Este resistente hidroavión, con sus alas curvadas en forma de gaviota, se encontraba igualmente a gusto en las duras condiciones del Ártico y en las aguas más tranquilas del mar Negro. No es de extrañar, por tanto, que en la época soviética se encontraran monumentos dedicados al Be-6 tanto en Crimea como en los alrededores de Múrmansk.
Introducido poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1949, el barco volador fue diseñado para llevar a cabo una serie de tareas diversas: reconocimiento marítimo, patrullaje, bombardeo, colocación de minas, transporte de suministros, desembarco de tropas y participación en misiones de rescate.
El caballo de batalla de la Armada soviética estuvo en servicio durante más de 20 años. Durante ese tiempo, un total de 123 aviones Be-6 surcaron el aire.
El barco volador se convirtió en un participante de pleno derecho de la Guerra Fría. Los Be-6 llevaban a cabo misiones de reconocimiento en el mar de Japón, donde eran seguidos de cerca por cazas estadounidenses, que los alcanzaban y escoltaban. Para la OTAN, el avión soviético se llamó “Madge”.
Durante las pruebas nucleares en el archipiélago de Novaya Zemliá, en el Océano Ártico, en la década de 1950, los Be-6 realizaron reconocimientos aéreos para detectar buques de guerra extranjeros en las inmediaciones. Otras tripulaciones se encargaban de estudiar la caída de la radiactividad volando a través de la nube radiactiva a determinados intervalos. La aeronave no estaba preparada de ninguna manera para este tipo de misión, lo único que tenían a bordo era un equipo de medición.
A finales de los años 50, el avión IL-28R sustituyó al Be-6 en el puesto de avión de reconocimiento marítimo de largo alcance y este último se utilizó principalmente como avión de búsqueda y rescate (Be-6SS) y antisubmarino (Be-6PLO). Fue el pionero en el origen de la aviación antisubmarina como un tipo de fuerza independiente dentro de la Armada de la URSS y fue el que sentó las bases de la táctica de su aplicación.
A finales de los años 60, el Be-6 en la Unión Soviética pasó a una merecida jubilación. Sin embargo, en China, a la que Moscú cedió en su día 20 aviones, se utilizaron hasta 1998.
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