Borís Lisanévich: el ruso que abrió Nepal al turismo

Templos budistas cerca de la montaña Kang Guru en Nepal

Templos budistas cerca de la montaña Kang Guru en Nepal

Global Look Press
En 1955, el primer grupo de turistas extranjeros visitó el entonces cerrado Reino de Nepal. El viaje fue organizado por Borís Lisanévich, que convenció al rey Tribhuvan para que abriera el país a los extranjeros.

Nepal, con su impresionante naturaleza y sus antiguas tradiciones hindúes y budistas, es ahora uno de los destinos turísticos más populares de Asia. Sin embargo, hasta principios de la década de 1950, Nepal era una Terra Incognita para los extranjeros, a excepción de los indios, tibetanos y butaneses. La creación de la floreciente industria turística del país se remonta a un hombre: Borís Lisanévich, nacido en el Imperio Ruso y que llegó a Katmandú por primera vez en 1951.

Lisanévich, un emigrante ruso que huyó del país tras la revolución bolchevique, tenía un impresionante grupo de amigos y conocidos. Conoció a Jawaharlal Nehru, al actor francés Jean-Paul Belmondo, a la escritora inglesa de novelas policíacas Agatha Christie y a la reina Isabel II. Al final de su vida, este ruso se convirtió en un símbolo de Nepal para numerosos turistas de todo el mundo.

Revolución y ballet

El Museo Estatal del Hermitage de San Petersburgo conserva un retrato de Grigori Lisanévich, general ruso que luchó en la guerra contra Napoleón y bisabuelo de Borís. La familia Lisanévich poseía una finca cerca de Odesa, donde Borís nació en 1905.

Borís Lisanévich

El modo de vida de un niño de una típica familia aristocrática estaba predefinido: Borís tenía que dedicarse al servicio militar. Sin embargo, la Revolución de 1917 lo cambió todo y a todos. El joven Lisanévich también tomó su propia decisión. Dejó el cuerpo de cadetes y se dedicó al arte y al ballet.

A mediados de los años 20, Lisanévich emigró a Francia. Nunca volvería a Rusia. En Francia consiguió hacer una brillante carrera en el ballet, bailando en el Ballet Russes.

Club 300

Con el ballet siendo popular en todo el mundo, realizó giras por Europa y Asia, lo que permitió a Lisanévich conocer muchos países. En 1933 llegó a la India y quedó encantado con el país.

Lisanévich decidió quedarse en Calcuta. Cabe señalar que 150 años antes de que Lisanévich llegara a la ciudad, esta había sido el hogar de otro artista y viajero ruso: Guerasim Lébedev, que fue un pionero del teatro bengalí.

Sin embargo, la fama de Lisanévich en Calcuta no estuvo relacionada con el arte, sino con sus empresas comerciales. Fue el fundador y propietario del Club 300, uno de los lugares más populares para los aristócratas indios y los europeos en la ciudad. El club era muy democrático para la época colonial. La mayoría de los clubes de este tipo en la India permitían únicamente a los europeos ser miembros e invitados, pero el Club 300 estaba abierto a cualquier persona, independientemente de su raza u origen étnico.

El club también era famoso por su cocina, poco habitual en la India. Lisanévich invitó a chefs rusos de Europa y éstos introdujeron allí platos rusos como el borscht, el stroganoff de ternera y el pollo a la Kiev.

Un leopardo en la ciudad

El rey Tribhuvan de Nepal era uno de los visitantes habituales del club. Solía pasar mucho tiempo en la India. El poder político en Nepal estaba entonces en manos de los primeros ministros hereditarios de la familia Rana.

En 1951 el régimen de los Rana fue derrocado por los partidarios de Tribhuvan. El gobierno indio y Jawaharlal Nehru apoyaron activamente al rey. Las negociaciones entre Tribhuvan y los funcionarios indios se celebraron supuestamente en el Club 300.

El rey de Nepal consideraba al emigrante ruso su amigo íntimo. Tras obtener el poder real, concedió a Lisanévich la ciudadanía nepalesa y le invitó a Katmandú.

En su primera noche en Katmandú, Lisanévich vio un leopardo salvaje en una de las principales calles de la ciudad. Comprendió que este país del Himalaya podía convertirse en una atracción turística perfecta. Pero esta idea tenía muchos inconvenientes. No había infraestructuras modernas y todos los suministros vitales llegaban a Katmandú en avión. El país era completamente desconocido para el resto del mundo. Los extranjeros, salvo los tibetanos, indios y butaneses, tenían prohibida la entrada al país. Ni siquiera el filósofo, escritor y pintor ruso Nikolái Roerich pudo visitar Nepal.

El Yak y el Yeti

Los funcionarios nepalíes se mostraban escépticos sobre las perspectivas de desarrollo del turismo en su nación, pero Lisanévich convenció al rey para que permitiera a un grupo de turistas europeos visitar el país. El primer grupo de turistas visitó Nepal en 1955, y a finales de los años 50 el turismo se convirtió en una de las fuentes de ingresos más importantes para la economía nepalí.

La gran mayoría de los turistas se alojaban en el Hotel Royal, fundado por Lisanévich en el antiguo palacio de los Rana. A principios de los años 60, Katmandú se convirtió en la capital mundial del alpinismo, y el bar Yak & Yeti del Hotel Royal fue la base de decenas de expediciones. El propio Lisánevich era aficionado al deporte y al alpinismo, y trataba de ayudar a sus huéspedes a adaptarse en el nuevo país.

Nepal vivió bajo varios reyes y gobiernos durante la segunda mitad del siglo XX, pero el papel de Lisanévich permaneció inalterado. Acogió a todos los invitados famosos que visitaron Nepal.

Lisanévich incluso se encargó de todos los preparativos durante las visitas de los cosmonautas rusos Andriyan Nikolaev y Valentina Tereshkova.

Pasó el resto de su vida en Nepal y falleció en Katmandú en 1985. La visión y los esfuerzos de Lisanévich contribuyeron a que el país del Himalaya se abriera al resto del mundo y se convirtiera en uno de los lugares turísticos más populares de Asia.

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