La pandemia de coronavirus ha tenido un gran impacto en los eventos que Rusia celebra para conmemorar el 75 aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi. El más importante de todos, el tradicional desfile militar en la Plaza Roja, había sido programado para el 9 de mayo pero se cambió al 24 de junio. La elección de la fecha no es casual. Este día de 1945 se celebró el primer Desfile de la Victoria en Moscú.
El 15 de mayo de 1945, durante una cena festiva Stalin habló de la idea de celebrar un “desfile especial” en Moscú, en el que participarían representantes de todos los frentes militares que se hubieran distinguido particularmente en la batalla. Una semana más tarde, el Estado Mayor presentó su plan para un desfile de la victoria y pidió dos meses para prepararlo; pero solo se les dio un mes para los preparativos.
El líder soviético se negó a revisar el Desfile de la Victoria personalmente, aludiendo a su edad. La inspección la llevó a cabo el mariscal Gueorgui Zhúkov y estuvo comandado por el mariscal Konstantín Rokossovski. Según las memorias de Zhúkov, la verdadera razón fue que Stalin no había aprendido a montar a caballo a tiempo y en una ocasión evitó por poco una lesión importante al caerse de un pura sangre.
Para el desfile se formaron regimientos combinados de diez frentes del ejército y un regimiento naval combinado. Un total de 2.809 oficiales, incluyendo 249 generales, 31.115 sargentos y soldados rasos, así como 1.400 músicos en una orquesta militar combinada. Fue el mayor Desfile de la Victoria de la historia. El sargento de guardia Alexánder Popov recordó: “Cada uno de nosotros tenía sentimientos encontrados en sus corazones. Por un lado, no podíamos dejar de pensar en las enormes pérdidas que habíamos sufrido en la guerra y las dificultades de los civiles en la retaguardia. Al mismo tiempo, de pie en el desfile, pensaba que si mi padre hubiera estado vivo, al menos habría estado orgulloso de su hijo”.
Los preseleccionados para participar en el desfile tenían que cumplir ciertos requisitos: tenían que ser altos (según los estándares de la época), menores de 30 años y haber demostrado valor y heroísmo en la batalla. “La instrucción era llevar a personas de al menos 174 cm de altura”, recordó Alexéi Kudriavtsev, contramaestre de la clase I de la Flotilla del Dniéper. “Medía 173 cm, pero aún así me dejaron participar. Después de todo, también dependía de muchas otras cosas. Por ejemplo, tenía una condecoración y un buen historial de servicio y me había comportado bien durante mi servicio. Tenía buenas referencias”.
También hubo soldados extranjeros que participaron en el Desfile de la Victoria. Miembros del ejército polaco, que habían luchado desde el este de Bielorrusia hasta Berlín junto con el Ejército Rojo, desfilaron en una columna separada. El único general extranjero considerado digno de comandar uno de los regimientos combinados del Ejército Rojo en el desfile junto a los comandantes soviéticos fue el búlgaro, Vladímir Stoichev.
Durante el desfile, se suponía que los soldados debían pasar por delante del Estandarte de la Victoria que se había levantado en el edificio del Reichstag. Los que habían realizado aquella hazaña en la batalla de Berlín -Stepán Neustroev, Melitón Kantaria, Mijaíl Yegórov y Alexéi Berest- fueron invitados a Moscú para participar en el acto. Sin embargo, después de sufrir numerosas heridas, no podían desfilar bien. Como hubiera sido ridículo cambiar los portabanderas, se abandonó la idea, la bandera se colocó en un museo y los héroes ocuparon sus puestos en las tribunas, entre los invitados de honor. “No me ofendí al descubrir que no participaría en el Desfile de la Victoria, pero pensé para mis adentros: a la hora atacar, Neustroev fue el primero en ir, pero en cuanto a la participación en el desfile, resulta que no soy adecuado”, recordó Stepán Neustroev.
“Cuando las últimas columnas de los regimientos combinados pasaron frente al Mausoleo, la música ceremonial fue reemplazada por un tambor mientras avanzaba una columna de hombres. Los soldados soviéticos llevaban, mirando al suelo, los estandartes de las formaciones fascistas aplastadas. Al llegar hasta el Mausoleo giraron con precisión para colocarse frente a él y los arrojaron al suelo, al pie del Mausoleo”, recordó el Teniente de la Segunda Guardia Arkadi Zájarov. Después del desfile, los trofeos capturados fueron enviados a un museo se quemaron los guantes que los soldados habían usado para llevarlos.
En el desfile se sacaron 1.850 piezas de material militar, incluidos los legendarios tanques T-34, los sistemas de artillería de cohetes Katiusha y los tanques pesados IS-2.
El equipamiento suministrado por los aliados a la URSS bajo el programa de préstamo-arrendamiento tampoco se dejó de lado. Pasaron por la Plaza Roja camiones Dodge y Studebaker del ejército de EE UU y vehículos del comando Willys. Estos últimos se han convertido en invitados frecuentes en los Desfiles de la Victoria que se celebran en nuestros días.
El día del desfile cayó tal aguacero en Moscú que obligó a cancelar la parte aérea y el desfile público que se había planeado para más tarde. “Fue muy triste cuando la radio anunció que la procesión había sido cancelada por la lluvia. La multitud estaba decepcionada por tener que dispersarse. Volvieron a casa o a visitar a los amigos con los abrigos y los pies empapados y resfriados”, cuenta en su diario Nina Pokrovskaia, una trabajadora de un hogar de cuidado de niños. El uniforme de Rokossovski estaba tan empapado que se encogió cuando se secó y no podía quitárselo. Tuvo que ser descosido cuando el comisario aún lo llevaba puesto y luego volver a coserlo.
Después de 1945, los Desfiles de la Victoria eran un acontecimiento poco frecuente en la URSS y se limitaban a los grandes aniversarios: 1965, 1985 y 1990. Solamente han tenido lugar de manera anual desde 1995.
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