¿Qué Romanov tiene actualmente derechos sobre el trono ruso?

Historia
GUEORGUI MANÁIEV
Tras de la caída del régimen zarista, el 2 de marzo de 1917, los Romanov que lograron escapar de los bolcheviques buscaron refugio en el extranjero. Desde entonces no han faltado quienes han afirmado ser los sucesores legales del inexistente trono ruso. La discusión sigue abierta.

El bisnieto del Gran Duque Kirill Vladímirovich fue el primer Romanov en el exilio que se llamó a sí mismo “emperador” tras la muerte de Nicolás II. Se llamaba Jorge, había nacido en 1981 en el seno de la familia de María Vladímirovna Románova y el príncipe Francisco Guillermo de Prusia.

El príncipe Vasili Alexándrovich, entonces director de la Asociación de la Familia Romanov, afirmó: “El feliz acontecimiento en la familia real prusiana no afecta a los Romanov porque el príncipe recién nacido no pertenece a la casa imperial rusa ni a la familia Romanov”. ¿Por qué se lo tomaron tan mal?

Gran Duque con una cinta roja

Kirill era nieto de Alejandro II. El 31 de agosto de 1924 el propio Kirill se proclamó emperador, lo que enfureció a los otros Romanov, que pensaban que carecía de derechos para hacer algo así.

Acusaron a Kirill de haber participado en la revolución de febrero de 1917, y que debido a ello había roto el juramento de lealtad a Nicolás II.  El 1 de marzo de 1917 Kirill entró en el edificio de la Duma Estatal rodeado de emblemas con el símbolo de emperador y vistiendo una cinta roja en la ropa. Era comandante de la Guardia Real y juró lealtad, junto con su guardia, al pueblo ruso y a la Duma. Sin embargo, esa no era la principal objeción.

Kirill había violado la ley de sucesión rusa. Se había casado con su prima, la princesa Victoria Melita de Sajonia-Coburgo. Nicolás II desaprobó el matrimonio y la esposa de Kirill no se convirtió al cristianismo ortodoxo. Nicolás privó a Kirill de sus derechos como miembro de la casa de los Romanov. Esta decisión se tomó en secreto para no enfurecer al pueblo. Tras la conversión de Victoria a la religión ortodoxa, Kirill volvió a tener derechos como miembro de la familia, pero no se llegó a reponer su derecho a sucesión al trono.

Después de la muerte de Kirill, su hijo Vladímir (1917-1992) se convirtió en el sucesor de este trono inexistente. Nunca se llamó a sí mismo emperador, pero su padre le había otorgado el título de Gran Duque y de zarévich. Vladímir asumió las responsabilidades como jefe de la casa de los Romanov.

¿Tienen derecho al trono los descendientes de Kirill?

“El nombramiento de Vladímir como Gran Duque fue una violación de la ley imperial rusa”, afirma  Evgueni Pchiólov, historiador ruso y un especialista de renombre internacional en genealogía de los Romanov. “Solo podían ser grandes duques los que eran, al menos, nietos de un emperador. Mientras que Vladímir Kiríllovich era bisnieto de Alejandro II. Así que no podía tener el título de Gran Duque ni de zarévich, que le otorgó su padre”.

En 1948, en Lausana, Vladímir se casó con la princesa georgiana Leonida Gueórguievna Bagration de Mujrani. En 1969, Vladímir declaró a su única hija, María, de 16 años, heredera al trono. Otros descendientes de los Romanov, sobre todo el príncipe Andréi Alexándrovich (bisnieto de Nicolás I) expresaron su descontento: Leonida Bagration no era una esposa con el mismo rango que Vladímir.

Fue en 1946 cuando el propio Vladímir concedió estatus real a los Bagration de Mujrani, porque pertenecían a la familia Bagration, dinastía de zares georgianos. Evgueni Pchiólov explica por qué esto no era realmente así: “La dinastía de los Bagration, príncipes georgianos, tenía varias ramas, y los zares georgianos pertenecían a la rama de Imereti. Además, según la ley imperial rusa, desde 1801 el emperador ruso tenía el título de ‘zar de Georgia’, ya que este territorio pasó a formar parte del Imperio ruso. Por lo tanto, no había ninguna dinastía georgiana que pudiera considerarse ‘equivalente’ a los Romanov. La decisión de Vladímir de 1946 hizo que la situación fuera absurda”, dice Pchiólov.

Trono vacío

“Solo los miembros de la casa imperial rusa de los Romanov pueden reclamar los derechos al trono”, añade Pchiólov. “En primer lugar, estas personas deben nacer dentro de un matrimonio igualitario, es decir, deben ser descendientes de dinastías reales. La última Romanov que satisfizo estas demandas fue la princesa Catalina Ivánovna (1915-2007), que pasó los últimos años de su vida en Uruguay. Actualmente, no hay miembros de los Romanov nacidos de matrimonios del mismo rango, así que de acuerdo a la ley imperial rusa, nadie puede reclamar el derecho al trono”, concluye Pchiólov.

Antiguamente una manera de resolver crisis de este tipo consistía en convocar una reunión de Zemski Sobor (una especie de parlamento durante los siglos XVI y XVII). Por ejemplo, Mijaíl Romanov, el primer zar de la dinastía, fue elegido por el Zemski Sobor en 1613. Sin embargo, no está aclarado del todo el mecanismo, porque la ley imperial rusa no concreta cómo es el  procedimiento para convocar una reunión de Zemski Sobor.

Algunos eruditos monárquicos también afirman que el Imperio ruso no se ha anulado oficialmente, y que técnicamente todavía existe. Esto es falso. El 5 de enero de 1918, en su primera y única reunión, la Asamblea Constituyente declaró que Rusia era una república.

Por último, ¿por qué seguimos hablando de la ley imperial rusa, que dejó de existir con el fin del Imperio? Bueno, también desapareció la monarquía. Hay una cosa que está clara: no hay ningún Romanov que pueda afirmar, sin discusión, que tiene derechos sobre el inexistente trono imperial de Rusia.

¿Quiénes fueron los Romanov que sobrevivieron a los bolcheviques? Te lo contamos aquí.