Alexander Solónik, conocido como Sasha Makedonski, quizá sea el sicario más conocido de Rusia. En ocasiones se le atribuyen capacidades sobrehumanas en su capacidad de tiro y en su temeraria falta de miedo, así como en su gran suerte. El hecho de que este sicario inspirase dos películas, nueve series y tres libros - por no hablar de muchos más documentales - es lo suficientemente revelador.
Entre su lista de abatidos se encuentran los líderes criminales más famosos de Rusia de los años 90. Según algunas fuentes Solónik nunca planeaba sus asesinatos con detalle sino que lo dejaba a su intuición. De hecho, hay algunas evidencias que lo documentan. Solónik escapó de la policía de la manera más dramática. Declarado culpable de violación, Solónik saltó por la ventana del tribunal que lo juzgaba y escapó en un coche fúnebre que lo esperaba.
Tras una nueva oleada de asesinatos, múltiples arrestos y huidas, Solónik se vio forzado a abandonar Rusia. Marchó a Atenas, donde alquiló una mansión, que compartía con la modelo de 22 años Svetlana Kótova.
Solónik cortó todos los lazos con sus antiguos “empleadores” y llegó a colocar retratos de sus antiguos jefes a la hora de hacer prácticas de tiro. Aunque el sicario no se dio cuenta de que su mansión estaba vigilada por sus rivales.
Los criminales decidieron enviar a Atenas a otro destacado sicario de la época, a Sasha Soldat, en busca de Solónik. Soprendentemente este entabló una relación de amistad con su asesino y se encontró con él en su residencia de Atenas.
Poco después, la policía griega encontró el cuerpo de Solónik. Había sido estrangulado y le habían echado ácido. Svetlana Kótova sufrió la misma suerte que su amante, su cuerpo fue encontrado desmembrado.
Años después el destacado asesino Sasha Soldat fue acusado de este y otros asesinatos.
Cuando llamaron a filas al joven Alexander Pustoválov, un graduado de música y trabajador ordinario en una planta espacial de Moscú, le asignaron como destino las tropas de élite de la infantería de marina de Rusia. El futuro sicario disfrutó su experiencia en el ejército y pidió que lo enviaran de voluntario cuando estalló la primera guerra chechena, pero no pudo ser.
Decepcionado por no poder continuar su carrera militar, Pustoválov comenzó a frecuentar locales de alterne sin un propósito claro. Después de una pelea de bar con un grupo organizado de Moscú, sus habilidades para la lucha impresionaron tanto a sus líderes que lo invitaron a sus filas.
Al servicio de los granujas, Pustoválov tuvo finalmente la oportunidad de poner en práctica las destrezas que había aprendido como miembro de la infantería de marina. Este sicario era especialmente creativo en su labor preparatoria, en busca de camuflar de la mejor manera sus asesinatos. Pustoválov se unió a un grupo de manitas y encarnó durante días el papel de uno de ellos. En otra ocasión se hizo amigo de un grupo de trabajadores locales y fue a comer con ellos a un lugar frecuentado por su próxima víctima. Tomó por sorpresa a los miembros de seguridad y a la víctima. Pustoválov hizo su “trabajo” de tal manera que se ganó una reputación como actor talentoso y asesino sin piedad.
Fue arrestado en 1999 y sentenciado a 24 años de prisión. Para 2017 Sasha Soldat ya había estado 18 años en la cárcel y le quedan seis para cumplir su condena.
La vida de Lazovski no estuvo marcada por una cadena de decepciones y de fracasos. El diario Kommersant escribió que sus periodistas tuvieron la oportunidad para reunirse con Lazovski que apareció como una empresario, en vez de como sicario. El hombre había comerciado con petróleo y tenía cuatro jets privados.
Aunque detrás de esa fachada de empresario, había un sicario de sangre fría. Max el Cojo (así lo llamaban después de un accidente de tráfico) no solo extorsionaba a empresarios y asesinaba a sus rivales sino que al parecer, llegó a organizar atentados terroristas en Moscú.
Era conocido por tener un acercamiento brutal, ruidoso y audaz al “trabajo”. En 1993 él y sus hombres abrieron fuego con sus armas automáticas en el centro de la ciudad y mataron a cinco personas que les debían dinero. El mismo año Max hizo saltar por los aires un aparcamiento local por venganza tras un conflicto con los trabajadores.
Tenía una larga lista de asesinatos. La policía lo arrestó en 1996. Soprendentemente solamente fue acusado de tenencia ilícita de armas y de uso de documentación falsa. Para sorpresa de todos, Max el Cojo recibió una sentencia de tan solo dos años, que casi ya había completado en prisión preventiva. De manera extraña Lazovski se convirtió en un hombre muy religioso. Se desconoce si el sicario se arrepintió. En el año 2000, poco después de su salida de prisión fue tiroteado en el porche de una iglesia en la región de Moscú. Hasta hoy no se sabe quién mató a Max el Cojo.
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