A mediados del siglo XV, cuando la impresión de libros apareció por primera vez en Europa, comenzó a crecer en Rusia el interés por la lectura y el coleccionismo de libros. Sin embargo, cien años después de la aparición de la Biblia de Gutenberg (década de 1450), no hubo intentos de imprimir libros en el zar de Moscovia. El bibliógrafo Vasili Rumiántsev lo atribuye al “extraordinario desarrollo de la actividad manuscrita” y a la excesiva diligencia de los rusos en la copia de libros. Un gran número de escribas se ganaba la vida con ello.
Existían algunos libros rusos impresos, que se publicaban en imprentas extranjeras (sobre todo alemanas y polacas) desde principios del siglo XVI y se vendían a los rusos.
La mayoría de los libros eran textos sagrados para servicios litúrgicos. Sin embargo, los manuscritos contenían muchas inexactitudes, casi siempre por culpa de los escribas. En aquella época, el zar Iván el Terrible había iniciado la construcción de un gran número de nuevas iglesias y monasterios, y todos ellos necesitaban sus propios libros litúrgicos, que debían ser versiones canónicas idénticas.
La impresión de libros debía ayudar a difundir la “ilustración” en las nuevas tierras rusas, incluido el Janato de Kazán, del que Iván el Terrible se había apoderado recientemente.
La primera editorial de Moscú
Por invitación del zar ruso, el danés Hans Messingheim llegó a Moscú. Se le asignó como aprendiz a Iván Fiódorov, diácono de una de las iglesias del Kremlin (que ya no existe), junto con Piotr Mstislávets y el grabador Vasiuk Nikíforov como ayudantes. (Probablemente, Nikíforov ejecutó las letras e hizo los grabados). Se encargó una imprenta a Polonia, donde ya se habían publicado libros rusos anteriormente.
En 1553 ya se habían empezado a imprimir libros de forma anónima, y lo más probable es que el propio Hans Messingheim dirigiera el proceso. Sin embargo, se considera que el primer libro impreso en Rusia es el Apostolos de 1564, fechado con precisión y firmado por el editor, Iván Fiódorov. Contiene los Hechos de los Apóstoles del Nuevo Testamento, las Epístolas de Santiago, Pedro, Juan y Pablo, y el Libro del Apocalipsis. Se cree que se imprimieron unos 2.000 ejemplares, de los que se conocen algo menos de 100.
Los bibliófilos han admirado la calidad de este primer libro impreso, en particular, los trazos finos, el tamaño regular de las letras y el hecho de que estén dispuestas en líneas rectas y que las distancias entre las letras y entre las líneas sean constantes y uniformes en todo momento. Además, el tipo de letra imita la escritura manual y está ligeramente inclinado hacia la derecha.
El libro tiene también un epílogo de Iván Fiódorov, donde cuenta que el zar Iván Vasílievich [Iván el Terrible], con la bendición del metropolita Macario, le ordenó buscar artesanos y levantar un edificio para la imprenta, y que el zar no escatimó oro de su tesorería para ello.
Sin embargo, los escribas de libros se opusieron fuertemente a los impresores, creyendo que éstos les quitaban el sustento. Unos desconocidos llegaron a incendiar el “patio de la imprenta”.
El diplomático inglés del siglo XVI Giles Fletcher afirmó en su obra Of the Russe Common Wealth que los altos cargos de la Iglesia estaban detrás de los agravios y del incendio provocado. Escribió que se oponían a la extensión de la ilustración, “como [si] temieran que se descubriera su ignorancia e impiedad”. El propio Fiódorov lo confirmó indirectamente. Escribió sobre el acoso al que había sido sometido el “justo oficio de la imprenta”, explicándolo en términos de envidia común por parte de ciertos “líderes de la Iglesia”.
En 1568, el zar ordenó la reanudación de la impresión de libros en Moscú: Andrónik Nevezha, alumno de Iván Fiódorov, comenzó a trabajar en la nueva imprenta. Iván el Terrible estableció otra imprenta en su finca Alexandróvskaia Slobodá. Con el tiempo, la imprenta no hizo más que expandirse, pero hasta principios del siglo XVIII y el reinado de Pedro el Grande sólo se publicaban libros eclesiásticos.
El impresor de libros desterrado
Tras el incendio provocado, el propio Fiódorov se vio obligado a huir precipitadamente al Gran Ducado de Lituania. Consiguió llevarse consigo equipos de impresión, juegos de tipos y planchas de grabado. Algunos historiadores han propuesto la teoría de que la partida de Fiódorov fue ordenada por Iván el Terrible, ya que quería establecer buenas relaciones con los ricos lituanos seguidores de la fe ortodoxa enviándoles al maestro impresor.
Con la financiación del Hetman lituano, Fiódorov fundó una imprenta cirílica en la ciudad de Zabłudów (hoy en Polonia), y en la década de 1570 estableció una imprenta en Leópolis (hoy en Ucrania), la capital del voivodato ruteno dentro de la Mancomunidad Polaco-Lituana. Allí, Fiódorov publicó otra edición del Apostolos (1574), con un extenso epílogo en el que describía su trabajo como impresor y relataba cómo había sido acosado.
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