1. Que sea masculino
A las mujeres rusas no les suelen gustar los hombres que se arreglan tanto como ellas, que utilizan cremas hidratantes para el cuerpo, que siguen las tendencias de la moda y piensan en pintarse las uñas. Todo eso les parece rechazable. Los hombres rusos acuden al gimnasio para hacerse más fuertes, no para ser más guapos.
“El físico es lo menos importante. Y a pesar de la propaganda de la industria del ejercicio físico, las mujeres no prefieren a los hombres culturistas”, comenta a RBTH la psicóloga Elena Kalen. Según sus observaciones, los hombres con rasgos faciales femeninos y los que se miran demasiado al espejo son considerados como los menos atractivos.
De modo que el tema de la belleza masculina en la sociedad rusa es bastante relativo y puede resumirse en una frase: “Lo principal es que un hombre siga siendo un hombre [sea lo que sea lo que significa]. En resumidas cuentas, que no sea demasiado horrible”. Por lo general, un hombre masculino, aunque no necesariamente fuerte, se considera mejor que uno delicado y a la moda. La perfección en este sentido no está en las tendencias, y de ellos no se espera que hablen de cosas como la sexualidad, el aspecto físico o el mejor tejido de terciopelo del mundo. Solo un 8 % de las rusas valoran los bíceps.
2. Que sea caballeroso
Las tendencias feministas en Rusia fueron populares en los 90 y en la década del año 2000. Pero ahí se quedaron, opina el psicólogo y terapeuta Gestalt Vladislav Chubárov.
Actualmente se valoran las costumbres tradicionales. “Por mucho que digan de la igualdad de derechos, a mí lo que me gusta es que un chico me ayude a quitarme o ponerme el abrigo y me abra la puerta”, se quejan las rusas en los foros.
A las chicas, por ejemplo, no les gusta que en la época inicial de una relación la cuenta del restaurante se reparta entre los dos para no poner en duda su independencia económica. Es más común hacer una clara distinción de los roles de género, y los “caprichos” de las chicas deben provocar a los chicos ternura y orgullo, y no el deseo de defender su amor propio desfavorecido, comenta Chubárov.
3. Que te adore pase lo que pase
Otra paradoja consiste en que las mujeres en Rusia suelen considerarse objeto de adoración por el mero hecho de existir, cuenta Chubárov. Y eso es lo que esperan de los hombres, una admiración sin reservas pase lo que pase, mientras que las europeas, por otro lado, suelen ser más partidarias de trabajar no solo en ellas mismas, sino también en la relación.
La cuestión no es que las mujeres rusas sean famosas en todo el mundo por su belleza, sino que esta cualidad está sobrevalorada: “soy bonita y con eso basta”. Lo más probable es que se trate de un problema de educación. En Rusia generalmente a las niñas se las educa para que se conviertan en primer lugar en una buena madre y esposa. La vida profesional, la carrera son algo completamente opcional y secundario.
El mundo cambia, naturalmente. No todas las rusas aspiran únicamente a casarse. Hay cierta evolución de género. Pero por ahora los hombres que les gustan siguen siendo los que las adorarán aún sin grandes éxitos profesionales, sin una tesis y sin tres lecciones de taekwondo a la semana.
4. Un hombre con perspectiva de futuro
“La situación económica [del hombre] no parece ser tan importante actualmente. Es mucho más importante que sea trabajador y sepa administrar bien el dinero”, constata Kalen.
Por decirlo de otro modo, las mujeres rusas tienen visión de futuro y no valoran tanto el dinero en el bolsillo. Si planea abrir una startup, se apunta a infinidad de cursos o lee ensayos sin parar, es el hombre adecuado. Según ellas, un hombre debe ser alguien en la vida, y aunque no sea exitoso ahora, debe ser fuerte, capaz de crear algo más tarde. Aunque ese “más tarde” no llegue nunca.
5. No habla, actúa
A las rusas no les gustan los hombres demasiado habladores. Durante las primeras citas esta cualidad tiene su encanto, el hombre “se abre a ellas”. Pero después empiezan a pensar cosas como “¿Y a qué se dedica? ¿De dónde va a sacar la energía si lo único que hace es hablar? Será un vago”. Para charlar están las amigas, el Facebook o las compañeras de trabajo, pero los hombres tienen que centrarse en conseguir grandes proezas.
“Es muy sencillo: cuanto más hablas, menos serio pareces. Intenta recordar a alguien de tu entorno que hable mucho e imagínatelo en un puesto de director de una empresa o de diputado. Un poco absurdo, ¿no?”, suelen decir las mujeres rusas, aunque a ellas mismas les encanta hablar. No les hace falta alguien que sea igual que ellas.
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