A menudo se describe a estas personas como si hubieran “nacido con una cuchara de plata” en la boca. Hija del magnate minero austriaco Max Heynsius von Mayenburg, Ruth no sólo pertenecía a una familia rica, sino a una de antiguas raíces aristocráticas. Su vida de privilegio y lujo estaba garantizada, pero en lugar de la aburrida vida de un miembro de la alta sociedad, eligió el comunismo y el espionaje soviético.
Socialista-aristócrata
La fascinación de Von Mayenburg por los ideales de la izquierda comenzó en su juventud. En 1932, con 25 años, se afilió al Partido Socialdemócrata de Austria y al Frente de Juventudes Socialistas. Se casó por segunda vez con Ernst Fischer, una prominente figura de la izquierda.
La pareja observó los alarmantes acontecimientos en Austria, ya que su canciller Engelbert Dollfuss comenzó a adoptar la vía del fascismo basada en el modelo italiano. En febrero de 1934, una rebelión socialista armada de la Republikanischer Schutzbund intentó derrocar al gobierno, pero fue brutalmente reprimida por sus fuerzas. Ruth y su marido huyeron rápidamente del país.
Checoslovaquia fue su primer hogar, seguido de la Unión Soviética, donde el 1 de mayo de 1934, junto con otros miembros de la Schutzbund que habían escapado, Ruth participó en un desfile en la Plaza Roja de Moscú. Para entonces, ya era una comunista entregada.
Agente de inteligencia
No fue difícil para la inteligencia soviética reclutar a una aristócrata austriaca, que sería conocida como “Lena” en el Departamento de Inteligencia del Ejército Rojo. Entre 1934 y 1938, estuvo en servicio activo en Europa, sobre todo en la Alemania nazi.
El informante más valioso de la “Condesa Roja” fue el general Kurt von Hammerstein-Equord, con cuya familia mantuvo estrechos lazos de amistad durante muchos años. A pesar de su alto rango en la Wehrmacht, era un firme opositor a Hitler, y accedió gustosamente a ayudar a su vieja amiga.
Los detalles sobre la información que von Mayenberg logró adquirir para Moscú con la ayuda del general siguen siendo secretos. Sin embargo, se sabe que estaba relacionada con las capacidades de defensa de Alemania, el ritmo de rearme de la Wehrmacht, la cooperación del Tercer Reich con Italia, así como la actitud de la élite político-militar alemana hacia Hitler.
Tan valiosa fue la información adquirida por la Condesa Roja que, en 1938, Ruth recibió el rango de Coronel, mientras que el Comisario del Pueblo para la Defensa, Kliment Voroshilov, llegó a expresar su gratitud personal. También utilizó a von Mayenburg personalmente para transmitir su propuesta de que Hammerstein-Equord y su familia se trasladaran a la URSS. El general, sin embargo, declinó y se propuso en cambio participar en conspiraciones contra Hitler hasta su muerte por cáncer en 1943.
Regreso a casa
En 1938, Ruth von Mayenburg se alejó del trabajo de inteligencia y regresó a la Unión Soviética. Su amor por su nueva patria sufrió mucho en medio de las represiones masivas de Iósif Stalin (conocidas como “El Gran Terror”), así como la firma totalmente inesperada del Pacto Molotov-Ribbentrop. “Es como si el reloj de la Torre del Kremlin se hubiera parado de repente”, opinó más tarde sobre el acuerdo soviético-alemán: “Fue una experiencia increíblemente embarazosa, y no pudimos superar este sentimiento de vergüenza durante algún tiempo”.
A pesar de esta decepción, la Condesa Roja siguió siendo comunista (acabó abandonando el Partido Comunista austriaco en 1966). Von Mayenburg trabajó posteriormente en el Cominter y se incorporó a la Dirección Política Principal del Ejército Rojo. En 1943, actuó como enlace para los prisioneros de guerra austriacos capturados en Stalingrado.
Tras el final de la guerra, junto con su marido, Ruth regresó a Austria, donde trabajó durante un tiempo como secretaria general de la Sociedad de Amistad Austriaco-Soviética. Más tarde, y hasta su muerte en 1993, se dedicó a la traducción y a escribir sus memorias, sobre su estancia en la Unión Soviética y sus camaradas en la batalla por el socialismo.
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