El 11 de septiembre de 1943 se produjo por primera vez en la fábrica de vidrio más antigua del país. Y, desde entonces, se ha convertido en la pieza de vajilla más común.
La forma más típica incluye 16 caras y goza de un volumen de 200 mililitros (0,2 litros).
Cómoda y muy duradera, debido a su grosor, resiste perfectamente cientos de lavados en lavavajillas industriales.
Existe la leyenda popular de que esta forma ideal fue creada por la escultora soviética Vera Mújina (autora también de la icónica estatua ‘Obrero y koljosiana’). Pero no hay pruebas reales de ello. También se dice que hace mucho tiempo se conocía un tipo de cristal facetado e incluso Pedro el Grande tomaba tinturas de uno.
Ahora, el cristal facetado es uno de los símbolos de la era soviética.
En los trenes interurbanos, todavía se puede disfrutar del té en un vaso facetado en un portavasos metálico.
En muchas cantinas, los refrescos aún se sirven en vasos facetados.
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