La Guerra de la Independencia estadounidense fue una época estelar para el marino escocés John Paul Jones. No sólo fue oficial de la Armada Continental, sino uno de los más exitosos.
Jones se dedicó activamente a ejercer de corsario frente a las costas de Gran Bretaña, a la caza de barcos mercantes enemigos. También se le atribuye una de las mayores victorias navales americanas del conflicto: la captura de la balandra británica ‘Drake’ y de la fragata de 50 cañones ‘Serapis’.
Cuando la guerra terminó en 1783, “el padre de la Marina estadounidense”, como se suele llamar a Jones, se quedó sin trabajo. Languideció como diplomático en Europa hasta 1787, cuando de repente se le presentó la oportunidad de volver al mar. El Imperio ruso, entonces en guerra con los turcos, estaba interesado en contratar sus servicios.
Al servicio de Rusia
Catalina la Grande ascendió inmediatamente a Jones al rango de contralmirante (en la marina estadounidense había sido un simple capitán), y lo envió al mar Negro bajo el mando de Su Alteza Serenísima el príncipe Grigori Potemkin. “Este hombre es muy capaz de difundir el miedo y la inquietud entre el enemigo. Su nombre, me parece, es conocido por usted. Cuando se le presente, será mejor que determine por sí mismo si tal rumor le hace justicia”, escribió la emperatriz al líder militar ruso.
“Pavel” Jones, como fue rebautizado el comandante naval estadounidense a la manera rusa, validó su reputación. Al mando de una escuadra de 11 barcos, junto con la flotilla de remos del contralmirante Karl Nassau-Siegen, derrotó a la flota turca en junio de 1788 cerca de la fortaleza de Ochakov en el mar Negro. El enemigo perdió 15 barcos, con 6.000 muertos y 1.500 prisioneros.
A Jones le resultó mucho más difícil entablar relaciones personales. Su comunicación con Potemkin era escueta y formal, mientras que él y Nassau-Siegen, según el ayudante del príncipe, el conde Roger de Dame, “se odiaban de corazón”.
Como resultado, incluso antes de que terminara la guerra, Pavel Jones fue llamado a San Petersburgo con el pretexto de ser asignado a la Flota del Báltico. Sin embargo, en su lugar tuvo que soportar una de las pruebas más duras de su vida.
Escándalo
El 31 de marzo de 1789, la madre de Ekaterina Stepanova (Goltzwart), de diez años, acusó al contralmirante de violar a su inocente hija. El caso fue ampliamente difundido y llegó hasta la propia emperatriz.
Casi inmediatamente, el 2 de abril, Jones envió un mensaje al jefe de la policía de San Petersburgo, Nikita Rileev, en el que argumentaba que Stepanova no era ni mucho menos una inofensiva simplona, sino “una niña disoluta que visitó mi casa varias veces y con la que a menudo retozaba, pero siempre pagando por ello”.
Sin embargo, el contralmirante pronto cambió su versión de la historia. Le dijo a su amigo, el embajador francés, el conde Louis Philippe de Ségur (el único que no había renunciado a él en la sociedad de San Petersburgo) que no había tenido relaciones sexuales con Stepanova, sino que había sido víctima de una estafa por parte de ella y de su madre.
Según esta nueva versión de los hechos, la muchacha había venido a preguntarle si tenía ropa de cama o encaje que necesitara remendar, pero él no tenía ninguna. “Entonces empezó a hacer gestos obscenos. Le aconsejé que dejara esa desagradable actividad, le di dinero y le dije que se fuera”, relató Ségur las palabras de Jones: “En cuanto salió por la puerta, se arrancó las mangas y el pañuelo de encaje, gritó ‘¡Violación!’ y se lanzó a los brazos de Mamá Goltzwart, que de repente apareció por allí”.
Al encontrarse en el centro de un gran escándalo, el contralmirante cayó en una profunda depresión. Ségur llegó a salvarle del suicidio, al encontrar a su amigo en su casa con una pistola cargada en la mano.
Sin embargo, en el transcurso del proceso se demostró que la madre había mentido tanto sobre la edad de su hija (en realidad tenía 12 años, una edad todavía considerada temprana pero aceptable para la actividad sexual en aquella época) como sobre la violación: Stepanova se había reunido con Jones en repetidas ocasiones. El estadounidense estaba seguro de que detrás del escándalo había un malhechor en los más altos círculos del poder. Su identidad, sin embargo, sigue siendo desconocida.
La salida
A pesar de que se retiraron todos los cargos contra John Paul Jones, seguía siendo persona non grata en Rusia. Nunca recibió su esperado traslado a la Flota del Báltico, a diferencia de su enemigo Nassau-Siegen, que bien podría haber sido el que conspiró contra el contralmirante.
Catalina la Grande concedió al comandante naval estadounidense una excedencia de dos años con retención de rango y salario. De hecho, se le licenció, y Pavel Jones se negó a aceptarlo.
Sin embargo, sus numerosas peticiones a las autoridades quedaron sin respuesta. En agosto de 1789, un enfadado y amargado John Paul Jones se vio obligado a abandonar Rusia para siempre.