedades graves. Así que, después, se reunieron cinco mil gatos y se donaron desde Siberia a Leningrado. Los descendientes de estos gatos aún viven en el Hermitage.
7. Los perros espaciales Belka y Strelka
Antes de que Yuri Gagarin se convirtiera en el primer hombre en el espacio tras su tremendo vuelo del 12 de abril de 1961, hubo varios perros valientes que pusieron a prueba la capacidad de un ser vivo para volar realmente en un cohete y encontrarse en gravedad cero. Por desgracia, no todos regresaron vivos a la Tierra, sacrificados por el gran progreso de la ciencia.
Sin embargo, los perros Belka y Strelka se convirtieron en los primeros animales en realizar con éxito un vuelo espacial. En la nave espacial Sputnik 5, pasaron 25 horas en el espacio y dieron 17 vueltas alrededor de la Tierra antes de regresar. Por cierto, cuando hicieron el casting, también fueron elegidos porque eran muy monos, y el mundo entero los adoró entonces. Jacqueline Kennedy incluso pidió uno de los cachorros de Strelka, al que llamó Pushinka y vivió en la Casa Blanca.
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