Los periódicos 'orales' que crearon los bolcheviques

Historia
ALEXANDRA GÚZEVA
Imagínese que en lugar de leer el último periódico o el smartphone, una persona especialmente formada va a su casa y le cuenta las noticias... Así es como funcionaban más o menos los periódicos orales de los años 20.

En 1917, cuando se produjo la Revolución bolchevique, el porcentaje de personas alfabetizadas en Rusia apenas superaba el 20%. Una de las principales tareas de los bolcheviques fue eliminar el analfabetismo, lo que comenzaron en 1919. Pero enseñar a la gente a leer requería tiempo, y la propaganda tenía que trabajar rápidamente. Al fin y al cabo, la población analfabeta - obreros, campesinos y soldados - era el público objetivo en este caso. Sin embargo, este no era el único problema en aquellos años: también había una gran escasez de recursos para la prensa. La situación se resolvió de forma bastante clara: se inventaron los “periódicos orales”.

La escasez de papel en el país durante la Guerra Civi fue una condición previa para la aparición de este fenómeno único: los periódicos orales.

Al principio los periódicos revolucionarios de los bolcheviques se leían en voz alta a grandes grupos de personas. La primera revista profesional soviética, Periodista rojo, escribió extensamente sobre los “periódicos orales” y sus “editores” compartieron sus experiencias y éxitos.

Por ejemplo, en la ciudad de Smolensk, se leía un periódico oral dos veces por semana en el parque central: había artículos de actualidad y noticias locales. Sin embargo, los editores señalaron que la sátira, el humor y la poesía eran de especial interés para los oyentes. El tiempo de lectura recomendado no era superior a una hora.

Con el tiempo, quedó claro que un texto periodístico normal era difícil de escuchar y que había que procesar el material especialmente para la lectura oral. Además, la lectura sólo podía confiarse a un buen orador. Los trenes y vagones de propaganda comenzaron a circular por todo el país, proyectando películas y también leyendo periódicos orales, haciendo llamamientos ideológicos y contando las principales noticias y victorias de los rojos.

Pero los soldados, por ejemplo, se aburrían a menudo. De modo que de los periódicos “orales” surgieron los periódicos “en vivo”, que eran toda una representación teatral.

Los actores aficionados escenificaron sketches que mostraban claramente lo malo que era el enemigo burgués y por qué había que combatirlo. Cantaban canciones y cancioncillas y se hacían figuras gráficas.

El fenómeno tuvo tanta repercusión que los “periódicos en vivo” existieron hasta los años 30, y aparecieron un gran número de grupos de teatro amateur que representaban el material. Con el tiempo, los programas se volvieron cada vez más sofisticados, tanto en términos de contenido como de escenografía.

Los periódicos vivos también tenían que transmitir información práctica al público. Por ejemplo, las normas sanitarias y la prevención de enfermedades infecciosas. Con el tifus y el cólera haciendo estragos en el país, las brigadas dedicaban a veces números enteros a la lucha contra las enfermedades, cómo deshacerse de los piojos, ventilar la habitación y beber sólo agua limpia. Todo ello en forma de divertidas cancioncillas.

Contienes la respiración en la garganta,

Estás mirando el papel...

Verás la verdad, no el mito.

Lo verás en el periódico.

La principal diferencia con el teatro era que los periódicos en directo tenían que montar espectáculos sobre temas de actualidad y políticos. Después de la Guerra Civil, las representaciones ya no se hacían delante de los soldados, sino en clubes, centros culturales, escuelas y parques.

Uno de los grupos teatrales de propaganda más populares era la Blusa azul. Tenía muchas brigadas que llevaban el arte revolucionario y la información política a las masas, utilizando trajes de vanguardia y acompañamiento musical.

Escenas, monólogos, coplas, cancioncillas: los periódicos animados definieron incluso el desarrollo de la prensa soviética y su particular afición por la sátira y los folletines. Y cuando se erradicó el analfabetismo, los artistas representaron sketches y monólogos de larga duración sobre temas de actualidad en parques y centros culturales de toda la URSS.

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