5 alemanes que sirvieron noblemente a Rusia

Russia Beyond (Foto: George Dawe; Franz Roubaud; Dominio público)
Mientras que los franceses y los italianos en Rusia aplicaron sus habilidades en el campo de la cultura, los alemanes optaron predominantemente por la política y la guerra.

1. Burkhard Christoph von Münnich

Nacido en Oldenburgo en el seno de una familia de ingenieros, el conde Burkhard Christoph von Münnich (rusificado como Jristofor Antónovich Minij) llegó a Rusia en 1721 por invitación del emperador Pedro el Grande para construir carreteras y puertos y construir canales de circunvalación. “Nunca he tenido a mi servicio un extranjero capaz de ejecutar grandes planes con tanta habilidad como Münnich” observaría el autócrata, que quedó encantado con su trabajo.

El talentoso alemán demostró su valía no sólo como ingeniero y jefe de ciudad (en 1728 se le confió el gobierno de la capital del Imperio, San Petersburgo), sino también como reformador y comandante militar. Gracias a sus esfuerzos, se fundó el primer Cuerpo de Cadetes Shliajetski (de la nobleza) del país y se crearon los primeros regimientos de húsares y zapadores.

Münnich dirigió con éxito las tropas durante la Guerra de Sucesión Polaca en 1734-35 y, en 1736, durante una guerra contra los turcos, el ejército ruso bajo su mando invadió Crimea por primera vez en su historia e incendió la capital del Janato de Crimea, Bajchisarái.

Victoria rusa en Crimea, 1736.

Más tarde, Jristofor Antonovich decidió probar suerte en la política, pero el empeño casi le costó la vida. En 1741, tras la llegada al trono de Isabel Petrovna, fue acusado falsamente de alta traición y malversación de fondos estatales, y condenado a muerte. En el último momento, la sentencia de muerte fue conmutada por el exilio en Siberia, donde el desgraciado comandante acabó pasando 20 años.

El emperador Pedro III convocó a Münnich, de 78 años, a San Petersburgo. Münnich no estaba de acuerdo con muchas de las decisiones políticas del gobernante pero, cuando se inició un golpe de estado contra el autócrata, le fue fiel hasta el final. Catalina la Grande, que subió al trono tras el derrocamiento de su marido, no castigó al anciano alemán y le nombró gobernador de Siberia, que había sido su trabajo soñado.

2. Levin August von Bennigsen

El barón Levin August Gottlieb Theophil von Bennigsen entró al servicio de Rusia en 1773, cuando ya era un militar experimentado. Se había alistado en el ejército de Hannover cuando era un adolescente de 14 años, pero, tras alcanzar el grado de teniente coronel, lo dejó para ir a lo que entonces era un país lejano y desconocido. En Rusia, donde el Barón pasó a ser conocido como Leonti Leontievich, participó en guerras contra los polacos, los turcos y los persas. Por la valentía demostrada en la batalla, el hábil mando de las tropas en atrevidos ataques por sorpresa contra el enemigo y el éxito de los asedios a las fortalezas enemigas, Bennigsen recibió varias condecoraciones y una espada de oro con diamantes, así como grandes propiedades con siervos.

El 7 de febrero de 1807, cerca de la ciudad de Preussisch Eylau, en Prusia Oriental (actual ciudad de Bagrationovsk, en la región rusa de Kaliningrado), el ejército ruso al mando de Bennigsen se enfrentó a las tropas de Napoleón en una feroz batalla. Más de 50.000 soldados de ambos bandos perdieron la vida en el enfrentamiento. “Las pilas de cadáveres se amontonaban con otras nuevos, la gente caía una encima de otra por centenares, por lo que toda esta parte del campo de batalla pronto pareció el parapeto elevado de una fortificación levantada de repente”, dejó escrito Denis Davidov, que participó en la batalla. 

Ninguno de los dos bandos logró finalmente una victoria decisiva. Sin embargo, para Napoleón la batalla fue un fracaso inequívoco que hizo tambalear la fe de los soldados franceses en su invencible emperador. Napoleón sólo consiguió vengarse de Bennigsen en el verano de ese año en la batalla de Friedland.

Batalla de Preussisch Eylau.

Leonti Leontievich siguió luchando contra los franceses durante la Guerra Patria de 1812 y la campaña exterior del ejército ruso de 1813-1814. Poco después de la derrota de Napoleón, Benningsen solicitó la jubilación y regresó a su Hannover natal, donde pasó los últimos años de su vida.

3. Adam Johann von Krusenstern

Almirante, navegante, explorador del Océano Pacífico, hidrógrafo y uno de los fundadores de la oceanología rusa: Adam Johann von Krusenstern (conocido en Rusia como Iván Fiodórovich Kruzenshtern) fue un individuo verdaderamente polifacético.

Krusenstern nació en el seno de una familia de la nobleza alemana del Báltico y, tras participar en la guerra ruso-sueca de 1788-1790, fue enviado como joven oficial a formarse en la Marina Real, con la que recorrió casi todo el mundo en seis años. Fue entonces cuando Iván Fiodórovich se dio cuenta de lo limitadas que eran las capacidades de la armada rusa. En su opinión, los rusos debían organizar regularmente viajes alrededor del mundo, explorar los océanos del mundo, buscar nuevos socios comerciales, prescindir de los servicios de intermediarios y entrar en competencia comercial directa con Gran Bretaña, Holanda y Portugal.

Aunque tardó algún tiempo, las ideas de Krusenstern calaron en las autoridades. En 1802 fue designado para dirigir la primera expedición rusa alrededor del mundo. En el transcurso de tres años, los barcos Nadezhda y Neva cruzaron los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, visitaron América del Norte y del Sur y el sur de África, y recalaron en puertos de Japón y China.

Adam Johann von Krusenstern en la bahía de Avacha.

Durante el viaje, Krusenstern realizó una amplia gama de estudios oceanográficos y meteorológicos y recopiló una descripción de parte de las islas Kuriles, la costa de Sajalín, Kamchatka y varias islas japonesas. Publicó un relato de sus exploraciones en un tratado de tres volúmenes.

Gracias a Iván Fiodorovich, los barcos rusos, que hasta entonces se limitaban a navegar las aguas europeas, empezaron a surcar con confianza los océanos del mundo con fines comerciales y científicos, y las circunnavegaciones del globo se convirtieron en algo habitual. “¡Me alegro de que estés con Rusia!”, escribió con entusiasmo el historiador Nikolái Karamzin al explorador. 

4. Franz Eduard von Totleben

“Sin Totleben habríamos estado completamente acabados”, así describió el almirante Pavel Najímov, uno de los comandantes de la defensa de Sebastopol en la Guerra de Crimea de 1853-1856, los trabajos de fortificación de la ciudad llevados a cabo por el ingeniero militar Franz Eduard von Totleben, natural de Mitau (la actual Jelgava, en Letonia). Fue en gran parte gracias a sus esfuerzos que la base principal de la Flota del mar Negro resistió durante casi un año a las fuerzas combinadas de Gran Bretaña, Francia, el Imperio Otomano y el Reino de Cerdeña.

Eduard Ivánovich (la versión rusificada de su nombre) Totleben llegó a Sebastopol poco antes de que se acercaran las tropas enemigas y no perdió ni un segundo. Rápidamente comenzaron a instalarse numerosos reductos y puntos fuertes alrededor de la ciudad, se construyeron kilómetros de muros de sacos de arena y se creó una red de trincheras.

Asedio de Sebastopol.

No hubo tiempo para construir fortificaciones adecuadas con la fuerza necesaria. Sin embargo, todos los accesos a la ciudad fueron dotados de sólidas defensas frontales y laterales tanto de cañones como de armas ligeras. Después de haber pretendido tomar Sebastopol en poco tiempo, los aliados se vieron obligados a pasar a un asedio sistemático de la ciudad.

A pesar de que la ciudad cayó al final, los servicios de Totleben fueron debidamente reconocidos por las autoridades. Se le encomendó la modernización de las antiguas redes de líneas defensivas y la construcción de otras nuevas desde el mar Báltico hasta Kiev. Eduard Ivánovich volvió al campo de batalla en 1877, cuando la experiencia y las habilidades del talentoso ingeniero militar fueron necesarias en el asedio de la ciudad turca de Plevna (la actual Pleven, en Bulgaria) por parte de las tropas rusas.

5. Konstantín Thon

Sin embargo, no todos los alemanes en Rusia eligieron el servicio militar o estatal como carrera. Konstantín Thon, hijo de un joyero alemán establecido en San Petersburgo, se dedicó a la arquitectura.

Thon fue el fundador del llamado estilo bizantino ruso, en el que se combinaban rasgos del clasicismo ruso con elementos decorativos extraídos de la arquitectura rusa antigua. Este fue el estilo en el que Konstantín Andreievich propuso reconstruir la iglesia de Santa Catalina Mártir en San Petersburgo en 1830. Al emperador Nicolás I le gustó tanto el diseño que tomó al joven arquitecto bajo su tutela y le concedió total libertad creativa.

Catedral de Cristo Salvador en 1896.

En 1839 se pusieron los cimientos de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú. La construcción iba a durar 20 años. Aunque las autoridades seculares y religiosas querdaron muy satisfechas con la catedral, ésta no generó mucho entusiasmo entre los moscovitas. “La iglesia del Salvador es uno de los mayores monumentos a la inutilidad extravagante: parece un enorme samovar, en torno al cual se ha reunido complacientemente el Moscú patriarcal”, escribió el príncipe Evguéni Trubetzkói. La catedral fue demolida en 1931 y sólo se reconstruyó tras la caída de la Unión Soviética.

El Gran Palacio del Kremlin.

Konstantín Thon fue el autor de muchos proyectos arquitectónicos destacados: edificios, catedrales y monumentos, como el edificio de la estación Moskovski de San Petersburgo y el de la estación Leningradski de Moscú. Aparte de la Catedral de Cristo Salvador, la obra más destacada del arquitecto fue el Gran Palacio del Kremlin, que hoy alberga la residencia ceremonial del presidente ruso.

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