Cualquiera que haya estado en Rusia y haya visto las afueras de Moscú, San Petersburgo o cualquier otra ciudad importante del país, conoce los grandes complejos de apartamentos que parecen hormigueros gigantes.
Un complejo puede albergar a miles de familias bajo un mismo techo. Teniendo en cuenta que Rusia es tan grande, debe sorprender que la gente elija vivir en apartamentos situados dentro de gigantescos complejos residenciales. Este hecho tiene su explicación.
La herencia soviética
Los complejos residenciales de varios pisos son una especie de herencia soviética. Tras la Revolución de 1917, la Rusia soviética alcanzó un gran crecimiento industrial que, a su vez, dio lugar a una rápida urbanización.
La población rural acudió en masa a las ciudades en busca de una vida mejor. Muchos se dispusieron a vivir en barracones o apartamentos comunales, donde compartían un único apartamento con otras familias. Muy pronto, millones de personas se vieron en apuros por la falta de privacidad y por las incomodidades que acarrea vivir en pisos comunales.
En la década de 1950 el gobierno soviético, encabezado por Nikita Jrushchov, abordó finalmente el problema lanzando la construcción masiva de edificios residenciales de varios pisos en toda la Unión Soviética.
El programa fue muy eficaz y un gran número de familias soviéticas, que hasta hacía poco vivían en condiciones penosas, se convirtieron en propietarios de sus propios apartamentos privados.
Las conocidas como jriushchovkas, de fácil construcción, resolvieron eficazmente el incipiente problema de la vivienda en la URSS. Sin embargo, la construcción de estos bloques de viviendas dio lugar a nuevos problemas relacionados con la vivienda. Por un lado, muchas ciudades rusas, especialmente sus barrios residenciales, se volvieron muy grises y aburridas.
“Nuestros compatriotas estaban sinceramente contentos cuando se mudaron a las jriushchovkas. Pero cuando pasó el tiempo y se convirtieron en algo habitual, se revelaron todas las deficiencias”, afirma Marat Galiámov, director de una empresa inmobiliaria con sede en Kazán.
Tras la caída de la URSS en 1991, se mantuvo ese enfoque soviético en relación a la vivienda.
Los ‘hormigueros’
En la Rusia moderna se construyen enormes bloques de apartamentos por todo el país. Se pueden ver especialmente en Moscú y San Petersburgo, donde la demanda de vivienda es alta.
La construcción a gran escala de complejos de apartamentos de varios pisos ofrece a muchas personas la posibilidad de establecerse en la capital, donde los apartamentos independientes en casas de más categoría y situadas en el centro son un lujo inasequible para la mayoría.
En algunos barrios de lujo del centro de Moscú, un metro cuadrado en un edificio de cuatro o cinco plantas puede costar hasta 40.000 dólares. A muchos compradores potenciales les parece una cifra poco razonable, ya que los promotores cobran aproximadamente 2.700 dólares por metro cuadrado en grandes bloques de apartamentos situados en las afueras de Moscú.
Aunque algunas personas asocian el hecho de vivir en los llamados “hormigueros” con la falta de espacio para aparcar, el mal tráfico y la mala accesibilidad al centro de la ciudad, muchos prefieren ahorrar dinero y establecerse allí, sacrificando la accesibilidad en favor de un mayor espacio para vivir.
“Los edificios masivos de varias plantas que acogen a la mayoría de la población están destinados únicamente a la vivienda, pero nada más. Al salir de casa, un habitante de una zona residencial quiere salir de allí lo antes posible, ya sea al centro para trabajar o al centro comercial y de ocio más cercano. De ahí el notorio péndulo [entre] los desplazamientos y los atascos”, explicó Vitali Stádnikov, profesor asociado de la Escuela Superior de Estudios Urbanos de la Escuela Superior de Economía, en un artículo publicado en 2016.
Dado que muchos rusos creen que pagar un alquiler es similar a prender fuego al dinero, la gente está encantada de comprar apartamentos en grandes complejos, a pesar de los problemas asociados a residir en ellos.
“Básicamente, la gente adquiere viviendas en los edificios para trasladarse a la metrópoli lo antes posible y no piensa que vaya a quedarse en ese apartamento durante mucho tiempo. Aunque en realidad muchos se quedan a vivir allí para siempre”, dice Galiámov.