Un adolescente de la ciudad rusa de Tiumén, donde el régimen de confinamiento sigue en vigor, ha ideado una forma original de realizar entregas sin contacto.
Envió unos dulces a una anciana vecina usando un dron del que colgaba una bolsa con el contenido. El aparato ni siquiera tuvo que aterrizar.
La mujer cortó el cordel mientras la entrega estaba todavía en el aire y el dron se fue volando.
Otros prefieren pedir vodka en su dron mensajero. Pincha aquí para verlo.
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