El consumo de alcohol en Rusia cae un 43% desde 2003

Dominio público
El descenso ha permitido que la esperanza de vida de la población alcance niveles récord.

El cliché de que Rusia es un país de borrachos está de capa caída y el consumo de alcohol cae bruscamente, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado a principios de octubre.

Los estudios registran un vertiginoso descenso del consumo individual total entre 2003 y 2016, con una bajada del 43%. La disminución es tanto para las bebidas vendidas oficialmente (-40%) como para las producidas y compradas fuera del control del Gobierno (-48%). Así, mientras que en 2003 cada ciudadano de Rusia de 15 años o más bebía una media de 18,7 litros de alcohol puro al año (30,2 para los hombres y 9,1 para las mujeres), en 2016 este número se había reducido a 11,7 (18,7 para los hombres y 5,8 para las mujeres).

Estos resultados son más alentadores que los de algunos países europeos, en particular Francia, con una media anual de 12,6 litros en 2016 (frente a 12,2 en 2010), Alemania (13 litros en 2010, 13,4 en 2016) y Bélgica (11,4 litros en 2010, 12,1 en 2016).

“La dramática disminución en el consumo de alcohol artesanal, contrabandeado o producido ilegalmente en la Federación Rusa se debe a la adopción por parte del Gobierno de políticas de control del alcohol basadas en la evidencia”, dice Carina Ferreira-Borges, a cargo del Programa de Alcohol y Estupefacientes de la rama europea de la OMS. “Estos resultados muestran que medidas como la introducción de sistemas de vigilancia, el aumento de los precios y la limitada disponibilidad de alcohol sirven para salvar vidas y reducir los costes del sistema sanitario. Confío en que otros países europeos adopten políticas similares para proteger la salud de la población”, concluye.

Las medidas adoptadas por las autoridades incluyen un aumento gradual de los impuestos especiales sobre el alcohol, la introducción de un precio unitario mínimo para todas las bebidas alcohólicas, el seguimiento en tiempo real de la producción y venta, las restricciones a la venta nocturna (los horarios varían en las regiones según la gravedad del problema), así como una limitación estricta tanto de los permisos de consumo de alcohol en los lugares públicos como de las campañas publicitarias de este tipo de productos.

Esta ambiciosa política también parece tener un impacto positivo en la situación sanitaria del país. El descenso en el consumo de alcohol refleja la reducción de las tasas de mortalidad por todas las causas, que se redujeron en un 39% para los hombres y en un 36% para las mujeres entre 2003 y 2018. Las muertes relacionadas con el alcohol son las que muestran los descensos más significativos.

Se trata de una evolución positiva que también ha permitido a elevar la esperanza de vida de la población, alcanzando un máximo histórico el año pasado, de 68 años para los hombres y 78 años para las mujeres.

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