Además de a la escuela, muchos niños soviéticos asistían a grupos de diversos pasatiempos. Estos estaban pensados, en parte, para divertirse fuera de la escuela, pero también ayudaban a los niños a decidir qué querían hacer con su vida.
El primero de estas asociaciones nació en Moscú y luego se extendió por otras ciudades soviéticas a principios de los años 20. Fueron llamadas “casas de pioneros” o “palacios de los pioneros”. En cierto sentido, eran verdaderos palacios de antiguas mansiones de comerciantes que habían sido expropiadas después de la revolución bolchevique de 1917. Los palacios de los pioneros fueron descritos por las revistas soviéticas como “laboratorios para criar una nueva clase de ciudadanos cultos de la patria socialista”.
Antes de la guerra, sólo las grandes ciudades como Jarkov, Leningrado, Kiev y Taganrog tenían casas y palacios de pioneros, pero en la década de 1950 comenzó un auge de su construcción en todo el país. En pocos años, se pusieron los cimientos de más de 2.000 casas de pioneros, y a finales de los 80 ya había 3.800. Y cada una de ellas tenía docenas de clubes diferentes.
Una de las más grandes fue la Casa de los Pioneros de Moscú, que se abrió en el barrio de Chistie Prudi en 1936 (aunque más tarde se trasladó a Vorobiovi Gori en la década de 1960). Sólo un año más tarde era sede de más de 170 clubes a los que asistían unos 3.000 niños y niñas. Algunos de ellos se convertirian en famosos directores de cine, como Alexánder Mitta, Stanislav Rostotski y Rolan Bikov. Los participantes en estos clubes podían, entre otras cosas, aprender a dibujar, bailar o estudiar literatura. Destacados escritores de la época como Agniya Barto, Kornei Chukovski y Samuil Marshak los visitaron para encontrarse con los pioneros.
Se prestó mucha atención a los talleres técnicos. En casi todas las ciudades soviéticas, los niños podían unirse a clubes de jóvenes inventores y grupos especializados en el hacer maquetas de aviones, de trenes, barcos, comunicaciones, técnicas de fotografía o el cine.
No había división por género, pero las chicas se unían a clubes de costura y talleres de ballet y teatro más a menudo que a grupos de ingeniería. Las clases de póquer y carpintería eran más populares entre los chicos, aunque a veces sucedía lo contrario.
Los adolescentes apasionados por los coches no sólo podían aprender sobre el diseño de vehículos, sino también conducirlos por su cuenta. Algunas casas de pioneros incluso tenían pistas de karting y de motocross.
¡Y si había jóvenes motoristas, entonces por supuesto también tuvo que haber clubes para jóvenes inspectores de tráfico! Llevaban uniformes azules oscuros para las clases y estudiaban seguridad vial.
También había innumerables clubes deportivos para niños, muchos de ellos con un enfoque militar y patriótico. Además de las escuelas deportivas, había clubes para jóvenes francotiradores, paracaidistas, operadores de señales y adiestradores de perros, así como clubes de navegación y de turismo. En este último no se trataba de aprender a llevar las reservas de un un hotel. En su lugar, se llevaba a los niños a excursiones y caminatas y a hacer rafting por los ríos.
Y después del famoso viaje de Yuri Gagarin al espacio, jóvenes clubes de cosmonauta aparecieron en diferentes ciudades soviéticas. En estos, los adolescentes estudiaban los aspectos teóricos del diseño de cohetes y la historia de la exploración espacial, pero también se sometían a entrenamiento de vuelo en simuladores.
Después del colapso de la URSS, la mayoría de los clubes se convirtieron en instituciones privadas o cerraron por completo. Pero algunos talleres técnicos aún están disponibles en Rusia de forma gratuita. Por ejemplo, todavía se pueden encontrar ferrocarriles para niños, así como clubes de cosmonauta en centros espaciales.
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