La pasión de un príncipe que desembocó a la fundación de Moscú

Historia
ALEXÉI TIMOFÉICHEV
Este fin de semana se celebra el 870º aniversario de la fundación de la capital rusa. Nos adentramos en algunas de las intrigas medievales que rodearon al surgimiento de Moscú.

Moscú se construyó como resultado de un fuerte conflicto entre un señor feudal y un vasallo. Además de por el apasionado carácter de uno de sus primeros mandatarios ayudó a que creciera la ciudad.

Tradicionalmente se le asigna al príncipe Yuri Dolgoruki (“de brazos largos”) de Súzdal. Desde hace mucho tiempo se ha considerado el año 1147 como la fecha de fundación de la ciudad. Es en este año cuando se menciona Moscú por primera vez en las antiguas crónicas y el lugar aparece como el punto de encuentro entre el príncipe Yuri y otro mandatario de los múltiples principados que en aquellos días estaban en luchas constantes.

Sin embargo, en un principio la tierra de los pueblos situados en el lugar en el que Moscú se encuentra actualmente no pertenecía al príncipe. Eran propiedad del boyardo Kuchka y se refieren a estos territorios como Kúchkovo. El boyardo se enemistó con Dolgoruki y fue condenado a muerte y se confiscaron todas sus propiedades.

Pasión principesca

Según testimonios que solo conocemos a través del historiador Vasili Tatíshchev, del siglo XVIII, el centro del asunto es una historia de amor. Según Tatíshchev la mujer de Kuchka era la amante de Dolgoruki. Cuando el príncipe partió en una campaña militar Kuchma se quedó en casa y metió en prisión a su propia mujer. Planeaba dejar al príncipe y escapar con los textos enemigos de Dolgoruki a Kiev.

Sin embargo, avisaron al príncipe sobre el encarcelamiento de sus amante. Dolgoruki enfureció, volvió y mató al noble. Enviaron a los hijos de Kuchka al tribunal del hijo de Dolgoruki, Andréi, un famoso hombre de estado en la antigua Rus, que se convirtió en el sucesor de Yuri.

Se cree que los hijos de Kuchka no se olvidaron de lo que le ocurrió a su padre y trataron de vengarse cuando conspiraron para matar a Andréi. El nombre de este aristócrata estuvo vinculado a Moscú durante muchos años. Hasta el siglo XV hubo un distrito en el centro de la cuidad que se llamaba Kúchkovo pole (campo de Kuchka).

Pequeño fuerte

Antes de estos sucesos, cuando el príncipe Yuri gobernaba la ciudad, construyó un fuerte de madera en el lugar en el que actualmente se sitúa el Kremlin. Tenía un perímetro de 500 metros, no era grande, y se supone que su cometido era defender el principado de Súzdal de sus vecinos occidentales.

Moscú se fundó en un lugar que era un importante cruce de caminos de una ruta comercial. Esto ayudó a que la cuidad creciera en tamaño e importancia. Según algunos arqueólogos en el territorio de Moscú ya había asentamientos alrededor del primer milenio a.C. Lo más probable es que fueran de pueblos fino-ugros. En el siglo IX d.C. fueron reemplazados por los eslavos.

Moscú, la casa de los osos

Algunos investigadores creen que la palabra “Moscú” deriva precisamente de las lenguas fino-ugras. En general hay consenso sobre el origen del nombre: proviene de un río del mismo nombre. Pero, ¿de dónde viene el nombre del río?

El historiador Stefan Kuznetsov cree que las raíces de la palabra Moscú se encuentran en el fino-ugro. “Maska”, que significaría “oso” y “ava”, “presa”. Moscú era un lugar para las osas, que muy probablemente fuese un animal totémico para las tribus que allí vivían.

Por su parte, quienes mezclan el origen báltico con el eslavo lo tienden a conectar con las palabras “húmedo” y “pantanoso”, debido a las condiciones del territorio. En la época medieval conectaban el nombre de la capital a Mesec, hijo de Jafet y nieto de Noé, conectando así la historia rusa a un contexto más amplio.

El auge de Moscú

Tras fundarse a mediados del siglo XII, en 200 años Moscú se convirtió en el líder indiscutible entre los principados de la antigua Rus que se encontraban bajo dominación mongola. Este rápido ascenso intriga todavía a los historiadores. Habitualmente uno de los factores más importantes suele ser la geografía.

La ciudad y el principado se encontraban justo en el centro del territorio ruso y estaban protegidos de los enemigos externos y también se beneficia de las activas rutas comerciales.

Aunque también hay otra razón. Al principio Moscú era pequeño y periférico y sus mandatarios, que comprendían esto, se dieron cuenta de que solo podían depender de su propia iniciativa, -en términos actuales- de sus espíritu emprendedor. Esto último se convirtió en una fuerza impulsora del auge de Moscú.

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