Por qué los paracaidistas rusos están entre los mejores del mundo (Fotos)

Vladímir Smirnov/TASS
Los errores de sus comandantes a menudo llevaron a estas tropas de élite a las situaciones más desesperadas. Incluso entonces, nunca perdieron la cabeza o la visión de su objetivo, luchando hasta el final con determinación desinteresada.

El 2 de agosto de 1930, durante los ejercicios de la Fuerza Aérea Soviética en Voronezh, 12 soldados se lanzaron en paracaídas por primera vez, dando origen a la élite de las fuerzas armadas de la URSS y la Rusia moderna: las Tropas Aerotransportadas.

Durante los mayores ejercicios de preguerra de la Unión Soviética (las maniobras de Kiev de 1935) 1.188 efectivos participaron en el primer ejercicio de aterrizaje masivo. El evento del año siguiente, en Bielorrusia, involucró aún más, alrededor de 3.000.

La Fuerza Aérea Soviética llevó a cabo sus primeras operaciones militares contra el ejército japonés en el río Jaljin-Gol y durante la Guerra de Invierno contra Finlandia. Los paracaidistas no sólo se lanzaron detrás de las líneas enemigas según sus órdenes, sino que también lucharon como unidades normales de fusileros.

Los paracaidistas lucharon codo con codo con la infantería durante el caos desatado por invasión alemana de la URSS, cuando simplemente no hubo oportunidades de lanzar operaciones aerotransportadas. Estas surgieron sólo durante la titánica contraofensiva del Ejército Rojo en Moscú en el invierno de 1941-1942.

Más de 10.000 paracaidistas del 4º y 5º Cuerpo Aerotransportado aterrizaron en la retaguardia enemiga en la región de Viazma en enero-febrero de 1942 para ayudar a cerrar el cerco de las fuerzas del Grupo Central del Ejército Alemán. Sin embargo, el fracaso de la ofensiva general soviética significó que pronto fueron rodeados. Durante cinco meses, las unidades aerotransportadas, junto con el 1er Cuerpo de Caballería de la Guardia del General Pavel Belov, libraron una serie de agotadoras batallas antes de enlazar finalmente con sus propias líneas el 24 de junio de 1942, habiendo cubierto cientos de kilómetros a través de la retaguardia alemana. Siete divisiones enemigas quedaron paralizadas como resultado de sus acciones.

“Las brigadas resistieron todas las adversidades de la retaguardia alemana gracias a un factor decisivo: los paracaidistas habían sido elegidos entre los jóvenes patriotas del Komsomol, eran tipos valientes y sanos", recordó Mijail Bogatskyçi, que sirvió en la 211ª Brigada de las Fuerzas Aerotransportadas, que fue enviada para relevar a sus camaradas en la región de Viazma en mayo de 1942: “Una división de fusilería normal en tales condiciones se habría roto en una semana... Incluso los paracaidistas se desmoralizaron a veces, maldiciendo a sus comandantes y sus miserables órdenes... Pero nuestra voluntad de morir por la Madre Patria y nuestra lealtad fanática cumplieron su labor.”

Los paracaidistas también jugaron un papel importante en la batalla de Stalingrado. El 95% de la 37ª División de Fusileros de la Guardia (formada sobre la base del 1º Cuerpo Aerotransportado) murió luchando por mantener bajo control la planta de tractores a orillas del Volga. “Era una verdadera unidad de élite. Todos los muchachos eran jóvenes, altos, sanos, muchos estaban vestidos con uniforme de paracaidista y llevando dagas y cuchillos bowie en sus cinturones. Lucharon heroicamente. Cuando eran atacados con una bayoneta, arrojaban a los nazis sobre sus hombros como sacos de paja”, escribió en sus memorias el General Vasili Chuikov, comandante del 62º Ejército.

La operación aérea del Dniéper en septiembre de 1943 fue la segunda mayor operación de los paracaidistas soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, pero también la última, ya que la misión terminó en un fracaso total. La mala planificación y reconocimiento hizo que los aviones de transporte fuesen presa de los cañones antiaéreos alemanes. Los grupos de aterrizaje fueron lanzados directamente sobre el río Dniéper, donde se ahogaron, o se dispersaron a lo largo y ancho de ambas riberas, sin forma de comunicarse entre ellos.

“Seis divisiones y dos cuerpos de tanques se concentraron allí. Ahí es donde nos dejaron caer... Caímos del cielo a la batalla y algunos murieron antes de aterrizar... Todo estaba en llamas, la noche se convirtió en día... Toda la brigada debería haber aterrizado en un radio de 7-10 km, pero los pilotos nos separaron 100 km, desde Rzhishchi hasta Cherkasi... Y en lugar de actuar como brigada, tuvimos que operar en pequeños destacamentos que eran fáciles de eliminar”, recordó el sargento Piotr Nezhivenko de la 3ª Brigada Aerotransportada de la Guardia. Pero a pesar de sufrir enormes pérdidas (3.500 hombres), los paracaidistas fueron capaces de mantener grandes fuerzas alemanas concentradas en la batalla, lo que ayudó mucho al Ejército Rojo en su preparación para cruzar el Dniéper.

La historia de la posguerra de las Fuerzas Aerotransportadas Soviéticas está estrechamente asociada a la personalidad del General Vasili Margelov, que dirigió esta rama del ejército durante 25 años (de 1954 a 1979). Fue gracias a los esfuerzos del “tío Vasia” (como le llaman cariñosamente los paracaidistas hasta el día de hoy) que las Fuerzas Aerotransportadas Soviéticas se convirtieron en una de las mejores formaciones de combate del mundo: se mejoró considerablemente la movilidad y la capacidad de control de las unidades aerotransportadas; se desarrollaron el primer vehículo de combate aerotransportado BMD-1 y el vehículo blindado para el transporte de personal aerotransportado BTR-D; y se equipó a las tropas paracaidistas con las mejores armas pequeñas, sistemas de comunicación, antiaéreos, vehículos blindados anfibios y aviones de transporte. Bajo el mando de Margelov, los paracaidistas aprendieron a desembarcar de las lanchas de desembarco con vehículos blindados dentro y a llevar con orgullo la famosa boina azul.

Vasili Margelov

Los paracaidistas demostraron su eficacia en agosto de 1968 durante la Operación Danubio, que puso fin al período de reformas liberales en Checoslovaquia conocido como la Primavera de Praga. Tomando rápidamente los aeropuertos, las estaciones de radio y televisión y los principales edificios gubernamentales, las Fuerzas Aerotransportadas Soviéticas permitieron el despliegue de las tropas del Pacto de Varsovia en el país y aseguraron en gran medida el éxito de toda la operación.

El contingente de tropas soviéticas en Afganistán tampoco prescindió de las Tropas Aerotransportadas. Fueron los paracaidistas, junto con las fuerzas especiales de la GRU y la KGB, quienes el 27 de diciembre de 1979 asaltaron el palacio del líder afgano Hafizullah Amin, repudiado por el gobierno soviético. Y las unidades aerotransportadas también jugaron un papel clave en la Operación Trampa en agosto de 1986. Sometidos a un fuerte fuego enemigo mientras se desplegaban desde helicópteros en la provincia de Herat, los paracaidistas pudieron lanzar una contraofensiva y cubrir la aproximación de las principales fuerzas bloqueando la base de Kokari-Sharshari. Como resultado de la operación, el “Grupo Unido Occidental” bajo el influyente Comandante de Campo Ismail Jan fue derrotado.

Ambas guerras chechenas fueron un verdadero caldero hirviente para las tropas aéreas rusas. El 29 de febrero al 1 de marzo de 2000, 90 paracaidistas de la 74ª División Aerotransportada de la Guardia Nacional se enfrentaron a 2.500 insurgentes chechenos y mercenarios árabes en el desfiladero de Argun. Los rusos sufrieron 84 muertes y el enemigo entre 400 y 500.

Uno de los momentos de mayor orgullo de las Tropas Aerotransportadas Rusas en los últimos tiempos fue la llamada “Marcha sobre Pristina” el 12 de junio de 1999. Durante la Operación Fuerza Aliada contra Yugoslavia, la OTAN no sólo desplegó bombardeos, sino que introdujo tropas en territorio yugoslavo. Con el fin de apoyar a los serbios, proteger sus intereses geopolíticos en los Balcanes y subrayar su papel en la política mundial, el Kremlin decidió ocupar la base aérea de Slatina, de importancia estratégica, en Kosovo, antes de un despliegue de la OTAN. Trasladándose desde Bosnia y Herzegovina durante la noche, paracaidistas rusos parte de una fuerza de mantenimiento de la paz, tomaron el control del aeródromo sólo un par de horas antes de que llegaran los soldados de la OTAN.

El general estadounidense Wesley Clark, comandante supremo aliado en Europa, ordenó al general británico Mike Jackson, a cargo de la Fuerza de Kosovo liderada por la OTAN, que bloqueara a los rusos del aeródromo, a lo que este supuestamente respondió: “No voy a empezar la Tercera Guerra Mundial por usted”

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