Anna Rodníscheva, una chica normal y corriente que viajó por toda Rusia en bicicleta

Anya’s Adventures
Recorrió más de 11.000 km desde el mar de Japón hasta el mar Negro, durmió en el campo y paradas de autobús, conoció a gente muy diferente y superó innumerables dificultades. Ahora su vida nunca volverá a ser la misma.

“Este tipo de experiencia te cambia mucho. Recuerdo que antes pensaba que sólo unas personas raras se atrevían a emprender aventuras así, y yo no podía. El primer viaje realmente amplió los límites de mi conciencia. Me di cuenta de que si es posible recorrer Rusia en bicicleta, también se pueden hacer muchas otras cosas no relacionadas con los viajes”, es lo que esta viajera piensa ahora.

Una vez lo hizo

Anna Rodníshcheva, de 25 años, nunca había sido deportista y se limitaba a pasear en bicicleta por el parque de su barrio. Pero un día se cansó tanto de la aburrida vida de la ciudad (la chica trabajaba como fotógrafa en Moscú) que decidió hacer algo realmente impresionante. Con el dinero que tenía ahorrado, se fue a hacer un gran viaje en bicicleta. En 2022 la chica se entrenó en la distancia Moscú-Sochi (2947 km), y en 2023 emprendió su viaje principal de Vladivostok a Sochi, que son 11601 km.

En Vladivostok.

“El punto de partida fue Vladivostok, adonde llegué en tren. No por economía o comodidad, sino porque es una aventura en sí misma. Durante los casi 7 días que pasas en el tren, tienes tiempo para pensar en toda tu vida: es una experiencia muy terapéutica en general. Cuando me fui, estaba aburrida de mi trabajo, pero al final del viaje estaba lista para coger la cámara”, dice Anna.

Día 5 del viaje.

Una vez en la ciudad, la chica se dirigió al faro Tókarevski y activó la aplicación para calcular la distancia.

Miedo a los tigres y noches en el campo

Blagovéshchensk. Día 18.

Al salir de Vladivostok, Anna aún no sabía adónde iba. Tenía cuatro objetivos, y el destino no era tan importante: “El primero era recorrer Rusia de mar a mar. El segundo era ponerme a prueba en una larga distancia. El tercero era estar a solas conmigo misma y pensar en muchas cosas. Y la cuarta, por supuesto, ¡ver las grandes ciudades!”.

Pasar la noche bajo un puente y en la parada de autobús. Día 36.

En un viaje así, hay que estar preparado para todo. Durante el viaje, Anna durmió casi siempre en una tienda de campaña en el campo, una vez tuvo que dormir en una parada de autobús, y se llevó todo un kit para ahuyentar a los animales salvajes: “En Lejano Oriente, todo el mundo tiene miedo a los osos y los tigres, así que llevaba spray de pimienta, una señal de cazador y fuegos artificiales falsos; por suerte, nada de esto me hizo falta. Lo que no llevé fue algo para parar a los perros, que a menudo atacan a los ciclistas. Nunca me han mordido, pero da miedo cuando un perro enorme corre hacia ti. Y, por supuesto, llevaba una tienda de campaña, acolchado de espuma, consumibles de repuesto para la bici, etcétera”.

Encuentros en la carretera

Anna también lamenta un poco no haberse entrenado antes: “Recorría unos 100 km cada día, y para un viaje en bicicleta por Rusia eso no es suficiente; a veces no llegas a ninguna parte durante esos 100 km, es sólo una carretera de un pueblo a otro”.

No todo fue fácil en la carretera, pero Anna aprendió a sobrellevarlo sin dejarse llevar por el pánico. “Hubo situaciones de emergencia con la bici: algunas veces las pude resolver sola, pero en otros casos tuve que acudir a talleres. Una vez se me estropeó la bici entre dos ciudades e hice autostop para que me llevasen a un taller. Así me ayudaron varias veces”, cuenta la chica.

Anna conoció a gente muy diferente en Rusia: “Conocí a tres tipos de personas mientras viajaba. Los primeros son los que están de paso (por ejemplo, transportistas de coches) que me veían en un sitio y luego me volvían a encontrar en otro. Me decían: “¡¿Este es el tercer coche que estamos transportando y tú sigues pedaleando?!”. Normalmente me daban algo de comer, golosinas, agua. El segundo tipo de personas que conocí son los viajeros como yo. Unas veces fueron ciclistas, y otras veces autoestopistas.

Primer extranjero en el camino. Día 82.

Entre ellos vi al único extranjero en mi camino: un iraní. Quería ir de Moscú a Magadán, pero por desgracia se le acabó el visado y le faltaban días para completar el viaje. Los terceros son los lugareños. A veces me invitaban a pasar la noche, me enseñaban la ciudad; lo recuerdo con gran cariño. Pero hay que tener cuidado comunicándote con todo el mundo. A veces me encontraba con la gente que no era del todo adecuada. Personalmente, aconsejo no comunicarse con los vendedores ambulantes, y tener cuidado con los camioneros”.

República de Buriatia.

Anna recorrió muchas grandes ciudades, tal y como lo tenía previsto: Stávropol, Volgogrado, Sarátov, Cheliábinsk, Ulán-Udé, Chitá.

Sarátov. Día 125.

En varias de ellas hizo parada en los puestos de los clubes de moteros locales.

Krasnoyarsk. Días 69-70.
Cumpleaños en el Baikal.

Durante un par de días más se quedó en Irkutsk para celebrar su cumpleaños - ¡hasta tiene una foto con una tarta junto al Baikal!

Consejos para aquellos que quieran hacer lo mismo

El 10 de octubre, Anna llegó al punto final de su viaje, Sochi, y pronto llegaría a Moscú.

Krai de Krasnodar. Día 148.

Está contenta por ello y ahora se muestra entusiasmada con la vuelta a la normalidad: “Puede sonar extraño, pero me cansé durante el trayecto. Estar siempre de viaje, relacionarme con gente nueva... después de cinco meses, cansa. Ahora vuelvo a casa, me reúno con mis padres y me pongo a trabajar. No pienso volver a viajar de momento”.

Baskortostán. Día 105.

Esto es lo que la viajera aconseja a quienes quieran repetir su aventura: “En primer lugar, ¡todo es posible! Una persona normal, sana y sin entrenamiento puede superar un camino así si se lo propone. Espero que especialmente las chicas lean mi historia y que comprendan que pueden viajar solas. En segundo lugar, este tipo de experiencia cambia mucho a uno. Recuerdo que pensaba que solo unas personas raras se atrevían a vivir aventuras así, y yo no podía hacerlo. El primer viaje realmente amplió los límites de la conciencia: me di cuenta de que si es posible atravesar Rusia en bicicleta, también se pueden hacer muchas otras cosas no relacionadas con los viajes. Pero si estás deprimido, no esperes que un viaje así te devuelva la vida. Después, hay que volver a la ciudad y meterte de lleno en la vida rutinaria.

En tercer lugar, económicamente, este tipo de viajes es para todos. Puedes pagar 15.000-20.000 rublos al mes, pero si quieres ir con más comodidad, por supuesto, saldrá más caro, te toca elegir”.

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