¿Quiénes fueron los Romanov que sobrevivieron a los bolcheviques?

Historia
OLEG YEGÓROV
Hubo decenas de ellos que consiguieron huir y actualmente viven fuera del país eslavo.

Nicolás II no fue el último zar, técnicamente. Cuando fue forzado a abdicar, renunció a su trono y al de su heredero, el zarévich Alexéi. De este modo, el 15 de marzo de 1917, su hermano, el Gran Duque Mijaíl Alexándrovich, se convirtió en el gobernante “legítimo”.

Aunque el “reinado” de Mijaíl duró un día y el 17 de marzo publicó un manifiesto en el que se decía: “He tomado la firme decisión de asumir el poder supremo solo si... nuestro gran pueblo me concede tal poder”.

En realidad, esto también significaba la abdicación. Empujado por el Gobierno Provisional y viendo que la monarquía carecía de apoyos, acabó renunciando.

Aunque es bien sabido que Nicolás II no fue capaz de eludir un destino terrible a pesar de abdicar. La abdicación tampoco ayudó a su hermano. El 13 de junio de 1918, los bolcheviques dispararon en secreto a Mijaíl cerca de Perm (1.400 km al este de Moscú) cuanto trataba de fugarse. Este hecho sirvió de pretexto para ejecutar a más familiares del último zar.

Víctima imperial

En 1917 hasta los monárquicos habían abandonado a Nicolás II. Tenían la esperanza de que la sustitución del zar por Mijaíl pudiera servir para salvar el imperio.

“Nuestro ejército vivió con relativa calma la abdicación del zar [Nicolás], pero la abdicación de Mijaíl y el abandono de la monarquía, en general, aturdió a todos... La vida estatal rusa al completo comenzó a desmoronarse”, escribió en su diario el príncipe Serguéi Trubetskói.

El partido bolchevique, que tomó el poder en noviembre de 1917, decidió trasladar a Mijaíl a los Urales. Mientras tanto, la Primera Guerra Mundial seguía su curso y los alemanes se acercaban a Petrogrado (ahora San Petersburgo). Sin embargo, tras el estallido de la guerra civil y de la ofensiva de las fuerzas antibolcheviques, los Urales tampoco eran un lugar seguro. Así que los comunistas decidieron deshacerse de Mijaíl.

“Todavía no se han encontrado los restos de Mijaíl Alexándrovich ni los de su secretario. Es algo que me duele mucho”, comenta al diario Komsomólskaia Pravda un descendiente de los Romanov. “Hasta que no encuentren y entierren según la tradición cristiana al último miembro de la familia imperial, este sangriento capítulo de la historia de Rusia no se habrá cerrado”.

Muerte en los Urales y Petrogrado

Además de Nicolás II y de Mijaíl Alexándrovich, hubo otros miembros de la familia Romanov que fueron capturados y ejecutados en los Urales en el fatídico verano de 1918. El 18 de julio, la Gran Duquesa Elizaveta Fiódorovna, viuda del hermano de Nicolás II, que durante 12 años había vivido como monja y había fundado un convento en Moscú, fue arrojada a una mina cerca de Alapáievsk (1.900 km al este de Moscú). Para asegurarse de que acabaron con ella, los soldados lanzaron granadas. Estaba acompañada de otros cinco miembros de los Romanov y con dos de sus sirvientes.

“Según los documentos disponibles, el partido bolchevique local decidió eliminar a la Gran Duquesa sin consultar a las autoridades centrales”, explica Natalia Zíkova, historiadora de los Urales. “La situación en aquellos momentos era [caótica]”.

Después de matar a los Romanov, los bolcheviques de Alapáievsk fingieron que los aristócratas habían huido y anunciaron oficialmente que el Ejército Blanco los había “secuestrado usando un avión”.

Mientras que algunos miembros de la familia Romanov murieron en el centro de Rusia, otros fueron asesinados en Petrogrado por orden oficial del Gobierno bolchevique. En enero de 1919 fusilaron a cuatro grandes príncipes, entre ellos el tío de Nicolás II, que fueron enterrados en una fosa común.

Julius Mártov, un socialista no bolchevique, se enfureció después de la ejecución y escribió en un  artículo titulado ¡Qué vergüenza!: “¡Qué infamia! ¡Qué infamia tan innecesaria y violenta está golpeando a nuestra revolución!”. Eran tiempos en los que no existía la piedad.

Salvados gracias a la suerte

Gabriel Konstantínovich, hijo del primo de Nicolás II, fue otro miembro de los Romanov que iba a ser ejecutado junto con estos cuatro príncipes en San Petersburgo. Estaba enfermo de tuberculosis y lo salvó su esposa Antonina Nesteróvskaia, que conocía a Maxim Gorki, el escritor revolucionario y amigo personal de Lenin.

Gorki escribió al líder de la revolución: “Querido Vladímir Ilich. Hazme un pequeño pero noble favor: deja salir de la cárcel al antiguo Gran Príncipe Gabriel. En primer lugar, es un hombre muy bueno. En segundo lugar, está temporalmente enfermo. ¿Por qué convertir en mártires a las personas?” Lenin dejó salir a Gabriel de la cárcel y este se fue a vivir a Europa, donde murió en 1955.

Gabriel no fue, ni mucho menos, el único superviviente. Entre 1917 y 1918 murieron 17 miembros de los 65 con los que contaba la familia Romanov. El resto llegó a Europa y se estableció allí. Esto no significa que sus fugas fueran fáciles. Muchos salieron de Rusia con las últimas tropas del Ejército Blanco en la evacuación de Crimea de 1920, mientras que otros se enfrentaron a dificultades aun más peligrosas.

El Gran Duque Alexánder Mijáilovich, uno de los que pudo abandonar Rusia, escribió en sus memorias: “Dos de mis parientes deben la vida a una asombrosa coincidencia: el comandante bolchevique que ordenó dispararles había sido pintor y uno de ellos había comprado sus cuadros. Así que no pudo matarlos... y los ayudó a huir”.

El otro Romanov, según Alexánder, tuvo que huir a pie a Finlandia, llevando a su mujer embarazada a través del hielo del Golfo de Finlandia.

En la actualidad, hay unos 30 descendientes de los Romanov en todo el mundo. Una de ellos, la Gran Duquesa María Vladímirovna Románova, reside en España (Madrid). En esta entrevista exclusiva nos habla del rol de la monarquía en el mundo actual y de su deseado regreso a Rusia.