Estos son los mandatarios rusos más pacíficos de la historia

Alejandro III en el palacio Petrovski en Moscú.

Alejandro III en el palacio Petrovski en Moscú.

Iliá Repin
Estos zares trataron de obtener sus objetivos, en gran medida, mediante métodos pacíficos. ¿Qué es lo que consiguieron?

Miguel I de Rusia

Retrato de Miguel I.

El primer gobernante de los Romanov, Miguel I de Rusia (1613-1645), fue uno de los zares más serenos que jamás haya habido en el trono ruso. Según sus contemporáneos, era refinado y amable. Dicen que a Miguel le fascinaban las flores y fue el primero en ordenar que se cultivaran jardines de rosas en Rusia. Cuando ascendió al trono era muy joven, tan solo tenía 17 años.

“Escogeremos a Miguel. Es joven y tiene una mente débil”, dijo un noble. El joven zar no recibió el trono de manera hereditaria, sino que había sido elegido por la Zemski Sobor (Asamblea de la Tierra), una especie de precursor de los parlamentos actuales. Durante el reinado de Miguel I, la asamblea se solía reunir una vez al año.

Durante el mandato de Miguel I se estableció la ‘paz eterna’ con Suecia.

Aunque no era el único gobernante. Primero su madre, Marfa, fue la regente. Posteriormente, gobernó junto con su padre, Filareto. Además, su poder estaba limitado por la asamblea. Todo esto impactó en la política de Miguel I, que fue conservadora y cautelosa.

Durante su mandato se estableció la “paz eterna” con Suecia y se acordó un armisticio con Polonia. Sin embargo, esto se vino abajo en 1631 porque Moscú pretendía vengarse de Varsovia y recuperar la ciudad de Smolensk. Estalló una guerra que duró dos años y que fue infructuosa para Rusia. Finalmente se alcanzó una “paz eterna” con Polonia. Esta fue la única campaña militar a gran escala que tuvo lugar durante los 30 años de Mijaíl en el poder.

Alejo I

Retrato de Alejo I.

El hijo de Miguel I, Alejo I (1645-1676), fue el padre del reformador Pedro el Grande. Tenía el sobrenombre de “Tishaishi”, que significa “la persona más tranquila”, o “silenciosa, que no habla mucho”. Alejo I era un hombre religioso, que observaba los rituales ortodoxos y leía textos religiosos.

Al mismo tiempo, comprendió que era necesario “mantener seca la pólvora” y se esforzó por modernizar el Ejército. Al igual que su padre, trató de reorganizar el Ejército siguiendo pautas occidentales.

Decidió crear regimientos militares permanentes, encabezados por comandantes profesionales occidentales. Esto supuso un cambio importante respecto a la época anterior, en la que las unidades de la milicia de la nobleza eran la principal fuerza de combate.

Su reinado fue similar al de su padre, es decir, no estaba interesado en una gran actividad militar. El mayor conflicto, de nuevo, fue con Polonia, aunque en esta ocasión lo que estaba en juego era más importante. Alejo luchó, no sólo por recuperar Smolensk, sino también por hacerse con el control de una parte considerable de Ucrania.

Domingo de Ramos durante el gobierno de Alejo I.

El cosaco Bogdán Jmelnitski se rebeló contra Polonia y pidió protección rusa en varias ocasiones. Sin embargo, el zar Alejo se mostró reacio a apoyarlo, ya que implicaba entrar en guerra con Varsovia. Sin embargo, en 1653 la asamblea nacional aconsejó al zar “que tomara bajo su brazo al atamán Bogdán Jmelnitski [con el ejército de cosacos y sus tierras] para salvar la fe ortodoxa y las iglesias sagradas de Dios”. Hay que señalar que los polacos eran católicos.

Al año siguiente el zar decidió apoyar la causa cosaca. La guerra con Polonia duró 13 años y terminó con la devolución de Smolensk y la incorporación de la orilla izquierda de Ucrania a la Rusia zarista.

Alejandro III

Retrato de Alejandro III.

Alejandro III tenía el sobrenombre de “El Pacificador”, porque durante su reinado (1881-1895) Rusia no entró en guerra con nadie. “Cualquier persona con corazón, no puede desear una guerra, y cada gobernante –a quien Dios le ha confiado un pueblo– tiene que hacer todo lo posible para evitar los horrores de la guerra”, solía decir este zar.

Llegó al poder en 1881 tras el asesinato de su padre, Alejandro II, que había sido un destacado reformador. Limitó las políticas reformistas de su padre y su reinado se dirigió por una senda conservadora.

La única ocasión en la que hubo una amenaza de una guerra importante durante su reinado fue a mediados de la década de 1880. Rusia incorporó pacíficamente a su territorio gran parte de Turkmenistán y se acercó a Afganistán, donde se encontró con la celosa observación de los británicos. Esta colisión entre dos grandes potencias provocó una batalla con las tropas afganas, que estaban bajo el mando de oficiales británicos. Los rusos obtuvieron la victoria. Posteriormente, el gobierno de Alejandro logró resolver el problema fronterizo con los británicos.

Pabellón de la alianza militar franco-rusa.

Su política interna era conservadora, mientras que en cuestiones internacionales, reorientó la dirección de Rusia. En lugar de aliarse con Alemania, se acercó a Francia. Posteriormente, Gran Bretaña se unió a esta alianza.

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