¿Por qué cambian tan a menudo los nombres de las ciudades rusas?

Estilo de vida
YULIA JAKÍMOVA

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los germanismos en los nombres de las ciudades rusas se volvieron, como se diría ahora, tóxicos. En agosto de 1914, San Petersburgo se convirtió en Petrogrado, mientras que en 1915, Ekaterinenstadt, en la región del Volga, pasó a ser Ekaterinograd.

Los topónimos cambiaron masivamente en las décadas de 1920 y 1930, tras la revolución y la Guerra Civil. Se sustituyeron todos los nombres asociados al régimen zarista y se dieron nuevos nombres a las ciudades en honor de los fundadores del marxismo y de figuras soviéticas. He aquí algunos ejemplos:

En 1945 Prusia Oriental fue anexionada a la URSS como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

En 1948 se modificaron los nombres de las ciudades del istmo de Carelia: se consolidaron los resultados de los tratados de paz con Finlandia.

En 1956 se desacreditó oficialmente el culto a la personalidad de Stalin.

La tendencia también afectó a los topónimos derivados de los nombres de sus compañeros de armas.

La ciudad de Gzhatsk, en cuyo barrio nació el primer cosmonauta del mundo, pasó a llamarse Gagarin en 1968, inmediatamente después de la muerte de Yuri Alexéievich.

Durante la perestroika (1985-1991), muchas ciudades recuperaron sus nombres históricos.

Por cierto, las provincias de Leningrado y Sverdlovsk no fueron rebautizadas. Y en 1990, Ordzhonikidze devolvió dos nombres a la vez: Vladikavkaz en ruso y Dzaudzhikau en osetio.

Síguenos en nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes  

LEE MÁS: Leningrado, Petrogrado, San Petersburgo: ¿cuál es el verdadero nombre?