En los primeros años de la Guerra Fría, los agentes de la CIA sabían que Moscú era el destino más peligroso y desafiante del mundo. Dadas las duras condiciones, los agentes de la CIA desarrollaron reglas de operación no escritas. Diseñadas para proteger a los agentes y a sus fuentes en la lucha despiadada con el KGB, pasaron a la historia como las Reglas de Moscú.
La ciudad más peligrosa
Cuando los agentes de la CIA destinados en Moscú trataban cualquier tema delicado dentro de los muros de la Embajada de EE UU, lo hacían en lo que llamaban la “burbuja”, una estructura de plástico transparente que se asemejaba a una cúpula que descendía sobre una mesa para dos.
“Conocida como la burbuja, era la única sala de Moscú en la que una persona podía tratar información sensible sin ser escuchada por el KGB”, escribió Tony Méndez, un ex agente de la CIA que sirvió en Moscú durante la Guerra Fría y que se convirtió en escritor tras su jubilación.
Se decía que Moscú era la prueba más dura para los espías estadounidenses durante la Guerra Fría por una razón. Al principio la CIA era una institución relativamente nueva que se enfrentaba al amplio aparato del KGB, que había heredado mucha experiencia de su predecesor, el NKVD.
Pero, ¿por qué Moscú era una ciudad tan peligrosa para los agentes de la CIA durante la Guerra Fría?
Ojos en todas partes
Un puñado de agentes de la CIA destinados en Moscú durante los primeros años de la Guerra Fría se encontraron operando en un entorno en el que los extranjeros eran, metafóricamente hablando, un “trapo rojo para un toro”.
Los agentes de la CIA que trabajaron en Moscú durante la Guerra Fría recuerdan que la 7ª dirección del KGB, responsable de la vigilancia, estaba sobre ellos en todo momento.
Para la CIA, esa estrecha vigilancia hacía prácticamente imposible merodear por Moscú y reunirse con sus fuentes soviéticas en secreto.
“En Moscú [...] los coches diplomáticos estadounidenses solían estar bajo estrecha vigilancia vehicular en el momento en que atravesaban las puertas de la embajada. Los equipos de vigilancia que esperaban fuera del recinto entraban entonces en acción, siguiendo al vehículo estadounidense hasta que regresaba a la embajada”, escribió el ex agente de la CIA Méndez.
Además de seguir a los estadounidenses en Moscú, el KGB utilizó tecnología para espiar al personal de la embajada y a la CIA.
Cuando los rusos construyeron una nueva embajada de EE UU en Moscú a finales de los años 70, el KGB la llenó de micrófonos en la fase de albañilería.
“La única manera de hacer que ese edificio fuera seguro era cortar los tres pisos superiores más o menos del edificio y tirarlos y reconstruirlos utilizando mano de obra estadounidense y material estadounidense”, dijo Ray Parrack, ex oficial técnico superior de inteligencia (retirado) de la CIA, comentando para el documental de Netflix Spycraft.
En caso de que sus agentes cometieran un error y perdieran su objetivo, el aparato de seguridad soviético podía confiar en los ciudadanos soviéticos, a los que se animaba a estar atentos y a informar de cualquier cosa sospechosa a las autoridades.
Además, el KGB no se privó de intimidar a los agentes encubiertos de la CIA con métodos más siniestros.
“Un estadounidense en Moscú, podía regresar de unas vacaciones y encontrar la puerta del apartamento forzada. Entonces se le amonestaría -quizás alguien había olido humo- y se le recordaría que no cerrara las puertas cuando se fuera para poder acceder a su apartamento sin derribar la puerta”, escribió Méndez.
Las reglas de Moscú
La CIA tuvo que dar un paso al frente. Obligada a aprender de sus errores en la primera etapa de la lucha, se cree que la estación de la CIA en Moscú desarrolló un conjunto de principios rectores, conocidos como las “Reglas de Moscú”.
Como nunca hubo un documento escrito que especificara las reglas, éstas varían según la fuente. En el Museo Internacional del Espionaje de Washington D.C., las “Reglas de Moscú” son las siguientes
- No asuma nada
- Nunca vaya en contra de su instinto
- Todo el mundo está potencialmente bajo el control de la oposición
- No mire atrás; nunca estás completamente solo
- Sigue la corriente, mézclate
- Varíe sus patrones de actuación y manténgase dentro de su cobertura
- Deles tregua con una sensación de complacencia
- No acose a la oposición
- Elija el momento y el lugar de la acción
- Mantenga sus opciones abiertas
Otras fuentes ofrecen diferentes versiones de las "Reglas de Moscú" de la CIA. Sin embargo, lo que todas ellas tienen en común es la inequívoca sensación de inmenso peligro que las hizo necesarias en primer lugar.
“Aunque nadie las había escrito, eran los preceptos que todos entendíamos... Al llegar a Moscú, todo el mundo conocía estas reglas. Eran muy sencillas y llenas de sentido común”, escribió Méndez.
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