Cómo se vive en una ciudad con un ENORME agujero en el suelo (FOTOS)

Estilo de vida
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
La ciudad de Mirni sólo tiene una atracción: un increíble agujero en el suelo que puede verse desde el espacio.

Al borde del alucinante agujero hay una ciudad: Mirni. Está situada en la región más grande y árida del país: Yakutia (o República de Sajá, como también se la conoce), una enorme masa de tierra que ocupa una quinta parte del territorio nacional ruso, pero está habitada por menos de un millón de personas.

La propia ciudad de Mirni tiene 35.000 habitantes y están allí principalmente por una razón: los diamantes. De hecho, por ellos se construyó la ciudad.

La cantera Mir (“Paz”) posee uno de los yacimientos de diamantes más ricos del mundo. Con 525 metros de profundidad y 1,2 kilómetros de diámetro, este vacío artificial es realmente alucinante.

50 años de excavaciones

Dicen que un zorro ayudó a descubrir diamantes allí. Excavó un agujero bajo un árbol cuyas raíces sobresalían como consecuencia de un corrimiento de tierras. En junio de 1955, los geólogos que buscaban kimberlita (un tipo de diamante) se fijaron en el extraño tono de la tierra excavada por el zorro. Las pruebas revelaron que efectivamente allí había kimberlita.

Ese mismo año apareció un asentamiento que, al cabo de varios años, recibió el estatus de ciudad. Hubo que arrastrar el equipamiento a lo largo de 3.000 kilómetros de terreno inhóspito. En los primeros 10-12 años, la población de Mirni se multiplicó por cuatro.

Se necesitaron más de 50 años para excavar una cantera de tan inmensas proporciones. Desde 1957 hasta finales de los años 90, se calcula que se han encontrado aquí unos 17.000 millones de dólares en diamantes. La espiral que lleva a un camión desde el fondo de la cantera hasta la cima dura... ¡ocho kilómetros!

La cantera pertenece a la empresa minera de diamantes Alrosa (en 2018, fue responsable de alrededor del 26% de la extracción mundial). Mirni es una clásica “monociudad”, la mayoría de cuyos habitantes están vinculados de algún modo a la extracción de diamantes. Pero la llamada capital rusa del diamante no parece en absoluto una ciudad floreciente. Vivir allí, según los lugareños, es un verdadero desafío. Sobre todo tras el cierre de la mina.

Ocurrió en 2017 tras una tragedia. El agua que llevaba tiempo acumulándose en el fondo del pozo inundó la mina con la gente que había dentro. Para entonces, el desarrollo ya había comenzado bajo tierra, ya que la cantera había crecido demasiado para la extracción en superficie. En el momento del siniestro había 151 personas dentro de la mina. La mayoría fueron rescatadas, pero ocho fueron declaradas muertas y nunca fueron encontradas.

La vida al límite

Lo primero que llama la atención en Mirni es lo cerca que está la ciudad de la cantera. En algunas fotos, parece que las casas están justo al borde. Pero el miedo a un corrimiento de tierras o a que la ciudad entera sea absorbida por el pozo parece ser lo último en lo que piensa la gente. “La vida cerca de la cantera no es tan difícil, sólo que la foto la hace parecer especialmente llamativa desde este ángulo”, dice un vecino.

Hay rumores muy extendidos en Internet de que la mina Mir sigue succionando helicópteros mediante ráfagas de aire. “Me atrevo a decir que no es ciert”», afirma Anna, una residente desde hace 20 años. En efecto, helicópteros y aviones atraviesan el espacio aéreo sobre el gigantesco pozo; sin embargo, nunca se han producido accidentes de este tipo. Mientras tanto, el aeropuerto se encuentra justo al lado de una carretera sin asfaltar. “A la derecha, verá la cantera”, anuncia siempre el piloto, sabedor de que es la mayor y única atracción de la ciudad. Moscú, San Petersburgo y algunas otras grandes ciudades tienen vuelos directos regulares a Mirni, a pesar de que es muy improbable ver allí a un turista.

La gente acudía a Mirni para trabajar por turnos, como es habitual en el Extremo Norte, donde las temperaturas pueden descender hasta los -55ºC -60ºC. La mayoría de las casas están construidas sobre montones de tierra. Una construcción normal basada en cimientos habría alterado el permafrost subyacente, y las casas simplemente se habrían hundido debido a la erosión del suelo. Como ocurre en otras ciudades septentrionales, está de moda pintarlas de colores vivos; al parecer, esto ayuda a tratar la depresión provocada por los largos inviernos.

“En verano, Mirni presume de verdaderas noches blancas. Pero en invierno anochece muy pronto, a las cuatro de la tarde. Por la mañana, el sol no sale hasta las once. Esto es algo desconcertante”, dice Aleksandra, residente local.

La gente de aquí está bien adaptada a los largos y fríos inviernos; incluso han conseguido que las escaleras sean antideslizantes en todas partes. En todas las instalaciones públicas, ya sea una iglesia, un hospital o un hotel, las escaleras están siempre cubiertas de moqueta fabricada en Yakutia. “¿Por qué? Porque todas las escaleras están hechas con baldosas resbaladizas, que normalmente se utilizan para la decoración de interiores. Tenemos que enmoquetarlas para evitar que la gente se lesione”, escribió el bloguero Ilyá Varlámov tras una visita a Mirni.

En realidad, el problema de las baldosas resbaladizas en invierno no es exclusivo de Mirni; los rusos suelen solucionarlo con arena, sal y/o productos químicos especiales. En Mirni, sin embargo, se opta por las alfombras.

La ciudad cuenta con dos cines, un estadio, un teatro, un jardín botánico, varios restaurantes, un bar de narguiles y el único hotel de la ciudad, propiedad de la cadena Ázimut. 

“Los comestibles cuestan el doble que en el continente [la gente del Extremo Norte utiliza esa palabra para referirse a todo lo que está al norte de los Urales]. Esto se explica por la ubicación de Mirni en una zona de difícil acceso, con productos que se entregan desde Novosibirsk, Krasnoyarsk, Irkutsk, a través de Ust-Kut y, en verano, a través de Yakutsk y todo ello utilizando esta maldita carretera sin asfaltar”, dijo un lugareño en un foro en línea.

Los lugareños encuentran consuelo en el hecho de que, en general, la ciudad es bastante “verde, con buena ecología”, mientras que los sueldos que se pagan en Alrosa son suficientes para vivir, la ciudad es muy segura, casi sin delincuencia y, por supuesto, el hecho de que haya un gigantesco agujero surrealista en el suelo, casi como “el Gran Cañón“ le da un cierto atractivo. La única molestia que a veces experimentan los lugareños es el olor a huevos podridos, consecuencia del sulfuro de hidrógeno.

¿Qué pasará con la cantera?

Tras el cierre de la mina, no hubo planes para ella durante mucho tiempo. Hubo incluso un proyecto de ecociudad en Internet, que proponía una cúpula con su propia biosfera para 100.000 personas -viviendo en el propio pozo, por supuesto-. La idea era del estudio de arquitectura ruso Ab Elis.

Sin embargo, los yakutianos nunca discutieron seriamente lo que parecía un truco de relaciones públicas. El futuro de Mir es, probablemente, más prosaico.

En enero de 2020, resultó que la mina podría tener otra oportunidad de vida: Alrosa comenzó la exploración geológica. Costará a la empresa dos mil millones de rublos (unos 26 millones de dólares) y responderá a la pregunta de si es financieramente viable volver a poner en marcha la mina.

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