Todo el mundo sabe que Vladímir Lenin, que dirigió a los bolcheviques durante la Revolución de 1917, fue “momificado”. Tras ser embalsamado por científicos soviéticos, fue colocado en un mausoleo en el corazón de Moscú y sigue siendo una atracción turística (bastante controvertida).
Hay muchas cosas interesantes sobre cómo Lenin terminó como un faraón egipcio, empezando desde el proceso mismo de su embalsamamiento hasta cuando su cuerpo fue evacuado a Siberia durante la Segunda Guerra Mundial. Pero sería un error pensar que el líder del proletariado sigue siendo la única momia de Rusia. Las historias de estas otras tres son igual de interesantes.
1. Nikolái Pirogov (1810 - 1881): un genio cirujano
Puede que no hayas oído hablar de Nikolái Pirogov, pero si alguna vez un yeso te ayudó a reparar, digamos, un brazo roto, deberías darle las gracias a este hombre. Fue él quien inventó tal cosa. Cirujano en el Imperio ruso, Pirogov ideó muchas cosas sin las cuales no podemos imaginar la medicina moderna. En 1847 se convirtió en el primer médico en utilizar éter como anestesia en un campo de batalla (durante la guerra de Crimea) e hizo que este método se extendiese, lo que ayudó a salvar miles de vidas.
Pirogov era tan hábil que “a veces los soldados le traían cuerpos con la cabeza desprendida, con la esperanza de que el todopoderoso médico los cosiera de nuevo y reanimara a los muertos”, cuenta el periodico ruso Komsomólskaia Pravda una leyenda popular. Pirogov también creó uno de los atlas anatómicos más detallados de su época.
Después de la muerte de este “rey de la medicina” ruso, su esposa Alexandra decidió “mantener imperecedero” el cuerpo de su esposo para sí misma y para sus descendientes. Incluso la Iglesia Ortodoxa lo aprobó con un rescripto especial: “Para que los discípulos de Pirogov y los que triunfan en su noble labor puedan ver su brillante imagen”.
David Vívodtsev, uno de los estudiantes de Pirogov, realizó el embalsamamiento y la cosa fue tan bien que casi 140 años después Pirogov apenas ha envejecido. Se encuentra en una pequeña cripta familiar en Vínnitsa (ahora Ucrania).
2. Grigori Kotovski (1881 - 1925): un comandante rojo ahora olvidado
Al igual que a Lenin, a Grigori Kotovski se le asocia principalmente con la Revolución. Un exbandido, gracias a su astucia, sus habilidades militares y suerte, llegó a comandar una división del Ejército Rojo en Ucrania y Moldavia durante la guerra civil rusa. Un hombre polémico, por decirlo de un modo suave: “Es difícil decir si era un criminal nato, o un bandido político o un defensor de los oprimidos”, escribió el historiador Eduard Burdá.
Poco después de que la guerra civil llegara a su fin, Kotovski fue tiroteado por su propio ayudante. Como el comandante era muy popular, las autoridades decidieron embalsamarlo e incluso invitaron a la misma persona que preservó el cuerpo de Lenin a hacerlo: el anatomista Vladímir Vorobiov. Después del exitoso embalsamamiento, pusieron a Kotovski en un mausoleo en Podolsk (hoy en día en Ucrania, cerca de Odessa). No tan grande como el de Lenin, por supuesto.
A diferencia de Lenin, Kotovski se vio obligado a abandonar su lugar del descanso eterno. En 1941, cuando los alemanes invadieron Ucrania, sacaron el cuerpo del comandante del Ejército Rojo del mausoleo y lo tiraron. Ahora, los restos de Kotovski (encontrados después de la guerra) yacen en una tumba ordinaria y su mausoleo está vacío.
3. Iósif Stalin (1878 - 1953): expulsado del mausoleo
A lo largo de su vida como líder de la URSS, Stalin fue considerado todopoderoso, el cuarto anillo en la irrompible cadena de líderes comunistas: Marx, Engels, Lenin y Stalin. No fue ninguna sorpresa que después de su muerte siguiera los pasos de Lenin y fuera preservado dentro del mausoleo. Después de la muerte de Stalin, el 5 de marzo de 1953, el poder decidió llevar este plan a cabo.
Los expertos que cuidaban del cuerpo de Lenin hicieron bien su trabajo y hasta 1961, los dos líderes comunistas fueron vecinos en el mausoleo. Sin embargo, la momia de Stalin se vio obligada a mudarse debido a la campaña antiestalinista lanzada durante el gobierno de Nikita Jrushchov. “La traición de Stalin al legado de Lenin, su abuso de poder, la represión masiva contra los ciudadanos honrados de la Unión Soviética... hacen que sea inaceptable mantener el ataúd con su cuerpo en el Mausoleo de Lenin”, decía la decisión oficial.
Así que se llevaron a Stalin del Mausoleo y lo enterraron cerca de la muralla del Kremlin donde aún yace. Vadim Mílov, un científico que solía trabajar en el mausoleo, sugiere que el cuerpo embalsamado todavía puede estar en buena forma. “Los científicos soviéticos trataron de mantener no sólo el cuerpo sino también su aspecto, para que pareciera que el difunto estaba durmiendo. Si la tumba de Stalin está suficientemente seca, es probable que su cuerpo esté bien conservado”, contó Mílov a RT. Sin embargo, es imposible comprobarlo: el antiguo líder está a dos metros bajo tierra.
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