Todo lo que necesitas es un smartphone, auriculares inalámbricos, gafas de realidad virtual. Con estos aparatos ya puedes entrar en la primera fiesta sexual online en formato 360°. ¿Qué podría salir mal?
Es sábado por la noche, casi las 11. Estoy en un pequeño estudio en el noroeste de Moscú con una toalla en la cabeza, pijama de felpa y dando vueltas en mi silla. Sobre mis ojos tengo las gafas de VR, llevo puestos los auriculares inalámbricos y en la mano tengo el smartphone.
Suena de fondo música electrónica y puedo oír a mi novio riéndose de mi ridículo aspecto, mientras la gata intenta rascarme las piernas. Hago todo lo posible para imaginar que finalmente he escapado del aislamiento y he entrado en un gran salón inundado de luz roja. Estoy rodeada de personas que buscan placer.
En otras palabras, me he conectado a la primera fiesta de sexo excéntrico (kinky sex) online en Rusia y me siento como una completa idiota.
¿Cómo funciona?
La fiesta se planeó originalmente como una transmisión en vivo en formato de 360° desde el interior de varias habitaciones temáticas. Sin embargo, una semana antes del evento, todos los estudios de Moscú que podrían haber manejado el trabajo fueron cerrados. Los organizadores de la fiesta habían usado imágenes que habían logrado filmar con antelación.
“El 28 de marzo llevamos a cabo con amigos un rodaje de prueba de 360° y guardamos todo el material en caso de que la cuarentena fuera más estricta”, dice Tatiana Dmitrieva, cofundadora de Kinky Party Russia.
La “fiesta” es básicamente un sitio web con secuencias de vídeo de tres salas: sala principal, sala BDSM y sala Shibari (esclavitud con cuerdas japonesas). El acceso a cada una de ellas cuesta 500 rublos (7 dólares).
Si pagas 1.500 rublos por los tres a la vez, tienes dos salas de chat Zoom. En el llamado White chat, puedes hablar con los organizadores y hacer cualquier pregunta, mientras que el Black chat, como se describe en el sitio web, te sumerge en el mundo de la excentricidad online.
“Hay música en lugar de sonido. Cuanto más extravagante parezcas, mejor. Son bienvenidos los juegos extravagantes y arriesgados en cámara. Sumérgete en el ambiente de una ciberfiesta masiva”, dice el sitio web.
No precisamente lo esperado
Tras dar un paso adelante a través del viejo parquet, me "encuentro" en una espaciosa habitación roja con cortinas transparentes en las ventanas. A mi izquierda hay una mesa de masaje en la que hay una mujer inmóvil con una máscara. Un hombre en bata negra le da un masaje erótico, pero tengo la sensación de que ambos están bastante avergonzados y que lo único que él quiere es tocarla.
En medio de la habitación una mujer en lencería negra está sentada sobre un objeto que parece un columpio y a su lado hay otra chica con un corsé y pinzas para los pezones.
De repente, un tipo bajito con la cara pintada y cuernos irrumpe en la sala. Empieza a tocar a todo el mundo, como si estuviera lanzando un hechizo o una maldición. A la derecha hay un pequeño grupo de gente bailando a regañadientes.
Mientras tanto, en la parte inferior de la pantalla, el icono de Live se ve continuamente, aunque todo el mundo sabe que es una grabación.
Se tarda unos cinco minutos en moverse al otro lado del salón y todo es porque la foto tarda en descargarse y en lugar del salón se veía una pantalla negra. Doy otro paso adelante y escucho un chillido del mundo real...he estado a punto de pisar a mi gata. Inclinándome para acariciarla en la nueva sala veo a un tipo con gafas atando a una chica con rastas. A poca distancia, un calvo le da una palmada en las nalgas a una chica.
En el siguiente pasillo, que está iluminado con luz lila, un hombre enmascarado azota a una chica atada a una cruz de madera.
Todo provoca una sensación bastante antinatural, como si un grupo de extraños se hubiera encerrado en una habitación y, bajo la amenaza de tortura, se hubiera visto obligado a fingir que se desean.
Para diversificar un poco, me uno al Black chat en Zoom. El nombre es apropiado, ya que la mitad de los usuarios prefieren mantener sus rostros ocultos y en lugar de un lugar de reunión virtual de mucha gente, solo veo cuadrados negros en la pantalla.
Uno de los pocos tipos que no temen mostrar su cara sostiene un consolador e invita a la gente a participar en un concurso de “garganta profunda” usando el aparato. Nadie responde. Descorazonado, comienza a “competir” consigo mismo en un esfuerzo por entretener a los espectadores y quizás a sí mismo.
En ese momento siento que las manos de mi novio empiezan a acariciar mi cuello, pero en lugar de excitación, siento torpeza y asco.
“Es una perversión que está sucediendo ahí y el tipo de sexo que muestran es equivocado”, murmura con mal humor.
Tosco esbozo
“Sí, hubo un fallo durante la filmación, la cámara dejó de grabar durante tres horas. No es un gran sustituto para una fiesta excéntrica real”, dice uno de los filmadores.
Admite que fue muy difícil de rodar, que había muy pocos participantes y ninguna oportunidad real de encontrar a alguien que gustase. De modo que tenías que interactuar con todos, incluso con los más raros.
“Una fiesta se kinky sex online es básicamente un ensayo para una verdadera fiesta. Está dirigida a aquellos que piensan en ir a una, pero aún no están seguros. Es una oportunidad para espiar a través del ojo de la cerradura”, explica.
En palabras de Tatiana Dmitrieva, la cofundadora de Kinky Party Russia, los eventos online son “como borradores”. Dicho esto, planea hacer un evento semanal de streaming online.
“Para mantener el ambiente, crearemos estrictos criterios de entrada, y los invitados tendrán que obedecer el código de vestimenta. También prohibiremos a los participantes que apaguen la cámara web. Cualquiera que rompa las reglas será automáticamente excluido de los chats de vídeo”, dice Dmitrieva sobre las futuras fiestas.
Además, habrá clases magistrales temáticas en días seleccionados y fiestas mensuales online sin código de vestimenta para todos los participantes.
"Básicamente queremos que haya cámaras web con cara humana. Queremos atraer a la gente interesada en el sexo online pero que no quieren sumergirse en un mundo sin estética ni autoexpresión. Todo está por suceder”, dice Dmitrieva.
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Al final, no pude quedarme más de una hora en mi primera fiesta de sexo online. En lugar de un ambiente de libertad y de realidad virtual colectiva, me pareció que el aislamiento pesaba más que nunca: los que hicieron la grabación, estaban desesperados por interactuar con cualquiera; los organizadores luchaban por salvar su negocio y los invitados estaban dispuestos a pagar por chats en los que se veían pantallas negras para sentirse menos solos.
Esa noche, afortunadamente, no dormí sola, pero antes de irme a la cama, no pude dejar de pensar en todas las personas separadas de sus seres queridos debido al encierro. Cuánto tiempo tendrán que “espiar por el ojo de la cerradura” y vivir un simulacro del sexo y el amor. Espero que no por mucho tiempo.