Estudiante de México: ‘Es una oportunidad de conocer la cultura rusa desde dentro’

Archivo personal
Este joven mexicano soñaba con conocer Rusia. A pesar de que tenía una plaza asegurada en la UNAM, decidió renunciar a ella y consiguió una beca para poder estudiar en Moscú. Aquí nos cuenta su impresionante historia.

Jorge Carlos Hernández González, de 20 años, llegó a Moscú desde Ciudad de México. En este momento lleva un año y medio viviendo en Rusia y estudiando en la Escuela Superior de Economía (HSE, por sus siglas en inglés). Su objetivo era conocer el país eslavo, por el cual tenía mucho interés desde hace años. 

- ¿Qué fue lo que te inspiró para ir a Rusia?

- Es una historia un poco larga... Desde mis 15 años me llamó al atención la cultura rusa. La hermana de un amigo había venido a Rusia, trabajaba en turismo y la habían mandado desde la agencia a Moscú. Eso me influyó, me gustó mucho lo que nos enseñó. También me gustaba la historia soviética, la de la Rusia actual y de cómo fue desarrollándose. En 2020 quería venir pero empezó la pandemia y no lo pude hacer hasta 2022. Primero, soñaba con venir como turista y, posteriormente, me enteré de que había posibilidad de venir como estudiante. Era una oportunidad de conocer la cultura rusa desde dentro. Convivir en el día a día con los rusos, para mi, es conocer un país, su manera de pensar, de vivir. Cuando vienes como turista, sales de tu país pero el país no sale de ti y sigues en esta zona de confort, pero cuando uno vive en otro país, todo cambia.

- ¿Cómo imaginabas Rusia antes de venir? ¿Resultó ser diferente?

- Algunas cosas fueron como me las imaginaba y otras cosas eran totalmente distintas. Imaginaba que el centro de Moscú iba a ser bonito, desarrollado, pero fue la sociedad la que me impresionó. Por ejemplo, me impresionó mucho la cantidad de extranjeros que hay en Moscú, sobre todo, de las exrepúblicas soviéticas. Al principio, cuando llegué lo desconocía y pensaba que todos eran rusos pero de diferentes regiones, hasta que me explicaron que eran de otros países y que venían a trabajar a Moscú. 

Posteriormente, tuve la oportunidad de conocer otras ciudades rusas. Estuve en San Petersburgo, Víborg, Gátchina, Sérguiev Posad, Vladímir, Tula. El año pasado fui a Sochi para trabajar en un campamento de verano con niños rusos. Son ciudades muy distintas, cada una tiene su toque muy especial. Sochi me recordó mucho al sur de México, las playas, hace un calor tremendo. Es una Rusia muy distinta. 

- ¿Qué ciudad te ha gustado más?

- San Petersburgo, porque siento que la vida allí va más lentamente, todos van en familia, con amigos, es una vibra de armonía. Las dos o tres veces que fui me tocó ir en invierno, pero a pesar de esto la gente es más amable, todo está más tranquilo, no hay tanta tensión como en Moscú, donde incluso los policías están más alerta. En San Petersburgo no lo he visto.

- ¿Qué es lo que te atrae en las ciudades rusas?

- La arquitectura es muy bonita. Personalmente, me gusta más la época soviética, pero la arquitectura de la época imperial es impresionante, son cosas que uno no ve en otra parte del mundo. Me gusta Sérguiev Posad, las iglesias que hay allí son muy bonitas. Me gustan mucho los edificios estalinistas, tienen su belleza, pero el brutalismo también la tiene. En Ciudad de México tenemos la arquitectura barroca por los españoles y también la influencia francesa gracias a Porfirio Díaz. Pasar de aquello a esto sí que es un gran cambio. Aquí se siente lo antiguo y lo bonito, como en un cuento, porque hay muchos colores, sobre todo en la arquitectura imperial (en la soviética, no tanto).

- ¿Cómo reaccionaron tus padres cuando les constaste tu plan de irte a estudiar a Rusia?

- Yo sabía que se podía conseguir una beca dos años antes de venir. Me enteré por una amiga. Empecé a estudiar el ruso cuatro años antes como un hobby. Descargué aplicaciones donde conocí a varias personas de Rusia y una amiga me comentó sobre las becas. Pensé: ¿Por qué no? Sería bueno aplicar. 

Cuando se lo conté a mi mamá me dijo: ‘Ya iremos viendo’. Pensaba que esta idea se me quitaría de la cabeza. Les explicaba que quería irme por tener esta experiencia. Vamos a ver si se puede. Estaba aplicando a la beca rusa pero a la par conseguí entrar en la mejor universidad de México, que también es la mejor universidad de Latinoamérica, la UNAM. Entonces, me dijeron: ‘¡Quédate! ¿A qué te vas si tienes todo aquí?’ Pensé que a lo mejor tenían razón, pero decidí que si me daban la visa me iba a Rusia (el resto de los trámites ya estaban hechos). Y cuando llegó la visa dije: ‘Nos vamos pues’.

- Te fuiste en un momento difícil en cuanto a las relaciones internacionales. ¿Estaba asustada tu familia?

- Un día en febrero me llamó mi madre: ‘Ya está el desastre por allá, es muy peligroso, ¿estás seguro de lo que vas a hacer?’. Dije que me iba a informar, en las noticias dicen muchas mentiras, por eso hay que ver qué es lo que pasa de verdad y dependiendo de cómo evolucionen las cosas veremos, pero en principio sigo con la idea de que me quiero ir. He investigado, he entendido que no había ningún problema para ir a estudiar. Y sí cuando llegué todo estaba muy tranquilo, aunque justo en este momento empezó la mobilización. Llegué en septiembre de 2022 y a los 2-3 días yendo al supermercado vi un área de reclutamiento. Creo que estaban pasando lista de los jóvenes que quedaban reclutados. Me impactó, pero entendí que era parte de lo que estaba pasando. No es un caos, como lo pintan en nuestro país, no hay nada de esto, Moscú es una de las ciudades más seguras en las que he estado.

- ¿Estás contento con los estudios?

- Es complicado.

- ¿Por el idioma?

- En parte sí. Para entender las clases no tengo problema, aunque es más defícil responder y argumentar. Pero lo más difícil son las matemáticas, el nivel de matemáticas en Rusia para mi es como nivel Dios, digamos, veo que aquí mezclan la Economía con Ciencia actuarial. La Ciencia actuarial es una materia muy matemática para calcular riesgos, los seguros, entonces es algo muy bueno pero el nivel de matemáticas está muy elevado. Es lo que más me ha costado. Con las demás materias no tengo ningún problema. La calidad de estudios está muy bien, le pondría un diez de diez.

La socialización entre alumnos es otro tema muy difícil. Hay mucha competividad. En HSE hay un ránking de estudiantes y compiten entre sí. Creo que tus amistades y el hecho de que les intereses o no dependen mucho de tu posición en el ránking. Si eres un alumno que sabe mucho, vas a tener amigos hasta por debajo de las piedras, pero si ven que te cuesta, que no hablas, no te hablarán. Para muchos extranjeros es un problema. Los extranjeros lo tenemos difícil: la barrera idiomática, los conocimientos que recibimos en otros países son distintos, y ya vienes con dos desventajas. 

Creo que en parte, esto tiene que ver con la mentalidad del país. Estos alumnos crecen en una escuela desde los 6 años hasta los 18, hacen grupos de amigos muy cerrados y cuando entran en la universidad hasta a los propios rusos les cuesta abrirse a un nuevo grupo de amigos. Esto dificulta la socialización, y, sobre todo, para los extranjeros. Los niños  rusos son otra cosa, son muy cariñosos, respetuosos, me han aceptado muy, muy bien en Sochi. Mi tarea era enseñarles el inglés pero la mayor parte del tiempo hablaba en ruso con ellos. (Se ríe).

- ¿Te has acostumbrado al clima?

- Sí, me estoy acostumbrando pero el primer invierno casi me muero, fue horrible. (Se ríe). Traía abrigos pero no eran lo suficientemente buenos. Compré nuevo abrigo y todo ha empezado a mejorar. El segundo invierno fue mejor aunque también me enfermé por los cambios de temperatura muy bruscos. Por ejemplo, en el metro hace mucho calor y luego uno sale a la calle y está helado. 

- ¿Qué fue lo que más te sorprendió en Rusia?

- La comida me ha sorprendido bastante. Sin duda, para mi, nada supera la comida mexicana, pero la comida rusa superó mis expectativas. Pensaba que sabría más agria pero cuando la probé me enamoré de ella, y no solo comiendo en los restaurantes, sino también cuando me invitaban a casa. Borsch, la ensalada Olivier o la ensalada de cangrejo, aquí preparan la papa de distintos tipos... Me gusta todo menos el jolodets, que no lo probaría nunca. (Se ríe).

- ¿Qué planes de futuro tienes?

- Está por verse todavía. Si me quedo o me voy dependerá de las oportunidades que se me presenten. Si hay salidas laborales para mi lo consideraría, si no regresaría a México.  

- ¿Y tu interés por la época soviéticas ha quedado satisfecho?

- ¡Me impresionó que haya simbología soviética, que se pueda ver la hoz y martillo en el metro de Moscú! Pensaba que lo habrían quitado, pero no. O los murales con Lenin y otros... Veo que a algunos rusos no les gusta hablar de aquella época, y a otros sí. Noto que hay un amor-odio a la época soviética, y es impresionante. En mi universidad, por ejemplo, es como un tema tabú. (Se ríe). Les espanta a los estudiantes. 

- Si pudieras viajar en el iempo, ¿qué te habría gustado conocer en la URSS?

- Más que nada, me gustaría vivir en la época soviética, conocer cómo se vivía. Estoy seguro de que la gente y su forma de pensar era distinta. Tuve una profesora de Historia económica en la UNAM que había estudiado su carrera aquí, en la Unión Soviética, y me comentaba que la URSS era muy bonita pese a que hubo cosas malas (como censura, problemas económicos, etc.). Decía que era una sociedad muy buena, muy querida y que lo que decían en los medios occidentales que los comunistas eran el demonio era mentira, para nada era como lo pintaban y fue una epoca muy buena. Ella vivió 10 años en Moscú, y a mi me tocó la época moderna. ¡Cómo ha cambiado todo! 

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