Los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania firmaron un tratado en los bosques bielorrusos de Belavezha, que marcó la creación de la Comunidad de Estados Independentes (CEI). Se confirmaba sobre el papel la disolución de la URSS y la CEI pasaba a ser su sucesora. La entidad quedó abierta a la incorporación de otros países y el 21 de diciembre se unieron otras ocho repúblicas (Armenia, Azerbaiyán, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán).
“En aquella época, ningún órgano de poder de la Unión Soviética funcionaba de manera normal. El país se encontraba al borde de una peligrosísima anarquía”, recordó Guennadi Burbulis, colborador del entonces presidente Borís Yeltsin.