Escuadrón Leónidas: Los kamikazes de Hitler que se lanzaron contra el Ejército Rojo

Dominio público
Como los japoneses en el Pacífico, los alemanes en Europa tuviero su propia unidad de pilotos suicidas. La última esperanza del Tercer Reich, ellos también fallaron en cambiar el curso de la guerra.

Todo el mundo ha oído hablar de los pilotos suicidas japoneses, los kamikazes, que chocaban sus aviones contra los buques de guerra estadounidenses. Sin embargo, pocos saben que no fueron los únicos pilotos de la Segunda Guerra Mundial que participaron deliberadamente en misiones suicidas. El Tercer Reich tuvo una unidad similar de fanáticos, creada para atacar a las tropas soviéticas.

Escuadrón Leónidas

“Me ofrezco como voluntario para la unidad suicida como piloto de bombas guiadas. Soy plenamente consciente de que la participación en este acto me llevará a la muerte", era la declaración hecha por los que se inscribían a la 5º escuadrilla de la Kampfgeschwader (“ala de combate”) 200 de la Luftwaffe, cuya tarea era detener el avance aliado a costa de sus propias vidas. Durante todo el período de la guerra, más de 70 voluntarios se alistaron en ella.

Hanna Reitsch

Curiosamente, la idea de crear una unidad de pilotos suicidas se les ocurrió a los alemanes incluso antes que a los japoneses. En febrero de 1944, fue propuesta por el saboteador Otto Skorzeny y el oficial de la Luftwaffe Heio Herrmann, y apoyada por el Reichsführer-SS Heinrich Himmler y la famosa piloto de pruebas Hanna Reitsch. Fue ella quien persuadió a Hitler para que diera la orden de iniciar el proyecto Selbstopfer (Autosacrificio).

Extraoficialmente, la 5º escuadrilla fue bautizada ‘Escuadrón Leónidas’ en honor al rey espartano que, según la leyenda, junto con 6.000 soldados griegos, luchó y murió heroicamente en la Batalla de las Termópilas en el 480 a.C. contra un ejército persa de 200.000 hombres. El mismo tipo de valiente auto-sacrificio se esperaba de los pilotos alemanes.

Buscando el arma más mortal

Fieseler Fi 103R

El primer paso fue decidir qué aeronave usar para destruir el equipo y la infraestructura del enemigo. Hannah Reitsch insistió en convertir los cazas experimentales Messerschmitt Me-328 en aviones suicidas, pero no obtuvieron buenos resultados en las pruebas.

La idea de usar el proyectil Fieseler Fi 103R Reichenberg, una versión tripulada de la bomba voladora V-1, también fracasó. Mostraba características de vuelo pobres, siendo difícil de controlar, además de ladearse constantemente.

No todos en la Luftwaffe compartían el entusiasmo de Hannah Reitsch por la inmolación. Werner Baumbach, comandante de la Kampfgeschwader 200, que incluía a la unidad Leónidas, se opuso al sacrificio de aviones y vidas humanas.

Messerschmitt Me 328.

Preferíaa el sistema compuesto de bombarderos Mistel (“Muérdago”), también conocido comoVati und Sohn (Papá e Hijo). Encima de un bombardero Ju-88, sin tripulación y cargado de explosivos, iba fijado un caza, cuyo piloto controlaba todo el sistema. Al llegar al objetivo, el piloto se separaba el bombardero, que impactaba contra el enemigo, mientras que el caza regresaba a la base.

No obstante, el lento Mistel era una presa fácil para los cazas aliados y se usó con moderación en los frentes occidental y oriental. Tampoco se usó ampliamente en la 5º escuadrilla.

En la batalla

Fw 190.

Debido a las incesantes disputas de los comandantes de la Luftwaffe y a su incapacidad para llegar a un consenso sobre el arma más eficaz, el escuadrón Leónidas no se convirtió en una fuerza de combate formidable.

Sus pilotos comenzaron a volar en misiones suicidas sólo hacia el final de la guerra, cuando el Ejército Rojo ya se acercaba a Berlín. Las misiones agotaron todos los aviones que aún estaban a disposición de la Luftwaffe, principalmente cazas Messerschmitt Bf-109 y Focke-Wulf Fw-190, repletos de explosivos y con los tanques de gasolina medio vacíos, solo lo suficiente para un vuelo de ida.

Los objetivos de los “kamikazes” alemanes fueron los puentes sobre el río Óder construidos por las tropas soviéticas. Según la propaganda nazi, 35 pilotos suicidas consiguieron destruir 17 puentes y pasos en los ataques. En realidad, sólo fue destruido el puente ferroviario de la ciudad polaca de Küstrin.

A pesar de causar cierta consternación entre las unidades del Ejército Rojo que avanzaban, el Escuadrón Leónidas no fue capaz de hacer nada de importancia. Cuando el 21 de abril las tropas soviéticas llegaron a la ciudad de Jüterbog, donde se encontraba la base de la unidad suicida, se detuvieron todos los vuelos, se evacuó al personal y la escuadrilla unidad dejó de existir.

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