El asesinato de Wilhelm Kube por partisanos soviéticos equivalía a el de un dictador bien protegido de un país pequeño. Kube, comisario general de Bielorrusia, ejercía un poder ilimitado sobre enormes territorios de Europa del Este con una población de casi 8 millones de habitantes.
Wilhelm Kube.
Durante su gobierno de Bielorrusia, se crearon más de 200 ghettos judíos y 260 campos de exterminio, y se inició la aniquilación masiva de judíos y comunistas. No es de extrañar, pues, que Kube se convirtiera en el blanco número uno de las unidades partisanas locales y de los oficiales de reconocimiento soviéticos.
Todos los intentos de asesinato contra la vida de Kube fracasaron hasta que la voluntaria Elena Mázanik, que trabajaba como criada en la mansión del comisario general, contactó con los partisanos. El 21 de septiembre de 1943, Elena logró pasar a escondidas una bomba de relojería sin ser descubierta por los guardias, quienes confiaban completamente en ella. Entonces la colocó bajo la cama de Kube.
Elena Mázanik.
Mázanik abandonó inmediatamente la mansión y la bomba explotó en la noche del 22 de septiembre, dando muerte a uno de los funcionarios más importantes de la Alemania nazi. Elena regresó entonces con los partisanos, que la enviaron a Moscú, donde le esperaba el título de Héroe de la Unión Soviética.
Mientras las tropas soviéticas recuperaban la iniciativa en la guerra, con la batalla de Kursk, los partisanos no se quedaron de brazos cruzados. El 3 de agosto de 1943, lanzaron la Operación Guerra de los Ferrocarriles con el objetivo de destruir la infraestructura ferroviaria enemiga.
Durante un mes y medio, más de 100.000 partisanos de los territorios ocupados de la Ucrania soviética, Bielorrusia, zonas cercanas a Smolensk, Oriol y Leningrado comenzaron a volar ferrocarriles, trenes, puentes y estaciones.
215.000 líneas ferroviarias y decenas de puentes fueron destruidas, más de 1.000 trenes descarrilaron y numerosas guarniciones alemanas, ubicadas cerca de estaciones y vías férreas, fueron atacadas y diezmadas. Como resultado, el transporte y el tráfico alemán en el frente oriental cayeron un 40%. El enemigo, en retirada, sintió entonces una aguda falta de equipo y reservas necesarias, causada por la ofensiva soviética.
El 19 de septiembre de 1943, los partisanos lanzaron la segunda fase de la operación, llamada “Concierto”. Esta vez se les unieron sus camaradas de los territorios ocupados de Crimea y de las repúblicas bálticas soviéticas.
En la primavera de 1944, los Bosques de Janowskie, en el sudeste de Polonia, era un centro de concentración de grandes fuerzas partisanas. Aquí vivían y luchaban, codo con codo contra los alemanes, los partisanos comunistas polacos de Armia Ludowa, las fuerzas partisanas soviéticas y unidades separadas del principal movimiento de resistencia polaco, Armia Krajowa.
Ante el hecho de que las tropas soviéticas se acercaban a la frontera polaca, el comando alemán decidió eliminar esta fuente de continuos problemas en los Bosques de Janowskie. El 8 de junio, 30.000 soldados alemanes, apoyados por artillería, tanques y aviación, rodearon a 3.000 partisanos en los bosques y lanzaron la Operación Sturmwind 1 para destruirlos.
Completamente superados en número, los partisanos soviéticos y polacos, sin embargo, resistieron ferozmente. El 14 de junio se produjo un enfrentamiento especialmente violento en Porytowe Wzgórze (Cerro Porytowe). Durante todo el día, los partisanos resistieron los ataques alemanes, contraatacando permanentemente. Durante uno de estos contraataques, capturaron varios cañones de artillería que les ayudaron luego a romper el cerco.
Cuando llegó la noche, los partisanos escaparon, y el enemigo no se atrevió a seguirlos. Perdieron 200 hombres, mientras que las pérdidas alemanas fueron mucho mayores: 600 hombres muertos y 1.400 heridos.
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