Dmitri Lamonov se sintió fascinado por el arte y la artesanía popular rusa desde niño, cuando veía a su padre pintar pequeñas cajas negras con motivos vegetales, paisajes y temas históricos. Sólo había tres escuelas de pintura de miniaturas de laca en el país, y su padre procedía de un pueblo Jólui, en la región de Ivánovo, que tenía una de ellas.
Dmitri ha recorrido un largo camino desde entonces y ha pintado él mismo adornos populares rusos y caligrafía. Pero su gzhel, su jojloma y su caligrafía rusa se difuminan en... píxeles.
Esto se llama pixel-art, una forma de arte digital en la que los píxeles individuales son claramente visibles. Una especie de Minecraft en el mundo del arte visual. Y el estilo visual de Lamonov es una combinación de pixel art y arte popular. Lo considera una reinterpretación de la tradición.
"Cualquier artesano que vea mis obras dirá que no tienen nada que ver con el verdadero arte popular, y tendría razón, afirma Lamonov. - No quería tomarlas en su forma original, sino sólo crear un sentido visual de la pintura popular. En mi estilo, los cuadros se reinterpretan mediante la digitalización."
Comenzó sus primeros experimentos con el arte digital en 2008, cuando estudiaba geografía en la universidad. Un amigo le regaló un disco pirata del programa Photoshop. "En casa lo instalé en mi ordenador, empecé a curiosear y a descubrirlo. Me fotografié en distintos lugares de la habitación y luego combiné los encuadres para que en una sola imagen hubiera cinco de mí. Acabé por sentirme muy bien en el proceso y decidí que tenía que seguir haciéndolo", relató.
Al cabo de un par de años, se trasladó de su San Petersburgo natal a Moscú y se matriculó en una universidad en el departamento de diseño gráfico, tras lo cual trabajó en su campo en un estudio de diseño de Moscú.
Durante mucho tiempo disfrutó creando logotipos. Sin embargo, le parecía aburrido utilizar en ellos fuentes ya hechas, es decir, dibujar una insignia y añadirle letras ya hechas. Era mucho más interesante hacerlo desde cero. Así que se apuntó a una escuela de caligrafía.
"Entonces me gustó especialmente el viaz ruso: es muy decorativo y esbelto", dice.
La caligrafía le ha llevado más allá del arte digital, a los medios físicos: lienzos, paredes, cisternas abandonadas, vallas de ladrillo, etc.
Según Lamonov, se dedicó brevemente al arte callejero "de guerrilla". En su opinión, las obras no coordinadas no pueden ser de gran envergadura porque tardan mucho tiempo en completarse. "Sólo cuando se hace un trabajo coordinado existe la posibilidad de hacer objetos grandes. Por eso estoy más cerca del arte público, no del arte callejero, cuando todo se crea legalmente y para el espectador", dijo Lamonov.
Por ejemplo, con el permiso de la ciudad de Irkutsk, pintó un edificio residencial de 15 metros de altura.
Y en Ekaterimburgo convirtió una cisterna abandonada de siete metros de altura en un objeto de arte. "Trabajé durante 13 días y fue uno de los objetos más difíciles de mi práctica creativa", recordó.
Para "imitar" los ornamentos folclóricos, Lamonov dominó la técnica del doble trazo y visitó la famosa fábrica de artes decorativas de Zhostovo. Después pintó para ellos una bandeja con su técnica, que ahora se conserva en el museo de la fábrica.
Su estilo se adapta también a los proyectos comerciales. Ya se han puesto en contacto con él fabricantes de papel pintado y ropa de alta calidad.
"Para mí es importante que el espectador vea lo que hago, así que intento abarcar el mayor número de medios posible", dice. El límite de sus sueños es pintar una nave espacial. Y está preparado para practicar en un avión.
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