3 grandes (y desconocidas) hazañas del T-34 y sus tripulantes

El T-34 fue uno de los mejores tanques de la Segunda Guerra Mundial, no sólo por sus excelentes características técnicas. También fue importante el coraje excepcional demostrado por sus tripulaciones, que a menudo permitieron a estos tanques soviéticos hacer cosas impensables, como enfrentarse solos contra toda una división alemana e incluso llegar a ganar.

1. Una incursión frenética en la retaguardia enemiga

El 17 de octubre de 1941, la 21ª Brigada Soviética de Tanques apareció en las afueras de Kalinin (Tver), ocupada por la Wehrmacht. A los tanques se les ordenó hacer una incursión en la retaguardia enemiga, rodear la ciudad y alcanzar a sus propias tropas.

Durante la incursión, un tanque T-34 comandado por el sargento Stepán Gorobets quedó separado del grupo principal. Debido a un fallo de la radio, la tripulación del tanque no tenía idea de que su brigada había sido inmovilizada por un ataque aéreo, por lo que Gorobets se dirigía hacia las posiciones enemigas completamente solo.

Después de que el T-34 de Gorobets destruyera una columna de motocicletas en su recorrido, se encontró repentinamente frente a un aeródromo alemán. Aturdidos por la audacia del único tanque soviético, los alemanes, embobados, vieron cómo aquel T-34 destruía dos aviones Junkers Ju 87 y suministros de combustible para luego dirigirse hacia Kalinin.

Allí, el comandante del tanque se dio cuenta de que estaba solo y que no recibiría apoyo de otros tanques. Para llegar a sus propias líneas, condujo su tanque bajo fuego intenso a través del centro de la ciudad, llena de alemanes, aplastando un arma de artillería y embistiendo un tanque enemigo por el camino.

Finalmente, el T-34 ardiendo, lleno de agujeros hechos por los proyectiles enemigos, con un arma rota, llegó a las posiciones de los sorprendidos soldados soviéticos, que recibieron a la tripulación como héroes.

2. Una huida inesperada

Durante el crudo invierno de 1942, un T-34 dirigido por el capitán Gavril Polovchenia quedó atascado en un río cerca de la ciudad de Andreapol. La tripulación esperaba refuerzos cuando los alemanes llegaron y rodearon el tanque.

Polovchenia ordenó a su tripulación que no hicieran ruido, aunque era muy difícil hacerlo con tanto frío en un T-34 completamente congelado.

Aunque los alemanes no pudieron abrir la escotilla, decidieron que el tanque había sido abandonado y lo sacaron del agua. El 15 de enero, los germanos enviaron el T-34 de Polovchenia a Andreapol, mientras que la tripulación en el interior seguía guardando un silencio absoluto.

A las 5 de la mañana siguiente, el tanque soviético intentó escapar. Salió a la fuerza por las calles de la ciudad, disparando y, aplastando al enemigo, desorganizado y en estado de shock. Más de 20 soldados, 30 coches y camiones militares, además de 10 cañones de artillería fueron destruidos cuando el tanque se dirigió a las posiciones soviéticas.

Además, los alemanes quedaron tan conmocionados que no pudieron resistir adecuadamente al avance de las tropas soviéticas, que liberaron fácilmente Andreapol el mismo día.

3. Luchando dos semanas en un pantano

En diciembre de 1943, el Ejército soviético estaba liberando la parte nororiental del país. Durante una operación, un T-34 dirigido por el teniente Stepán Tkachenko quedó atrapado en un pantano semicongelado no lejos de Pskov.

Toda la tripulación resultó gravemente herida o muerta, y sólo quedó indemne el operador de radio Víktor Chernishenko. Durante la noche se le unió otro conductor de tanques, Alexéi Sokolov, que llegó a escondidas al tanque desde posiciones de las tropas soviéticas. Sin embargo, sus intentos de liberar el tanque fueron inútiles.

Chernishenko y Sokolov decidieron no abandonar el T-34 y, durante 13 días, resistieron los feroces ataques de la infantería alemana. Sólo tenían algunas latas de carne, un poco de azúcar, varias galletas y sólo el agua que se filtraba al tanque desde el pantano.

Totalmente congelados, hambrientos e insomnes, los dos soldados soviéticos se defendieron de la continua avalancha de ataques alemanes hasta que el 30 de diciembre las tropas soviéticas rompieron las líneas enemigas hacia el solitario T-34.

Herido, Alexéi Sokolov murió al día siguiente de ser rescatado. Chernishenko logró sobrevivir a la dura batalla, pero desafortunadamente se le tuvieron que amputar ambas piernas.

¿Sabías que, en la bahía de Cochinos, Fidel Castro usó un T-34 para cañonear barcos enemigos? Pincha aquí y lee la historia.

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